Guerra y su Escalada Mundial

 

 

POR SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

 

La invasión de tropas rusas al territorio de Ucrania hace ya más de un año cuatro meses (febrero, 2022) concretada una segunda etapa de un enfrentamiento que se había materializado en febrero de 2014 cuando Rusia ocupó el Donbás y más conocido internacionalmente: la ocupación de la península de Crimea y su histórico puerto de Sebastopol. Lo anterior es historia contemporánea que resulta de acontecimientos que en su origen datan de más de ochocientos años. No vamos a historiar dicha sucesión de eventos, pero sí señalar que en el actual territorio de Ucrania y de siglos atrás se han enfrentado -con nombres contemporáneos- vikingos, polacos, lituanos, otros pueblos bálticos amén de rusos y diversos pueblos de la zona del Cáucaso. En análogos episodios militares que llegan hasta la Segunda Guerra Mundial, aquellas naciones no rusas les propinaron a éstos severas derrotas que están en el recuerdo colectivo de las autoridades rusas, por ello cuando Rusia fue construyendo paulatinamente su imperio a lo largo de los siglos XVIII y XIX se enfrentó a todos ellos, y en la centuria decimonónica Moscú tuvo que vérselas con los imperios francés, de Inglaterra y Turquía que lo vencieron ignominiosamente en la primera Guerra de Crimea sucedida en los años de 1852-1853. Las razones: porque aquellas ya eran potencias industrializadas, poseían mejor armamento y sus comandantes eran mejores estrategas que los cortesanos generales que pululaban alrededor de la corte del zar, como hoy está sobradamente demostrado con las pifias iniciales de la actual guerra en Ucrania y su papel alrededor del gobierno del presidente Putin.

 

Pocos meses después de iniciada la actual guerra, de que las tropas rusas no pudieron tomar la capital Kiev y de que el camino del conflicto iba empantanándose, el exsecretario de Estado de los Estados Unidos afirmó en un foro europeo que la mejor salida era: negociar la paz a partir del reconocimiento de los territorios ocupados por las fuerzas rusas. Y agregó meridianamente que, entre más se alagara la guerra, los destrozos en infraestructura, los miles de muertos en ambos bandos, los naturales odios y resentimientos y la cada vez más complicada ayuda europea y estadounidense harían más difícil lograr un acomodo que al final de cuentas no tendría el beneplácito total de las partes involucradas. 

 

Henry Kissinger fue callado por la mafia que agrupa a los principales medios de comunicación internacionales, se burlaron de su postura y le espetaron que el mundo del siglo XXI no era el mismo que el mosaico de tratados de paz que definieron el tiempo napoleónico y el mundo post derrota de las potencias del Eje.

Sin embargo, la realidad y la experiencia histórica son tercas: unos y otros están a nivel de tierra, que es donde se ganan las guerras, como en la Primera Guerra Mundial donde se avanzaban unos kilómetros a costa de miles de muertos y destrozo total de poblaciones. La voladura de la represa del río Dnieper ha sido una catástrofe para el entorno humano, animal y agrícola: genuinamente los contrincantes son responsables de dicho acto que, no es terrorista, sino propio de las guerras sin cuartel desde los tiempos de Julio Cesar hasta la heroica resistencia en Stalingrado, por mencionar tan solo dos ejemplos.

 

Al revisar los noticieros europeos, de Estados Unidos igual que los rusos, japoneses y de América Latina -porque la comparación es lo que hace una interpretación más cercana a la realidad-, paulatinamente pero hasta hoy inexorablemente, la guerra entre Rusia, Europa y los Estados Unidos como principales actores, va escalando peligrosamente. Cada semana yo veo a los líderes europeos reunirse, vociferar con una autoridad que haría palidecer al Moisés bíblico, condenas no solo al régimen de Putin sino a países, gobiernos, entidades industriales, bancarias y un largo etcétera, presionándolos para alinearse en el sentido que ellos quieren. La Unión Europea en el tema de la actual guerra como en políticas medio-ambientales, constitucionales de cada país, de cuotas pesqueras y un largo etcétera actúa como un cártel más impresionante y con más fuerza que los cárteles de la droga en el ámbito mundial. Hay que repetirlo, subrayarlo y razonarlo, la guerra entre Rusia y Ucrania ha resultado en un magnífico negocio para los Estados Unidos que, como en el pasado, regala, dona y vende todo tipo de armas, sus bancos municionan compras internacionales de todo tipo y en el ámbito europeo se podría decir lo mismo pero en una escala más modesta pero de pingües ganancias; los únicos cada vez más pobres son rusos y ucranianos, éstos últimos y su gobierno ven que cada día algo se destruye en su país ¿cuánto se tardaran en reconstruir Ucrania si por ejemplo, la catedral luterana de Dresden hace muy pocos años atrás terminó sus obras para dejarla parecida a como estaba antes de los bombardeos a dicha ciudad durante la Segunda Guerra Mundial? Y ya para terminar, lo que nos puede llevar al conflicto mundial y nuclear es que alguien se equivoque o algo se salga de control y pegue de manera decisiva al interior de Rusia, como al interior de la comunidad europea ligada a la OTAN. Hoy ello es una posibilidad tan real como el evidente calentamiento del planeta.                     

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