Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
¿Una camioneta tiene la fuerza motriz para derribar una puerta de 10 metros de alto por 6 de ancho?
Si quienes realizaron la “hazaña” y lograron penetrar al Palacio Nacional ¿cuántos elementos del ejército, marina y de la “ayudantía” del presidente los contuvieron?
¿Cómo hicieron para impedir que caminaran unos 25 metros hasta llegar al Salón Tesorería en donde se gestan los monólogos presidenciales?
¿Usaron armas?
¿Los amenazaron con disparar?
¿Se rajaron los “invasores”?
Son preguntas que orillan a reflexionar y poner en duda que el “asalto a Palacio” cometido ayer por ayotzinapos.
Y alguien tiene la obligación de responderlas: el presidente de México.
Cuando ocurrió el hecho, el huésped temporal del edificio tomado -algo similar a lo que hicieron las huestes de Donald Trump en el Capitolio, con la diferencia de que aquí no fue un presidente en funciones el que ordenó el asalto- se encontraba actuando en su mañanera.
Al finalizar la conferencia de prensa matutina y a la pregunta sobre si se siente seguro al vivir en Palacio Nacional, respondió: “Estoy seguro en cualquier parte del país. A mí me cuida el pueblo. Al presidente lo cuida la gente y tengo mi conciencia tranquila”.
Concediendo sin aceptar que tenga parte de razón, habría que valorar cómo está la seguridad de Palacio Nacional.
Es un enorme riesgo que un grupo irrumpa en el inmueble y ponga em riesgo la vida del jefe del Ejecutivo Federal.
No se trata de fantocherías, ciudadano. No, no es el pueblo el que lo cuida y si tiene la conciencia tranquila, será porque todo lo resbala y no se da cuenta de la realidad: su gobierno ha sido un desastre en todos los sentidos.
El caso Ayotzinapa ha sido terriblemente manejado. El exsubsecretario de Gobernación para Derechos Humanos, Asuntos Religiones y Migración, Alejandro Encinas buscó la “verdad verdadera” sin hallarla en casi cinco años.
El presidente asumió el papel de ministerio público sin tener facultades legales para ello y se puso al frente de la “investigación” para conocer a fondo la desaparición de los 43 jóvenes ocurrido en 26 de septiembre de 2014.
El engrudo se le hizo bolas al señor Encinas.
Y hasta ahora, lo admite el huésped temporal de Palacio Nacional, le faltan datos. Tiene otros. Quiere informar a los padres de sus hallazgos. Si es que encuentra alguno.
Por lo pronto, ya definió a quienes irrumpieron en su sacrosanto palacio: provocadores, grupos encabezados por asesores como el senador Emilio Álvarez Icaza “muy cercano a la OEA” y decantó la responsabilidad hacia la secretaria de Gobernación, con quien no quieren hablar ni los asesores ni los padres de los desaparecidos.
Regresando al tema: ¿Qué le dice la lógica?
¿Montaje o evento real?
Usted, amable lector, saque sus conclusiones. En lo personal, ya la tengo.
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