*Reabiertas dos Heridas no Bien Cicatrizadas
*El Lapso ha Sido Insuficiente Para Restañarlas
*Por un Lado el “Proces” Haya Sido Legal o Ilegal
*Y Francisco Franco que Sigue Teniendo Adeptos
Por Silvestre Villegas Revueltas
Cuando se escriben las presentes líneas se están sucediendo en España dos tormentas. Por un lado, el innegable descontento popular de la mitad de la sociedad catalana resultante de la sentencia promulgada por el aparato judicial en contra de algunos líderes que participaron en lo que las autoridades españolas han llamado: la ilegal consulta y posterior declaración de independencia de Cataluña, el conocido “proces”. En otro sentido, el asunto de trasladar los restos del dictador Francisco Franco, del mausoleo llamado el “Valle de los Caídos” a una sepultura privada en el panteón de El Pardo donde reposan los restos de su esposa Carmen Polo. De tiempo atrás ambos acontecimientos han desatado polémicas, insultos y quizá peor, han reabierto heridas que, aunque cicatrizadas no están del todo curadas porque, aunque los sucesivos gobiernos españoles reiteradamente se han negado en reconocerlas, ambos asuntos no están resueltos; la identidad catalana se ha potencializado y desde la independizada América que incluye a los EU podemos predecir que al final de cuentas Cataluña se convertirá en un estado aparte de España. Respecto a los temas relativos al franquismo, como historiador podemos decir que los 44 años posteriores a la muerte de Franco siguen siendo un lapso insuficiente para restañar heridas, porque todavía el día de hoy muchos vencedores y vencidos siguen caminando en “este valle de lágrimas”. Hace días la presidenta de El Colegio de México afirmo que el republicanismo español está en el ADN de la institución, y si por otro lado, visita uno algunos bares marineros cercanos al puerto de Santander podrá uno percatarse que, al menos en la parafernalia, sigue muy presente los símbolos y simpatías por la falange, el Caudillo y una España “nacional” que también vive.
¿Qué hacer? Diría el líder bolchevique Vladimir Ilich Lenin. No la tienen fácil las autoridades españolas ni tampoco el pueblo español en su conjunto. La primera contrariedad que desde la ignorancia me asaltó, fue ver que los líderes catalanes detenidos/encarcelados podían presentarse como candidatos a unas elecciones generales y ser votados. En México y en otros países ni Junqueras, ni Puigdemont amén de otros detenidos jamás hubieran aparecidos en las boletas electorales porque si uno es acusado, detenido y luego encarcelado se pierden por ello mismo los derechos políticos. Ahora, aunque la formalidad jurídica ha sentenciado que tales individuos incurrieron en los delitos de sedición y apropiación de caudales públicos, en la realidad ni Junqueras, ni Puigdemont y los demás no son unos sediciosos tipo Pinochet, tipo Sendero Luminoso. Más bien se parecen al papel que ha desempeñado el autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, en Venezuela, por cierto reconocido diplomáticamente por España. Y respecto a los dineros catalanes tampoco tienen nada que ver con las inmensas defraudaciones tipo Eduardo Medina Mora que el actual gobierno mexicano está intentando combatir. Pero sí ambos temas pueden llevar a quien escribe a una supuesta polémica con funcionarios y juristas españoles, lo más preocupante es ¿cómo convencer a los miles de jóvenes y “catalanes de pura cepa” que se han manifestado en las calles -los cuales constituyen la mitad de la población catalana- de que a ellos y a Cataluña le conviene ser parte integral del reino de España. Las independencias se consiguen a través de luchas violentas, tienen sus mártires pero, sobre todo, al final logran convencer a la parte metropolitana de que lo mejor para las dos partes es la separación. Yo sé que Cataluña no es un colonia de España pero la disgregación de Yugoslavia, particularmente el caso de Croacia y Eslovenia son particularmente interesantes desde el punto de vista cultural/político luego reivindicativo. Me parece, desde este lado del Atlántico, que antes de llegar a la última racionalidad hay que negociar y renegociar una y otra vez si el fin es la unidad de España. Encerrarse en la sentencia, amenazar con el artículo 155 y en el caso opuesto: independencia total o el desastre. Son actitudes muy españolas pero sin perspectiva en este tema de largo plazo.