Recorriendo Tecoaque: “Lugar Donde se los Comieron”

Reportaje

Por Susana Vega López, (Enviada)

CALPULALPAN, Tlaxcala.- Uno de los datos que siempre debe tomar en cuenta el viajero, esa persona que le gusta descubrir sitios, que está en búsqueda de nuevas experiencias, es tomar nuevas rutas y observar siempre, admirar el paisaje porque generalmente hay algo que sorprende: algún animal que corre para cruzar la carretera (conejo, cacomixtle, zorrillo), que se arrastra (víboras), el vuelo de un ave (paloma blanca, halcón, pájaro), la forma de los árboles, la vegetación en general, el atardecer, la forma caprichosa de las nubes…

Pues bien, de regreso a la Ciudad de México de la capital de Tlaxcala, una buena opción es irse por el municipio de Calpulalpan, tomar el camino federal, atravesar parte del Valle de México y cruzar una sola caseta de pago de 40 pesos en lugar de tomar la autopista donde  se pagan tres casetas que, juntas rebasan los 200 pesos.

Justo en el kilómetro 33 de la carretera libre federal México-Texcoco-Apizaco-Veracruz, donde la carpeta asfáltica se reduce y deja circular automóviles de ida y vuelta por sendos carriles, de pronto, se vislumbran vestigios prehispánicos, una zona arqueológica que destaca porque sus pirámides son redondas. Se trata de Tecoaque, que en náhuatl significa “lugar en donde se los comieron”.

A decir de documentos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la zona de Zultepec (antes Tecoaque), fue un asentamiento que dominaron los acolhuas (aliados de los aztecas), quienes resguardaban la frontera del imperio de Texcoco con la república de Tlaxcala y los reinos de Tehotihuacán y Tenochtitlán. Desde allí se miran perfectamente los llanos de Apam.

Esta zona fue transitada por los españoles quienes habían acordado la paz con los tlaxcaltecas para unir sus fuerzas, continuar con la conquista y dominar la Gran Tenochtitlán. A cambio, los cuatro señoríos tlaxcaltecas fueron bautizados para adoptar el catolicismo como única religión y ganar la batalla. Pero antes fue paso obligado para trasladar ofrendas, alimentos y mercancías varias.

Dicen los que saben que en estas construcciones fue sacrificada toda una caravana compuesta por españoles, mestizos, zambos, mulatos, macehuales, negros, criollos, mayas y otros indígenas que tenían como objetivo la conquista de la Nueva España. Un documento del INAH señala que los integrantes permanecieron en cautiverio durante varios meses en cuartos sin puertas y que en días de fiesta sacrificaban a las personas para lo cual las inmolaban en honor de algún Dios como Huitzilopochtli en la celebración del Panquetzaliztli para que los protegiera de la gente extraña que llegaba.

En el libro de La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, se apunta que los acolhuas -en su creencia de trascender, de transmutación de la energía- se comieron a los integrantes de la segunda expedición comandada por españoles que en su paso a la conquista sufrió una terrible derrota.

La zona arqueológica no tiene costo de entrada y, en estos tiempos donde continúa el aislamiento voluntario por la pandemia del COVID 19, el lugar apenas tiene una cinta amarilla que supone la prohibición del paso, cosa que no impide admirar los montículos de piedras que se observan perfectamente trazadas y que formaron parte de un gran asentamiento prehispánico.

Calpulalpan, del náhuatl calpollalpan que significa “lugar de casas grandes” o “en las casonas”, es donde Nezahualcóyotl inició su exilio, luego de atravesar Tetzcotzinco y Cuauhtepec (cerro del agua). En 1608 es nombrada Villa San Antonio Calpulalpan. Y ya en el siglo XX se elevó a grado de ciudad.

En este poblado se fabrican instrumentos de cuerda como guitarras, requintos, vihuelas y violines, con madera conocida como “ojo de pájaro”, ébano, oyamel, palo escrito y cedro entre otros árboles. Las artesanías de mimbre y carrizo también son famosas. Es una zona productora de pulque, gusanos de maguey y escamoles, otro insecto que es comestible y muy demandado por los habitantes de la región y requerido para platillos gourmet.

Si bien, el camino es relativamente más largo, se recupera el tiempo porque al entrar a la Ciudad de México se detiene el tránsito por la gran afluencia de automotores en la avenida Zaragoza.

Cabe destacar que existe otra comunidad llamada Calpulalpam de Méndez en el estado de Oaxaca, y forma parte de los 121 Pueblos Mágicos de México. Pero esa es otra historia.

 

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