Por Iván Ruiz Flores
Así como la Biblioteca José Vasconcelos, de Vicente Fox, que se fue a la basura no obstante la inversión de 2,000 millones de pesos, ocurrirá con el Aeropuerto de Santa Lucía, un sitio inadecuado para terminal aérea y, lo más grave es toda la destrucción prehispánica consecuente, sólo por la necedad de un gobernante.
Es triste, pero en ese camino andamos los mexicanos que no podemos hacer nada para evitarlo y sólo ver la destrucción a capricho e ignorancia que se lleva a cabo.
Otro lamentable y horroroso ejemplo, es la “Estela de luz” (“estafa de luz”, le dicen) realizada durante el mandato de Felipe Calderón con un costo final de 1,035 millones de pesos.
También, de acuerdo a la revista de arquitectura “Código”, otro fracaso fue la Expo Bicentenario 2010, cuyo costo fue de 2,000 millones de pesos. Señala:
“2010 fue el año del derroche de Calderón. Con la excusa de celebrar el centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia, el presidente de entonces aprovechó la oportunidad para festejar a lo grande. La Expo Bicentenario, construida en Guanajuato, pretendía ser una especie de museo donde el visitante observara su pasado y lo relacionara con su presente. ¿Cuál fue su problema? Pocas personas la visitaron. Además, en marzo de 2010 el secretario de Gobierno, Héctor López Santillana, informó que “a pesar de estar fuera de operación, el mantenimiento de la expo costaba a los guanajuatenses un millón 219 mil 500 pesos mensuales”. Ni más ni menos”.
Otra pifia fue la sede del Senado que aun no ha sido terminada después de que se tenía previsto con motivo del Centenario de la Revolución Mexicana (en 2017). Costó a los mexicanos 3,900 millones de pesos.
Y el peor ridículo sucedió en la pasada administración cuando fue lanzado el satélite de comunicaciones Centenario en mayo de 2015 y en ese hecho ocurrido en Baikonur Kazajistán. Las pérdidas fueron de 300 millones de dólares aproximadamente. Los pedazos los tuvieron que recoger en Siria.