Por Jesús Michel Narváez
Hablar de “guerrita de fuerzas” entre Arabia Saudita y Rusia no deja de ser un despropósito. Es una guerrota por el control de los precios y producción petróleo que consumen los países desarrollados. Y confiar que en unas semanas, quizá un par de meses, se llegue a un acuerdo que permita estabilizar el mercado, es no tener una real prospectiva.
Y lo sorprendente es que sea el secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez que lo manifieste en una entrevista radiofónica con los periodistas de Fórmula Financiera, Marco Mares y José Yuste ante la caída del precio del crudo y presuma que las finanzas públicas no sufrirán nuevos apretones de cinturón “porque hay cobertura petrolera” que garantizan el ingreso de 49 dólares por barril en la exportación de crudo mexicanos.
Lo extraño es que no confirme que la cobertura se paga al final del año lo que deja al país con 9 meses de no recibir los ingresos presupuestados por la Cámara de Diputados para el ejercicio 2020.
Minimizar las diferencias entre la Federación Rusa –y solo para el breviario cultural: ya no se llama Rusia o Unión Soviética- con el mayor productor mundial de petróleo es estar fuerza del contexto global.
De otra parte, afirmar que la ampliación de la subasta de dólares de 20 a 30 mil millones de dólares para evitar la “incertidumbre” de inversionistas y empresas extranjeras que operan en el país y para frenar la debilidad del peso, no contribuye a recuperar la confianza perdida por decisiones equivocadas en materia económica. Al contrario, la acelera porque es un indicador de que las cosas no están como miel sobre hojuelas.
Al final del día es que el peso se depreció –eufemismo usado para no pronunciar el vocablo devaluó- y llegó a cotizarse a 21.56 por dólar, la peor en los últimos 3 años y con el riesgo de que la tendencia se mantenga en los próximos días a pesar de la decisión de ofertar más billetes verdes para impedir la especulación.
Y finalmente el secretario de Hacienda admite que el covid-19 representa un gran riesgo para la economía nacional, algo negado por el subsecretario López-Gatell y por el mismísimo vecino en Palacio Nacional.
Malo que deje la decisión de cómo se atacará el coronavirus en manos de un médico que prefiere los reflectores a la toma de acciones que frenen, aíslen y hasta rechacen la presencia de un virus que ya es global.
Claro, sobresale la “guerrita de fuerzas” entre una nación que tiene armas nucleares de última generación y otra que cuenta con los yacimientos petroleros más grandes del mundo y cuya extracción se hace con la tecnología más moderna que se conozca que, seguramente, doña Roció Nahle aún desconoce.
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