La alocución ante la Asamblea General, en medio de la escalada del conflicto en Medio Oriente, mostró al mandatario despidiéndose del escenario global sin éxitos que presumir, y con una larga lista de conflictos que la Casa Blanca se ha dedicado a impulsar buscando castigar a cualquiera que no siga las órdenes de Washington.
El 21 de septiembre del 2021, en el que fue su primer discurso como presidente de los EEUU ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Joe Biden afirmó que su administración «no estaba buscando una nueva Guerra Fría» ni que «el mundo se divida en bloques rígidos», asegurando que la Casa Blanca estaba lista para trabajar con los gobiernos de todos los países, sin importar las diferencias que pudiesen tener con ellos.
Tres años después de esas palabras, la Casa Blanca no solo escaló la confrontación con China y Rusia, profundizando las sanciones implementadas por su antecesor Donald Trump y desatando un conflicto con Moscú utilizando a Ucrania y al gobierno de Kiev. También está implicada en el escalamiento de los ataques contra Gaza y el Líbano por parte de Israel, ya que EEUU financia el 15% del presupuesto de Defensa de la nación hebrea, y envía el 70% del armamento que utilizan sus fuerzas militares, convirtiendo aquella promesa inicial de Biden en algo más que una mentira y en una reliquia de una época en la que intentó presentarse al mundo como un jefe de Estado pacifista.
En ese sentido, en su discurso de este martes 24 de septiembre ante el mismo foro, en la ciudad de Nueva York, el mandatario presentó al mundo como un enfrentamiento entre malos y buenos, este último bando liderado por su propio país. En su alocución, el presidente de EEUU repasó una serie de conflictos mundiales, evitando cualquier atisbo de autocrítica, y asegurando que, pese a todo, siente optimismo en el futuro. «Aunque muchos vean ahora el mundo y vean dificultades y se depriman, yo no lo haré», declaró.
Además, Biden hizo referencia a su salida de la contienda electoral, forzada por el Partido Demócrata debido a su hundimiento en las encuestas tras su catastrófico desempeño en el debate con el candidato republicano y expresidente Donald Trump, diciendo que «hay cosas más importantes que mantenerse en el poder». Esto pese a que el mandatario es uno de los políticos en la historia de su país que más tiempo permanecieron tanto en el Senado (36 años) como en el Ejecutivo (12 años, entre ser vicepresidente de Barack Obama y su propio tiempo en la Oficina Oval).
¿Pero qué dejó el discurso de Biden en lo que fue considerado su adiós del escenario global, ante su inminente salida del poder y retiro de la vida política, siendo su última gran chance de defender su legado de política exterior ante un auditorio internacional?
«Un presidente derrotado»
Para Demian Bio, internacionalista egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el mensaje de Biden «exhibió un presidente derrotado y una doctrina agonizante», haciendo alusión a la hegemonía belicista de EEUU que rigió buena parte del siglo XX, añadiendo que el demócrata hizo gala de un cinismo «escandaloso» en su defensa de Israel.
Al respecto, el analista señala que a la vez que Biden llamó a encontrar una salida pacífica al conflicto en Oriente Medio, prometió seguir apoyando militarmente al proyecto Ucrania, una jugada de su administración para intentar debilitar a Moscú y reunificar a Occidente bajo la tutela de Washington, y que solo ha provocado muertes y tensiones a lo largo de Europa.
«Esa contradicción encapsula perfectamente lo que ha sido desde siempre la hipocresía de Washington, y que se ha exhibido de manera transparente en su gobierno: cuando se trata de EEUU o sus aliados, el presunto ‘orden internacional basado en reglas’ no es importante que se cumpla, lo principal allí son los intereses geopolíticos o las ganancias del complejo industrial militar. Ahora, cuando se trata de los adversarios de EEUU, este llamado ‘orden internacional basado en reglas’ es lo único que debe ser defendido, y su presunto rompimiento justifica golpes de estado, sanciones o campaña de desestabilización financiadas por Washington, todo en nombre de la democracia y la paz mundial», señala.
Bio recuerda que en relación a Israel y su operación militar en Gaza (ahora extendida al Líbano) que ya lleva casi un año, pese a amenazar en numerosas oportunidades con distintas líneas rojas que podrían poner el fin al envío de asistencia militar de EEUU a Israel, como por ejemplo la invasión a Rafah, Biden jamás se corrió un centímetro de la postura de respaldo total a Tel Aviv.
«Biden manejó de manera terrible las dos principales crisis de política exterior de su gobierno, la retirada de Afganistán del personal militar de EEUU, y la represalia de su principal aliado en Oriente Medio, Israel, al grupo Hamás por su atentado del 7 de octubre. En el primer caso, se trató de una retirada caótica, mal planeada, que dejó un saldo de 13 soldados estadounidenses muertos, luego de una cruenta y fracasada ocupación de 20 años. En la crisis más reciente, Biden fue incapaz de contener los peores instintos de Natanyahu, permitiendo que se llevara adelante una operación militar con un numero dramáticamente alto de muertes inocentes», señala el experto.
Para Bio, que Biden haya ido a las Naciones Unidas a repetir que su plan sigue siendo un cese al fuego, cuando Israel continúa haciendo caso omiso a EEUU, mientras su propio Departamento de Estado no ha frenado el envío del armamento que se utiliza para esos ataques, es señal de que el demócrata «o se ha rendido, o se ha quedado sin ideas, o sigue creyendo que el público compra sus mentiras pese a que la realidad muestra lo contrario de lo que él está diciendo».
La debilidad de Biden es tal, señala el experto, que la propia oficina de Benjamín Netanyahu difundió este 24 de septiembre, en el mismo momento que el presidente de EEUU daba su discurso abogando por una salida diplomática para la crisis en el Medio Oriente, un escrito en el que el primer ministro de Israel declaraba que los ataques contra el Líbano no se detendrían.
«Si los aliados de Biden le tienen ese respeto, ¿qué se puede esperar del resto del mundo, que ha sufrido históricamente de las políticas de suma cero de los EEUU?», se pregunta Bio, quien afirma que cuando los propios analistas de EEUU catalogan a la política exterior del demócrata de «maximalista», lo que en realidad están queriendo decir es que ha sido «extra-injererencista».
En ese sentido, el experto afirma que Biden ha sido históricamente un halcón en cuanto a política exterior desde sus épocas en el senado, y que su reconversión en un mandatario con ideas vagamente moderadas eran apenas una reacción a la agenda «America First» de su adversario opositor, Donald Trump.
Sin embargo, durante su mandato como presidente, Biden no solo mantuvo muchas de las más controversiales políticas del republicano, sino que en muchos casos las profundizó.
«Con Venezuela y Cuba, los bloqueos y el hostigamiento a esos países de EEUU continuaron. Pese a lo que prometió en beneficio del mundo, la transición a la energía renovable actualmente está siendo liderada por China, luego que el demócrata la abandonara en pos de ganar las elecciones en los estados industriales», señala Bio.
«Toda su política exterior ha sido principalmente en favor del lobby militar y guiada por una noción anacrónica de Guerra Fría, de mundo unipolar. Pero el mundo, afortunadamente, ya ha superado esa etapa, y es por eso que el discurso de Biden fue penoso y olvidable», concluye. Sputnik