Por Gerardo Lavalle
El primero de octubre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estuvieron a un tris de congelar la petición de consulta popular solicitada por el presidente López a través del Senado de la República. Si se mantenía la pregunta planteada por el Ejecutivo y avalada por los congresistas, simplemente se rechazaría por inconstitucional.
Después de largas discusiones sobre el proyecto de sentencia elaborado por el ministro Luis María Aguilar, se acordó que si se reformulaba la pregunta habría posibilidad de dar luz verde a la primera consulta popular con carácter constitucional. (Más allá de las realizadas sin sustento jurídico en la presente administración y que prácticamente han sido votadas a mano alzada).
Lo acordado condujo a la pregunta que se votó positivamente y con ello se garantizó que habrá consulta. La interrogante quedó de la siguiente manera:
““¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminada a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.
En ninguna palabra se encuentran “…para juzgar a los expresidentes”.
Hay que recordar, porque no es ocioso, que justamente eso fue lo que se declaró inconstitucional. En la discusión del Pleno se expusieron argumentos diversos, pero con tal de que el Presidente tuviera su consulta, el ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, violentando un principio no escrito pero que se ha respetado en las decisiones relevantes y que consiste en dar a conocer su posición hasta el cierre de la discusión, adelantó su voto y dio a conocer que rechazaría el proyecto de sentencia.
Ello produjo cierto peso en la balanza de la decisión. Sin embargo, la reformulación de la pregunta satisfizo a los 8 ministros y las 3 ministras.
Pero al Presidente no le gustó. Hay un problema para él: lo que la Corte reformula es inatacable. Como se aprueba, se queda.
Cuando el residente de Palacio Nacional observa que su popularidad baja constantemente y que se encuentra a una céntima de caer por debajo del 50 por ciento, saca del cajón del archivero el tema de nueva cuenta para señalar su desacuerdo porque en el Senado de la República está congelada la iniciativa para que el presidente pueda ser juzgado por cualquier delito y no solo por traición a la patria y los considerados graves.
En su conferencia de prensa desde Palacio Nacional –el 9 de octubre-, el señaló que es increíble que la oposición mantenga detenida su propuesta de modificaciones a la Constitución con la confianza de que, en algún momento, recuperarán la Presidencia de México.
“Es increíble que la oposición no quiera aprobarlo, es kafkiano, cómo sí son opositores, por qué se oponen a esta reforma constitucional para acabar con los privilegios del presidente, están pensando que ellos van a regresar y como les gustan los billetes podrían ser juzgados, entonces no quieren que se lleve a cabo la reforma”, acusó.
Y fue cuando recordó que próximamente se realizará la consulta para juzgar a los expresidentes de México de 1988 a 2018 y será la ciudadanía la que decida que procederá en este tema ante las afectaciones causadas al país por el neoliberalismo.
Es decir, le importa un verdadero comino que la pregunta no señale a los expresidentes.
Y como estamos en el camino del proceso electoral que lleva a ratificar o rectificar a los ciudadanos su voto, el Presidente insiste en la manipulación mediática.
¿Qué gana?… ¡Mucho!
Porque los ciudadanos creen que, en efecto, se juzgará a los expresidentes y que su voto contará para que los lleven a la cárcel.
No va a ocurrirá, porque a quienes se podrá juzgar es a los…de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos.
¿Quiénes fueron los actores políticos y de qué pasado se habla?
Si nos ponemos exigentes con el texto “… años pasados…” podríamos esperar que se juzgue a quienes no han entendido en esta administración que la Constitución se respeta y no se reforma a modo de la 4t y por tanto Pío, los hijos, los floreros políticos estarían en la posición de ser indiciados.
El hombre que olvida debe gobernar para todos los mexicanos, mantiene su narrativa de acusar sin comprobar y por ello culpa a las oposiciones de mantener congelada la iniciativa.
Lo saludable para el Jefe del Ejecutivo es que sus “órdenes se cumplan, no se discutan”, con lo que borra de la Constitución la SEPARACIÓN DE PODERES y la autonomía de cada uno de los TRES.
Sin duda, Andrés Manuel López es un genio de la manipulación mediática. Quiere la consulta en la misma fecha en que se celebren las elecciones y no le importa que la Constitución señale que se realizaran –en plural en tratándose de consultas- el primer domingo de agosto. Y parece no entender que iniciado el proceso electoral no se puede reformar ningún artículo constitucional o ley secundaria relacionada con temas electorales.
Ah, pero habrá consulta para “juzgar a los expresidentes de 1988 a 2012”, aunque la Corte haya determinado otro texto.