La cumbre del G7 en Cornualles (suroeste de Inglaterra) comenzó este viernes y puso fin a más de un año sin grandes reuniones globales por causa del estallido de la pandemia de COVID-19.
El primer ministro británico, Boris Johnson, dio la bienvenida a los dirigentes de las democracias más desarrolladas, más la Unión Europea (UE), a quienes felicitó por ver finalmente en persona: “No puedo decir hasta qué punto marca una diferencia”.
Los líderes deberán dar respuestas a algunos de los problemas más acuciantes del planeta, desde la vacunación contra COVID-19 hasta el cambio climático.
“Necesitamos aprender de la pandemia, asegurarnos de que no repetimos algunos de los errores que sin duda hemos cometido en los últimos 18 meses”, señaló Johnson ante los dirigentes de Francia, Italia, Alemania, Japón, Canadá y Estados Unidos.
Y agregó que los países tampoco pueden permitirse cometer los mismos fallos que en la gran recesión de 2008, “cuando la recuperación no fue uniforme por todas las partes de la sociedad”.
El anfitrión se mostró convencido de que tras “la pandemia más penosa que nuestros países han conocido en nuestras vidas” era necesario que este tipo de reuniones presenciales se reanudaran.
Para Johnson, existe el potencial para “rebotar muy fuerte” tras el COVID-19 y hay “muchas razones para el optimismo”, pero para ello no se deberá volver a caer en los errores de 2008.
“Lo que corre peligro de convertirse en una cicatriz duradera es que las desigualdades se enquisten”, dijo, por lo que la recuperación debe pasar por que las sociedades crezcan de forma equilibrada.
Los líderes estarán reunidos en un hotel y un castillo de Cornualles hasta el domingo, con el presidente estadounidense, Joe Biden, en su primer viaje al extranjero desde que asumió el poder, como gran novedad entre los presentes.