Brigadistas batallan contra la indiferencia en el primer cuadro

El llamado del gobierno a la solidaridad para permanecer en casa ante la situación de emergencia por el incremento en el número de hospitalizaciones –y aunque fue un día dedicado a la Virgen de Guadalupe– no fue suficiente para contener a miles de personas que volvieron a hacinar las calles del Centro Histórico para comprar o sólo pasear.

Al mediodía el ingreso continuo de personas a las principales zonas comerciales del primer cuadro de la ciudad, como Correo Mayor y Corregidora, hicieron imposible al personal que compone las brigadas de apoyo y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en los filtros en evitar las aglomeraciones, por lo que se limitaron a mantener al menos la circulación en un mismo sentido y llamar la atención a quienes no portaban cubrebocas.

El desbordamiento del comercio ambulante en algunos tramos de esas calles empeoraba la situación, ya que ocupaban lugar en las aceras que reducían las áreas marcadas para hacer fila de espera con sana distancia frente a las entradas de los establecimientos.

Entre los más de 60 filtros instalados en diversas calles en los que laboran dos centenares de empleados del gobierno capitalino, algunos como el del corredor peatonal Madero ayer presentaron menos complicaciones.

Brandon Juárez, brigadista de la Secretaría de Turismo, se auxiliaba con un megáfono con el que pedía a la gente seguir las indicaciones de los oficiales de policía y evitar aglomeraciones al esperar el cambio de la luz del semáforo y formarla en dos filas, “yo sé que las medidas son molestas y perdemos un poco de tiempo, pero es mejor perder tiempo aquí que en un hospital”.

Mónica Duarte, quien estaba en el cruce de Moneda y Correo Mayor, debió permanecer prácticamente entre dos vendedores ambulantes que exhibían su mercancía en el piso, ambos sin cubrebocas. Protegida con ese artículo esencial y su careta, explicó que su función era sostener la paleta con las indicaciones de circulación en un solo sentido, para lo cual se colocaron vallas en medio de la calle, y aunque la gente las respetó, el gentío continuo no permitía mantener una sana distancia.

Mientras, otro brigadista reproducía a través de un megáfono una grabación en la que alertaba estar en una zona de alto contagio, así como las recomendaciones en caso de tener síntomas.

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