Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Aquellas palabras presidenciales: la Corte declaró constitucional la reforma a le ley eléctrica, tuvieron el efecto momentáneo: retirar las concesiones a los generadores privados de energía.
Como reza el dicho: a toda capillita le llega su fiesta.
Y le llegó al huésped temporal de Palacio Nacional.
La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en donde conviven –es un decir. Las ministras Yasmín Esquivel y Lenia Batres con Albero Pérez Dayán –presidente en turno-, Javier Laynez Potisek y Luis María Aguilar, declaró inconstitucional la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica por lo cual todos los alegatos anteriores y las presumidas de que “gané, gané, gané” se fueron por el drenaje profundo, que seguramente está saturado por la obradera presidencial.
La posición de la nueva ministra, la del “pueblo”, quien por supuesto junto con la señora Esquivel votó en contra y hubo necesidad del voto de calidad de Pérez Dayán, carecieron de la fuerza jurídica y por tanto quedó demostrado que ser ministra no es enchílame otra.
Al quedar sin efecto la reforma y conceder la razón a quienes solicitaron el amparo por ser afectados directamente por la misma, las cosas regresarán a como estaban y, guste o no en Palacio Nacional, a la exsecretaria de Energía, Rocío Nahle –a quien se debe el decretazo publicado en la edición vespertina del Diario Oficial de la Federación-, tendrán que aceptar la sentencia de la Segunda Sala.
Solo quedará un camino: la expropiación de las empresas que, según el huésped temporal de Palacio Nacional, saquearon al país e intentaron destruir a la Comisión federal de Electricidad.
En virtud de que la expropiación es propia de gobiernos dictatoriales, no se debe descartar la posibilidad de su aplicación.
Más aún porque la declaratoria de inconstitucionalidad representa un nuevo revés legal para el señor López. Debe poner sus barbas –aunque se luzca lampiño- a remojar por la revisión que hará el Pleno de la Corte de 11 leyes que fueron aprobadas el “viernes negro de Monreal”.
Es probable que a finales del presente año, el gobierno federal, el que fuere electo el 2 de junio, cuente con la sumisión de 4 ministros y ese número impedir que anulen las leyes que haya aprobado la Cámara de Diputados y como colegisladora de revisión, el Senado de la República.
Sin embargo, las sumisas –todas ellas cercanas al que le quedan 8 meses exactos para irse- los calambres no dejarán de estar presentes. Aunque parece, ahora por supuesto, imposible que las señoras Esquivel, Ortiz y Batres cambien su forma de actuar, la sorpresa podría presentarse en cualquier momento…
Por lo pronto, tomar tragos de Pepto bien le harían al intestino grueso del señor López. Es seguro y se aceptan apuestas, que confiaba en que sería ratificada la citada ley aunque estaba consciente junto con la consejera jurídica, pero no lo aceptaba en público, que no había sido declara constitucional.
Para una persona –no personaje- con las características de quien hoy dice gobernar y niega todos los desaciertos de sobra conocidos, debe ser doloroso saber que no tiene el poder de los poderes y que si sus súbditos en el Congreso apruebas las iniciativas y violan la Constitución tarde que temprano le corregirán la plana.
Ayer fue un día de fiesta para el Poder Judicial. Pese a los amagos, las amenazas, las descalificaciones a los ministros libres e independientes –como debe ser en un Poder de la Unión-, cumplieron e hicieron respetar, como garantes que lo son, el texto constitucional.
La decisión de ayer hará historia. Le apagó el foco a la Comisión Federal de Electricidad.
¿Enhorabuena a los apegados a la legalidad!
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