La industria automotriz de EEUU tendría que cumplir sus ambiciones en medio de descenso de la producción y las importaciones de acero, indican los datos estadísticos, analizados por Sputnik. Por otro lado, las anunciadas tarifas a los rivales extranjeros también serían un golpe para los fabricantes y los consumidores del país, advierte ‘Reuters’.
A pesar de la promesa inaugural del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que su país volvería a producir automóviles «a un ritmo que EEUU no podría haber soñado hace un par de años», los datos estadísticos muestran que Washington se verá obligado a poner en marcha este plan en un contexto de descenso no solo de la producción nacional, sino también de las importaciones de materias primas clave.
En particular, la producción de acero en Estados Unidos ha disminuido por tercer mes consecutivo, cayendo a 6.400 millones de toneladas en noviembre desde los 7.000 millones de agosto, de acuerdo con la Asociación Mundial del Acero. Es la cifra mensual más baja desde febrero de 2023, cuando la producción fue de 6.000 millones de toneladas.
Al mismo tiempo, el país norteamericano redujo las importaciones de hierro y acero por tercer año consecutivo. En el periodo enero-noviembre de 2024, las compras alcanzaron los 29.100 millones de dólares, frente a los 40.000 millones del mismo periodo de 2022.
Pero no son solo los factores de suministro y producción de estas materias primas los que podrían perjudicar a la industria automotriz estadounidense, sino también las propias decisiones de Trump con respecto a tarifas. Es lo que alerta la agencia Reuters, que cita a representantes del sector alemán, uno de los actores clave en el mercado global de productos de automoción y socios de Estados Unidos.
Por ejemplo, la presidenta de la asociación automovilística alemana VDA, Hildegard Muller, afirmó en la rueda de prensa anual que los aranceles de Trump —que afectarían a los fabricantes de automóviles mexicanos, europeos y asiáticos— provocarían una mayor inflación en EEUU. Señaló que la no imposición de gravámenes presupone la preservación de «muchos puestos de trabajo en Estados Unidos, una red de producción que funciona y que también garantiza el crecimiento y la prosperidad en ese país».
La aplicación de aranceles, por el contrario, significaría «precios más altos de los coches para los consumidores estadounidenses y un golpe a los fabricantes de automóviles», como recoge el medio.
A su vez, representantes del gigante alemán Volkswagen, que va a invertir unos 10.000 millones de dólares en este país, también manifestaron que «están preocupados por el impacto económico perjudicial que los aranceles propuestos tendrán en los consumidores estadounidenses y en la industria automovilística internacional». Sputnik