Viajar en Tiempos del Coronavirus

Frontera Norte Ciudad Juárez

*En los Aeropuertos Inexistente Alguna Protección

*Dice la Biblia que Jesús lo Advirtió Ante sus Discípulos

*Una de las Señales Apocalípticas Serían las “Pestes”

*En Perú, el Gobierno Alzó Prohibiciones y Multas

*Propuestas a la OEA del Congreso por la Vida y la Familia

Por Rafael Navarro Barrón

LIMA, Perú.- He pasado la revisión en tres aeropuertos internacionales y nada ha ocurrido en relación a las medidas preventivas que un país, tan endeble como México y otro igual de frágil como Perú, pudieran tener en sus instalaciones para creer que sus dependencias de salud están preocupados por lo que ocurre en el mundo.

Al contrario, los sistemas se revisión y de conglomeración son los mismos de siempre. La burocracia que revisa el entrar y salir de personas a los países destino son exactamente igual de lentos y escasos en el entendimiento del mal.

En Lima, Perú, la revisión duró una hora, mientras un ejército de viajeros de todo el mundo esperaba en fila para ser atendidos por poco más de una docena de oficiales que convivían en un área con más de 2 mil 500 personas.

Los muertos de la terrible enfermedad que ahora conocemos como Covid-19 o Coronavirus de Wuhan, hablan por sí mismos. Tengo poco más de 5 décadas en el mundo y no había visto algo igual.

Los muertos hablan, gritan. Sus decesos son dolorosos y silenciosos, igual que sus exequias. Sus seres queridos no se pueden despedir de ellos porque en las honras fúnebres los muertos pueden contagiar a los vivos.

Ahora el hombre es apestado en su mismo mundo. Un virus invisible está destruyendo economías y amenaza a la humanidad entera. Ahora entendemos las “pestes” de los dos siglos pasados; ahora es entendible la visión profética de Jesús cuando dijo a sus discípulos que una de las señales apocalípticas serían las “pestes”.

Ahora cobran vigor las historias de zombis, de muertos vivientes que son arrebatados de sus familias sin ninguna consideración. De millones de personas en cuarentenas mientras las calles están vacías y los supermercados parece que fueron saqueados.

En esa estamos, mientras viajo a Lima, Perú. El país tiene 13 infectados y cientos en cuarentena; el gobierno alzó prohibiciones y multas a quien no respete las medidas preventivas o rompa la regla sanitaria de permanecer encerrado en casa.

Llegué a Lima para participar en el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia; a partir de ese análisis se darán a conocer las propuestas que se harán ante la Organización de Estados Americanos para hacer frente al problema global que está originando la ideología de género, una especie de coronavirus social, que está atacando los países con gobiernos de izquierda.

El movimiento Provida, es ahora la víctima de los grupos progresista que manejan, con mucha libertad, los “derechos de la sociedad” a abortar, a los matrimonios homosexuales, a promover sociedades con niños trans, a la eutanasia y a todas las ocurrencias y barbaridades que se van agregando en la agenda lesbico-gay del mundo.

Del 2009 a la fecha, en la ciudad de México, han asesinado más niños que las vidas que ha cobrado el Coronavirus. El aborto ha rebasado los 300 mil asesinatos impunes.

Las mujeres, vestidas de feministas, se han convertido en amplias promotoras de la agenda LGBTTIQ+ y tienen derecho a destruir, ensuciar con pinturas las bardas y monumentos históricos, a saquear negocios a ingresar a templos y destruir el interior.

Nadie se puede defender de esas agresiones, ni siquiera la policía puede intervenir porque tienen derecho legal para hacer lo que les venga en gana. Llevan a sus mítines sofisticadas bombas Molotov y las explotan frente a policías que, ardiendo, hacen como que ignoran quiénes fueron sus agresoras.

Mientras, otro grupo de mujeres, defienden a las mismas mujeres en gritos de ¡ya basta! ante tanto asesinato impune de niñas y jóvenes, además de violaciones donde el victimario muchas veces es la misma autoridad que se siente en libertad de acosar y tomar los cuerpos de sus compañeras de trabajo o de jovencitas que les atraen físicamente.

Vivo en Ciudad Juárez, la ciudad de los feminicidios y la impunidad. La situación es complicada desde 1994. Narcos, junior (hijos de empresarios), enfermos mentales y sexuales, maridos y novios celosos, drogadictos y bebedores han recurrido al crimen de mujeres de todas las edades por el simple hecho de imponer la visión de que el hombre es el sexo fuerte, que se puede volver impositivo y criminal.

Pero ahora estoy en Lima con otra preocupación: la ineptitud de los gobiernos mexicano y peruano para entender que la amenaza del Coronavirus es real. Cada minuto observo desde esta costa del Pacífico como en mi país aumentan los contagios.

Pero en los aeropuertos nadie nos revisa, ni preguntan, ni extiende una dosis de antibacterial para salvaguardar nuestra salud.

Por el contrario, allí están los funcionarios, los policías, los burócratas con un tapabocas gastado y que solo protege su rostro, pero no su ineptitud y su negligencia.

 

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