Obesidad sin remedio…

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

El secretario de Educación -ese es el cargo- propuso y se aprobó, que en las tiendas localizadas al interior de las escuelas no se venda frituras, gansitos, papas -de las que ni puedes comer solo una-, dulces, refrescos y, en síntesis, todo aquello que esté en el catálogo de comida chatarra. La idea es cuidar el sobrepeso en los niños y adolescentes. 

La presidenta Sheinbaum hace suya la propuesta y recomienda comer lo muy mexicano, como si los alimentos nacionales no hicieran engordar a quienes los consumen.

Porque no se dirá, ni en broma, que las “guajolotas” -telera rellena con un tamal lo mismo de dulce que de chile o mole y hasta de frijoles-, atoles de maicena, fresa y hasta champurrado; chilaquiles, gorditas de chicharrón con queso, cilantro, cebolla y salsas; chalupitas poblanas, tostadas de pollo, taquitos al pastor y de la enorme variedad que existe, entre la vasta gastronomía mexicana que, incluye la sopa de pasta -aguada o seca, el postre y agua de sabor endulzada y de remate un café de olla, que se hace con piloncillo, no hacen que la gente suba de peso.

El problema no es la comida chatarra que, sin duda provoca enfermedades y obesidad. El fondo es la cantidad que se ingiera y la falta de movilidad, es decir, ejercicio.

Lo último es difícil de hacer porque no hay espacios públicos suficientes para ejercerlo. Sí, abundan los “gims” que representan la costosa alternativa.

Súmele usted que acudir a un restaurante es poco menos que imposible para quienes son empleados y la mayoría lleva su “lonche” preparado en casa y busca en dónde “echarse un taco” y no de ojo precisamente, sino en cualquier puesto semifijo o los que se transportan en bicicleta que no son otros que los de canasta. 

Mientras no exista una educación alimentaria, en la que se incluyan los daños que provoca la comida chatarra, y que se entienda que el exceso de lo que se ingiera dará como resultado embarnecer, lo cual sería lo idea, y después pasar al siguiente nivel, sobrepeso hasta llegar a la obesidad.

Quienes tenemos la oportunidad de caminar por algunas calles de la Ciudad de México -y en ocasiones en otras poblaciones- observamos que, de cada 10 mujeres, 9 presentan sobrepeso; en los hombres son 8 de cada 10. 

Se advierte la multiplicación de puestos semifijos en los que lo mismo se ofrecen hamburguesas, perros calientes, que tacos y tortas de inmensa variedad. Y hay sitios en los que los clientes hacen fila para disfrutar del guiso casero -de casa ajena, por supuesto- que “está para chuparse los dedos”.

Todo, claro está, acompañado de su refresco de cola.

Las aguas llamadas frescas, no son recomendables por la falta de higiene. Los alimentos tampoco gozan de medallas a la limpieza, pero como se trata de guisados que permanecen sobre fuego, tienden a matar los bichos.

Si el titular de la SEP y su jefa quieren que haya menos obesidad en niños y jóvenes que asisten a las escuelas públicas, tendrían que emitir un bando que impida la venta de papas, chocolates, dulces, etcétera a menores de 18 años, tal y como se hace con cervezas y bebidas alcohólicas o cigarrillos.

Y revivir las escuelas de tiempo completo que incluyan comedor.

Si no se toman las medidas con oportunidad, la enorme mayoría de las personas serán consumidoras de ropa extralarga.

Más acción y menos palabrería es lo que le hace falta a la autoridad de los tres niveles de gobierno.

¿Y qué tal si nos sumamos a comernos unos tacos campechanos, unos panuchos o unos de hígado encebollado?

Hasta agua se hace en la boca.

Todo con medida y nada con exceso.

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Facebook Jesus Michel, X @misionpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por Radio Cañón en el 760 de amplitud modulada.

 

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