Declaración de un Periodista
Por Horacio Armando Hernández Orozco
“Sostiene Pereira”, película italiana, dirigida por Roberto Faenza, basada en la novela homónima de Antonio Tabucchi; con la actuación de Marcello Mastroianni (Pereira), Joaquim de Almeida (Manuel), Daniel Auteuil (Dr. Cardoso), Stefano Dionisi (Monteiro Rossi), Nicoletta Braschi (Marta), Marthe Keller (Señora Delgado), Teresa Madruga (Portera) y Nicolau Breyner (Padre António); se estrenó en 1995.
Pereira es un periodista que trabaja en la sección cultural de un periódico llamado Lisboa, buscando a un colaborador conoce a Monteiro Rossi, que es un joven antifascista, siendo precisamente en ese momento que descubre el auténtico lado oscuro del régimen de gobierno.
La cinta está ambientada en el año de 1938, en Lisboa, durante la dictadura de António de Oliveira Salazar, dando cuenta del exacerbado ultranacionalismo que estaba en boga en Europa; Marcello Mastroianni ganó el David di Donatello como mejor actor por su actuación.
LA NECROLOGÍA COMO AFICIÓN
Sostiene Pereira es un periodista que ha trabajado siempre en la sección de sucesos, pero ahora recibe el encargo de dirigir la página cultural de un periódico; su sentido fúnebre de la cultura lo lleva a buscar un colaborador para que escriba unas necrologías de escritores célebres todavía vivos, compuestas anticipadamente de modo que puedan estar listas en caso de muerte del sujeto, siendo así que conoce a Monteiro Rossi, joven estudiante de filosofía, de quien leyó un ensayo sobre la muerte.
La necrología es una noticia biográfica de una persona notable, muerta recientemente, por lo general es publicada en los periódicos; la objetividad es parte del discurso de la necrología, pero en la cinta se muestra como los primeros trabajos presentados por Monteiro pierden esa imparcialidad al hablar de Marinetti o Gabriele D’Annunzio, atacándolos ferozmente por su adhesión al fascismo.
Este tipo de discursos eran, no sólo incómodos, sino hasta peligrosos, pues en pleno auge del fascismo portugués criticar esa ideología era sinónimo de antipatriota.
LA CULTURA NO ES APOLÍTICA
Sostiene Pereira que es un hombre tranquilo, sin ideas políticas, dedicado sólo a la literatura, a la francesa en particular, y al recuerdo de su mujer, muerta pocos años antes, y con cuyo retrato sigue hablando cada día; se define como apolítico.
Pero ¿un hombre de cultura puede ser apolítico?
Una persona en concreto que sea amante de la cultura, es este caso de la literatura francesa, puede válidamente ser apolítico en sus convicciones personales, pero la cultura en términos generales no es apolítica, ni debe serlo por naturaleza propia.
La cultura se define como todo quehacer transformador del hombre en sociedad, es el conjunto de bienes materiales y espirituales de un grupo social transmitido de generación en generación a fin de orientar las prácticas individuales y colectivas, lo cual incluye lengua, procesos, modos de vida, costumbres, tradiciones, hábitos, valores, patrones, herramientas y conocimiento, entre lo que se incluye la forma de gobernarse.
El tema de la cultura política es de fundamental importancia para la ciencia política actual, puesto que es a partir del conocimiento de los valores, creencias, convicciones y conductas de los ciudadanos en una sociedad determinada que se puede comprender e incidir en la posibilidad de construir y garantizar la solidez y permanencia de un sistema democrático.
Y Pereira advierte y luego sostiene que no puede ser un hombre apolítico.
LA NOVIA, EL CAMARERO Y EL DOCTOR
Sostiene Pereira que cada vez que va al restaurante, el camarero que lo atiende de nombre Manuel, le informa de todas las muertes violentas a manos de la policía política PIDE (Policía Internacional y de Defensa del Estado); también sostiene Pereira que Marta, la novia del joven Monteiro, le ha acompañado a ver un documental propagandístico a favor del régimen fascista portugués; y por último, sostiene Pereira que el doctor Cardoso le ha explicado la teoría de la congregación de las almas, según la cual, cada uno tiene no una, sino muchas almas, siendo una la dominante, que adquiere preponderancia, determinando así una verdadera y propia metamorfosis.
Estos tres personajes, aunado a Monteiro, son el preludio de un gran cambio en Pereira, tan es así que cuando conoce a una mujer judía en el tren, se preocupa de que algo le llegue a pasar, pues en esos tiempos de ultraderecha, el pueblo hebreo no era bien acogido en ningún lugar.
Poco a poco, Pereira empieza a admitir la realidad del régimen bajo el que vive, la violencia, el clima de intimidación, la censura a la que es sometida la prensa, todo aquello que no había querido ver hasta ahora, aislándose de la vida real, concentrado solo en el recuerdo de la esposa y en la literatura.
La Guerra Civil Española, el ataque a la población de Guernica, y el conflicto entre el Vaticano y Bernanos son temas conocidos por Pereira, quien duda de su catolicismo y lo comenta con el Padre António, quien reconoce que es errada la postura del Vaticano, pues la acusación contra la Iglesia española, que planteó Georges Bernanos, era más que justificada, lo cual causó graves problemas de conciencia a los católicos, sobre todo por venir de un escritor de formación, convicciones y militancia católica-ultraderechista, pero era inaceptable matar a inocentes en el nombre de Dios.
Las frases “Sostiene Pereira”, son usadas con frecuencia, como si el autor hubiese escrito la declaración de Pereira ante la policía o el juez, y así se respetó en la película en una voz en off.
En una nota al final del libro, en que se basa la película, se explica que en portugués «pereira» significa «peral» y, como todos los nombres de los árboles frutales, es un nombre de origen hebreo, con esto quiere rendir homenaje al pueblo judío, perseguido por los fascismos europeos en aquellos años; además, sostiene Tabucchi, que Pereira “era sólo un personaje en busca de autor, era alguien que había conocido fugazmente en París, un exiliado portugués, que escribía en un periódico parisino, que había ejercido su oficio de periodista en los años cuarenta y cincuenta en Portugal, bajo la dictadura de Salazar; y que había conseguido hacerle una buena jugarreta a la dictadura salazarista publicando en un periódico portugués un feroz artículo contra el régimen. Después naturalmente, había tenido serios problemas con la policía y se había visto obligado a escoger la vía del exilio”.
Sostiene Pereira que al final tomó conciencia de su compromiso social, y rompió con su individualismo egoísta, para solidarizarse con los demás, aun con el riesgo de perder la vida; pero ¿habrá en México algún periodista que sostenga lo que sostiene Pereira?
La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…