Jorge Arguello, Las dos almas de Estados Unidos. Editorial: Capital Intelectual, Buenos Aires, 2024, 280 páginas.
DAVID MARKLIMO
Los Estados Unidos están por celebrar elecciones presidenciales el 5 de noviembre del presente año. Todo el mundo se ha preguntado si Donald Trump podrá volver a vivir en la Casa Blanca o si Jospeh Biden podría ganarle. Bastó un debate presidencial, para que el Partido Demócrata se diese cuenta del grave riesgo de derrota y, en una decisión inédita, presionaron a Biden para que cediese su lugar a la vicepresidenta, Kamala Harris.
Para comprender a cabalidad lo que sucede en el vecino del norte hace falta, pues, ser un agudo observador. Más o menos, esa es la carta de presentación de Jorge Argüello, exdiplomático argentino que ha publicado Las dos almas de Estados Unidos. Ahí, Argüello vuelca toda su experiencia personal y su conocimiento político para explicar la situación actual de una potencia que solía ser. Arguello conoce el territorio. Estudió en Estados Unidos, actuó como embajador en la ONU, y dos veces representó a la Argentina ante la Casa Blanca. Fue testigo de la disrupción protagonizada por Barack Obama y se preocupó por la agenda rampante de Donald Trump. Y al final de su ciclo diplomático en DC, observó como Joseph Biden trataba de evitar que la tensión doméstica no afectara la influencia geopolítica del Salón Oval.
A grandes rasgos, el libro nos habla de una nación condicionada por las presiones internas y las pujas internacionales. Trump es Trump. Pero Kamala Harris no funge como Biden ni tiene el brillo de Barak Obama. Es una versión moderna del Partido Demócrata, pero con más realismo político al momento de fijar la agenda hacia adelante.
El clima de aguda polarización que fue apoderándose del sistema político estadounidense, desde aquellas batallas legislativas del speaker republicano Newt Gingrich (1995-1999) contra la Administración Clinton, pasando por la guerra cultural del Tea Party hasta la irrupción de Trump y la aparición de una corriente bien definida de izquierda entre los demócratas, ha condicionado como nunca el sistema político. Y aquí viene lo interesante, la polarización se relacionaba no tanto con la disputa por liderazgos políticos o ideológicos tradicionales, sino con las tensiones internas y externas en la sociedad, alcanzada por transformaciones económicas, sociales y culturales que dejaron ver dos países distintos: mas o menos religiosos, más o menos anclados en un pasado próspero. En el fondo, dos almas opuestas en una misma nación.
También establece que la crisis interna en el sistema institucional se aplaca cuando un enemigo externo amenaza la seguridad y el estilo de vida de los americanos. En este contexto, el exembajador rescata la coincidencia entre demócratas y republicanos para contener la ofensiva tecnológica de China. Este no es un tema bipartidista: Biden ha seguido -actualizado y refinado- el camino de Trump, si nos guiamos por la Estrategia Nacional de Seguridad de 2022. A largo plazo, no basta con ¨condicionar a China¨, sino de evitar un cambio del orden mundial en todos sus ámbitos.
De igual forma, se define la situación interna de los Estados Unidos, que atraviesa todas sus regiones, sus clases sociales y sus pertenencias étnicas y religiosas. No es posible su lectura sin pensar en el futuro de la relación de México con Estados Unidos. Surge la idea de que el gobierno de México necesita proyectar los temas en los cuales nuestro país podría negociar en mejores condiciones frente a nuestros vecinos porque tiene una situación geográfica privilegiada y porque el país es clave para garantizar la seguridad nacional de Estados Unidos. Este último punto es aún más importante si se toma en cuenta que con la seguridad también se incluye la prosperidad de los norteamericanos, dado que nuestra relación económica es sustantiva.
La definición personal que nos ofrece el embajador Arguello es valiosa en tanto que puede servir para discernir qué podría pasar en Estados Unidos con la asunción de su futuro presidente en enero de 2024.
