Por Jesús Michel Narváez
Hizo mucho ruido e incluso llamó a la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles “el mejor del mundo”.
La verdad no inauguró la pista central de ese aeródromo.
Inauguró las instalaciones de la Base Aérea Militar del Aeropuerto Felipe Ángeles.
Platiqué con el teniente coronel, Ernesto Molina Guerra, ingeniero constructor, y me refirió que la visita presidencial no obedeció a poner en servicio la parte civil del aeropuerto sino las nuevas instalaciones de la Base Aérea de Santa Lucia.
Tanto el Felipe Ángeles como la Base Aérea se encuentran en el mismo lugar. La separación de la pista que “inauguró” el presidente López y que ya existía y solamente se repavimentó y se amplió en su longitud, de la conocida como “pista central” es suficiente para que puedan aterrizar o despegar más de dos aviones al mismo tiempo.
Eso me dice el militar, quien desmiente que haya contratistas privados en la edificación de lo que algún día será el min sustituto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) derruido por una encuesta patito y como “cumplimiento de la palabra empeñada en la campaña presidencial”.
Algo que me sorprendió fue la admisión de que aún no se cuenta con el permiso internacional para que el Felipe Ángeles opere comercialmente. “Se realizan los trámites”, comenta el teniente coronel.
Cuando el presidente López reitera que será el mejor aeropuerto del mundo al iniciar sus operaciones, ignora los que están en proceso en China o las ampliaciones de los del Reino Unido.
Tampoco revisó los enormes construidos en Turquía o el de Panamá, al que México le cedió el espacio por una decisión errónea.
El Felipe Ángeles, al igual que la refinería Dos Bocas y el Tren Maya serán más caros de lo que se presupuestó inicialmente y, no obstante la mano de obra militar –por lo que se sabe su salario sale de la Defensa Nacional y con cargo a la obre-, los costos se han elevado sustancialmente.
Pero en la cuatroté todo es posible: destruir lo que tenía futuro, avasallar la selva Lacandona y destrozar los manglares. ¿Y el cambio climático? Seguramente es otro mito genial de los adversarios fifís que quisieron ganar las obras emblemáticas del Gobierno federal.
El mundo de las contradicciones se diseña en Palacio Nacional y no hay quien se atreva a decir: eso está mal… al contrario, el aplauso que se convierte en ovación, es la norma que rige a los destinos de este país pandémico no solo en materia sanitaria, sino económica y social.
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