El Fondo del Asunto

*Hay un Falso Debate Convertido en una Quimera Social

*En Realidad es un Pretexto Para Ocultar las Verdaderas Intenciones

*Corrupción, Forma de ser del Régimen Político que por Años nos Gobernó

*Pero También es la Causa del Posterior Derrumbe y de la Crisis Actual

*Harta de los excesos, la Sociedad Acudió a las Urnas Tras una Alternativa

*Hoy, Quienes Denunciaban las Mañas hacen lo Mismo Desde el Poder

*Estamos Frente a una Dictadura Accidental, en Buena Medida

ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO

Se impulsa la idea de que estamos inmersos entre un gobierno de izquierda con vocación social que impide el retorno de una derecha conservadora en busca de privilegios, percepción auspiciada desde palacio nacional, sin embargo, esa tesis insostenible se encuentra rebasada por las circunstancias.

Es utilizada para justificar toda suerte de acciones encaminadas a consolidar un régimen dictatorial, no obstante, ese falso debate se ha convertido en una quimera social, un pretexto que sirve para ocultar sus verdaderas intenciones.

Como bien lo sostiene el constitucionalista Miguel Carbonell, en México la corrupción ha sido la forma de ser del régimen político que por años nos gobernó, su esencia, su fortaleza, la explicación de su longevidad, pero también la causa de su derrumbe.

En efecto, los excesos hartaron a la sociedad quien acudió a las urnas buscando una alternativa que erradicará ese lastre social, pues a pesar de las adecuaciones al pacto social y a las leyes en aras de la modernización del país y el combate efectivo a esas prácticas nocivas, en la realidad se acentuaron causando animadversión del electorado quien prefirió optar por otras ofertas.

Ahora la disyuntiva se coloca en condiciones complejas, quienes ayer denunciaban las mañas de los gobernantes y amargamente se quejaban de malas conductas, se encuentran haciendo lo propio desde el poder, cayeron en las mismas modalidades, simplemente desplazaron a los que estaban y permutaron los lugares traicionaron su lucha y a aquellos que confiaron en un cambio.

No, no es un problema de Constitución o de leyes, estamos frente a una dictadura accidental, en buena medida deseábamos una mano firme para combatir con eficacia los grandes problemas del país, cuando en la realidad se han agudizado y, con evidente cinismo e impunidad observamos una clase gobernante opaca y corrupta, que pretende larga vida.

Si alguien estudio los fenómenos sociales en similares circunstancias fue don Emilio Rabasa, a principios del siglo pasado, constitucionalista, historiador y escritor, de luz y lustre, quien sostenía que ninguna situación política es permanente mientras no se esté de acuerdo con la ley, puesto que ésta es la que conserva la unidad de dirección y movimiento a través de cambios de las personas; a la vez que afirma que ninguna ley es durable ni puede ser útil en la práctica si no representa el espíritu y las condiciones sociales.

Para concluir su idea, afirma que las fuerzas sociales deben concurrir para enderezar el movimiento y acrecentar su impulso; en virtud de que la ley no tiene el poder de hacer la democracia; pero lo tiene absoluto para impedirla.

En ese orden de ideas, resultan comprensibles los planes A, B, y C, del Presidente, quien ha intentado reformar a modo las normas, advirtiendo que ante esa imposibilidad tomará partido en los procesos electorales.

Entonces el debate no tiene como eje rector una lucha entre izquierdas o derechas, donde su centro es ideológico; sino en la implantación de un régimen totalitario o la consolidación de una república democrática, pues ahí se localiza el punto de quiebre: democracia o dictadura; libertad o sometimiento; impunidad versus Estado de Derecho.

 

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