El sábado anterior, en el estado de Tlaxcala, el diputado del Partido del Trabajo Gerardo Fernández Noroña alardeó así en una reunión con sus seguidores, quienes le demandaron enfrentarse con una representante panista en aquella entidad: “Me comentan que hay una diputada (Adriana Dávila) que fue senadora y que está involucrada en ese tema y que es más bocona que la chingada, no sé si sea cierto o no, pero en Tlaxcala siguen los problemas y son elementos para ponerle una chinga la próxima vez que abra la boca”.
Las denuncias de algunos de los asistentes referían supuestos de la relación de Adriana Dávila –quien paradójicamente fue presidenta de la Comisión de Trata de Personas en el Senado de la República, la pasada legislatura-, con grupos relacionados con el tráfico y prostitución en Tlaxcala. Y de eso, el petista hizo eco. Tras esos afanes la sesión se interrumpió una hora en la cámara.
Este medio día, al inicio de la sesión ordinaria en San Lázaro, y minutos antes que el secretario de Agricultura del gobierno federal, Víctor Manuel Villalobos comparecería en el marco de la glosa del primer informe del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, cinco diputadas del PAN, entre ellas Adriana Dávila y Marcela Torres Peimbert se presentaron en el podio de conferencias cubriéndose la boca con tapabocas, para evidenciar su inconformidad y desasosiego por la expresión misógina de Gerardo Fernández.
En ese momento al interior del salón de plenos, también, el petista –otra vez- intentó jalar la atención, con reclamo de por medio, a la presidenta de la Mesa Directiva, Angélica Rojas. Reiteró que el Congreso del estado de Nuevo León lo había victimizado, declarándolo persona no grata en aquella entidad, e insistió en que el Poder Judicial lo había exonerado.
Así, al concluir su conferencia de prensa las panistas –ahora ya acompañadas por diputadas del PRI- ingresaron al salón de sesiones, y María Marcela Torres Peimbert solicitó el uso de la palabra: “presidenta, simplemente a nombre de todas las compañeras aquí presentes, exigir una disculpa pública del diputado Noroña por la misoginia y la agresión en contra de una compañera nuestra, en un país donde hay tanta muerte de mujeres, tantos feminicidios, tanta agresión. No es posible que un legislador tenga esas expresiones públicas, porque atenta, no solo contra las mujeres, sino contra el honor que este recinto merece. Entonces, exigir una disculpa pública.”
Fernández, de inmediato reaccionó sin medir su respuesta: “Espero que no me acusen de violencia de género por reclamarles su facciosidad. La sesión pasada no me dejó terminar el tema del amparo, presidenta ¡no, no, no!, espéreme un momento.”
Y se generó una ronda de dimes y diretes entre la presidenta y el diputado. Finalmente, a éste le fue concedida la voz desde su curul. “Antes de la alusión le estoy reclamando su actitud facciosa, que permite la introducción de un tema que la semana pasada a mí no me permitió, me interrumpió el uso de la palabra. Le estoy reclamando un manejo incorrecto y parcial desde la Presidencia de la Mesa Directiva.”
-No le acepto ese reclamo –replicó la presidenta cameral.
-No, espéreme. Deje de interrumpirme. Deje de interrumpirme. No hay diálogo, somos pares, diputada presidenta. Déjeme terminar y deje de interrumpirme.
Y comenzó la desafortunada intervención de Gerardo Fernández, quien no midió cómo dejaba a la diputada panista, claro aduciendo versiones de terceros: “Hay trata de personas en Tlaxcala y yo hice un señalamiento muy fuerte sobre el tema. Y ahora, Acción Nacional reconoce que una diputada suya está involucrada en la trata de personas.”
Y también, Adriana Dávila respondió con dureza. “Hay una costumbre del diputado Gerardo Fernández Noroña de denunciar, de hacer señalamientos que no solo no le constan, sino que ponen en riesgo la integridad de las personas. Mi trabajo no está en cuestionamiento. Con mucho gusto, y lo anuncié, entregaré toda la información que corresponda, pero no le puedo permitir al diputado que, amparado bajo el fuero y el artículo 61, utilice expresiones que castigan, que lamentan y que por supuesto ponen en riesgo mi integridad física y la de mi familia.
“No se lo puedo permitir. Una persona que utiliza la misoginia, que utiliza la agresión, que utiliza la violencia, lo único que se merece es que vaya a las autoridades correspondientes.”
Y esa alusión no se podía quedar sin replicarse. El petista se defendió: “yo no he aludido a ninguna diputada o diputado de Acción Nacional, ni en Tlaxcala, ni aquí, no los he aludido. Yo tengo conocimiento que, en Tenancingo, Tlaxcala, hay grave trata de personas, 99 por ciento mujeres y niñas, y hay políticos y políticas involucrados. Yo no tengo que presentar ninguna prueba en este pleno, porque al salir Acción Nacional a defender una diputada y ponerle nombre y apellido, y decir que yo la aludí y la injurié, está señalando que ella está vinculada a la trata de personas, es así de claro. Y yo voy a subir a tribuna en su momento y los voy a poner en su lugar, porque los misóginos me acusan de misoginia, son unos hipócritas.”
Mientras el secretario de agricultura, esperaba ingresar al pleno para darle cauce a la glosa del informe presidencial, el desorden imperante en el pleno, que llevó a diputadas del PAN, PRI, MC y PRD a la tribuna para reclamar el tono del petista Gerardo Fernández, Laura Rojas decretó un receso que se extendió una hora.
Y de esa pausa se generó un acuerdo, en el que el petista cambió el tono y contenido de su narrativa, para aceptar, en conferencia de prensa encabezadas por los coordinadores parlamentarios del Morena, PAN, y Partido del Trabajo, que se había equivocado y sus dichos no pretendían dañar la integridad de la diputada Dávila, y su familia.
Ella, aceptó la disculpa, pero se mantuvo en llevar el caso al Comité de Ética del órgano cameral, y llegar hasta las últimas consecuencias porque la violencia contra las mujeres, no puede ser admisible, provenga de donde provenga. Finalmente todos los diputados, dejaron sonrientes, el pódium de conferencias.
