Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Se necesita tener un gramo de materia gris para saber cómo reacciona el ciudadano a las propuestas de quién propone soluciones a rajatabla y cuyo efecto solo es uno: horadar el bolsillo.
James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992, presentó tres frases que no se olvidan: “Cambio vs. más de lo mismo; es la economía, estúpido; y no olvidar el sistema de salud”.
Esa fue la visión de un asesor consciente de lo que el pueblo exigía de sus gobernantes y no los había escuchado.
El resultado de la campaña fue la clara victoria del demócrata sobre un líder que gozaba de la confianza de los estadounidenses: George H. Bush, padre y quien buscaba la reelección.
El sentido de las frases cortas y contundentes, fue la respuesta esperada por los votantes.
¿Por qué la economía?, porque sin un bolsillo con dinero, sin un empleo remunerado adecuadamente que permitiera pagar la hipoteca, el colegio, la universidad y satisfacer las necesidades básica, es imposible sobrevivir.
¿Por qué cambio vs. más de lo mismo?, porque el hartazgo, que ya vivimos en 2018, se manifiesta en las urnas si el proyecto político, la promesa de campaña, es similar o igual a la que se quiere combatir con el cambio de personaje en la Casa Blanca. ¿Por qué votar por el cambio si te ofrecen lo mismo?
Y no olvidar el sistema de salud conlleva el humanismo de un presidente que se preocupa por sus gobernados en darles la posibilidad de encontrar cómo ser tratados en el cuidado de su salud.
Los tres elementos se conjugan en las campañas que habrán de terminar a fin de mes y cuyos actores políticos buscan suceder al actual huésped temporal de Palacio Nacional.
Para nadie es un secreto que solo en la mente del presidente mexicano la “economía está requetebíén” cuando los recursos se destinan a obras faraónicas que no tienen plazo para el retorno del capital; cuando el empleo formal no crece y apenas ronda en los mismos números de 2018. La herencia que dejará el tabasqueño será una deuda impagable en las próximas 5 décadas. Invertir en la petrolera mexicana solamente por considerar la autosuficiencia en energéticos que consume el país y que no deja de ser una quimera y, si bien los salarios han aumentado considerablemente, la inflación los consumió.
En el caso del elector, votar por lo mismo es aceptar las condiciones gubernamentales que, probablemente, tienen irritada a la mitad de los ciudadanos. El cambio debe ser efectivo y convencer para vencer.
Y de la salud, ni hablar. Es quizá el mayor fracaso de la actual administración.
Y partamos de la economía.
Un asesor, en cualquiera de las materias que domine, tiene la obligación de proponer a sus asesorados ideas y proyectos que impacten positivamente en el electorado que no ha decidido su voto. Sin embargo, hay quienes suponen que agrediendo al elector diciéndole “la verdad”, se “verán honestos”. Nada más falso.
Parafraseando a James Carville, hay que decirle al de la ideota de aumentar el precio para viajar en el Metro: “es la economía, estúpido”.
Alguien que pretende ganar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México debe tener la sensibilidad y entender que son 5 millones de personas las que utilizan el transporte masivo no por placer, sino por necesidad. Hay quienes viajan, por ejemplo, de El Rosario a Taxqueña y lo hacen pagando 5 pesos. Es obligación del gobierno proporcionar transporte digno a precio accesible. ¿Quieren los panistas un Metro de lujo y para fifís?
Le dan la razón al tabasqueño.
La propuesta, simplemente y a primera vista, es muestra de insensibilidad. Y si se quiere aumentar la tarifa del Metro ¿qué esperar del predial? ¿del agua?…
A los panistas proponentes de la idea les recordamos: ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO.
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