Operación Cicatriz

 

*De los que Dejaron el PRI y hoy Corcholatas, Solo

uno Llegará 

*Los Otros se Disciplinan Ante el Presidente o Parten

a Otros Rumbos

*Desgaste Político y el Trago Amargo los Acompañará

en el Futuro

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN

 

Una de las expresiones más usuales en política es la llamada operación cicatriz que consiste en reconciliar a las personas que resultaron lastimadas y perdedoras de algún proceso electoral intrapartidista o en reacomodos administrativos. Es una práctica necesaria a fin de mantener cierto grado de cohesión y unidad dentro de los partidos políticos y en las instituciones públicas, privadas y sociales cuando surgen conflictos y los primeros arreglos dejaron insatisfacciones entre el personal.

 

Es un fenómeno que se observa en todas las organizaciones, sobre todo en aquellas en las que la lucha por el poder está presente. Así tenemos, por ejemplo, que en octubre pasado el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, organizó el programa “Diálogos por México” a fin de reconciliarse con militantes de su partido que exigían su renuncia. Su llamado consistió en “planchar” el programa antes de hacerlo oficial, les hizo saber a sus detractores que algo ganarían en caso de asistir y una vez obtenido el consenso hizo del dominio público su convocatoria con el llamado a la “unidad interna”. No sé si el señor Moreno lo logró, pero todo parece indicar que hasta el momento si lo consiguió debido, en gran medida, a que en el PRI existe la cultura de la disciplina y la línea. Algo que aún perdura, pero que se ha ido disipando en la medida en que existen otras fuerzas políticas organizadas que reciben a los inconformes, pues en la medida en que el PRI fue perdiendo posiciones de poder, se le fue reduciendo su oferta de dar cabida a los no agraciados. Léase, el pastel se fue achicando y la población creciendo. He ahí una de las razones de la salida de muchos expriistas hacia otros partidos políticos, sobre todo al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y a Morena. Tal es el caso de Andrés Manuel López Obrador, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

 

Próximamente corresponderá el turno de nuestro presidente implementar la operación cicatriz en su partido político. Solo habrá un ganador o ganadora y, al menos tres perdedores, los cuales tendrán dos opciones: se disciplinan y siguen fieles al partido Morena o se refugiarán en otra agrupación política que los acoja y los catapulte de candidatos. El tema no es menor debido a que el presidente es intolerante con quienes no se pliegan a sus designios, recordemos al matrimonio de John Ackerman e Irma Eréndira Sandoval quienes cayeron de la gracia presidencial por cuestionar la designación del senador Félix Salgado Macedonio a gobernador de Guerrero. Así que seguramente las llamadas corcholatas y el presidente están puliendo sus preparativos preoperatorios. Léase, ¿Qué ofrecer a los perdedores? y ¿qué pedir en caso de no ser el ungido?

 

La operación cicatriz va más allá de una comida o una reunión entre cada uno de los perdedores y el presidente. Será un encuentro en el que el tabasqueño ofrezca de postre una rebanada del pastel más pequeña. Por supuesto que el titular del poder Ejecutivo no está obligado a dar explicaciones, pero en la conversación posiblemente argumentará acerca de las cualidades del elegido y su visión del país, sus retos y sus problemas. También, con más o menos sensibilidad supongo que le insinuará al perdedor las ventajas de disciplinarse y, en su caso, las desventajas de no hacerlo. Le hará saber que sus intereses y los de sus allegados quedarán protegidos y que no habrá rencores de parte del ganador si hace pública su adhesión al ganador y acuda al ritual del besamanos, ya que ahí continuará la operación cicatriz del perdedor y de sus partidarios.

 

No debe ser fácil digerir la noticia para un perdedor. De hecho, es un trago amargo. Pero quien juega en esas ligas de la política sabe de antemano cuáles son las reglas del juego, las entiende y las asimila. No voy a especular acerca de los premios menores, pues no creo que ni el presidente tenga ya definido y pulido que le ofrecerá a cada perdedor. Sobre todo, porque esa decisión la tomará con el ganador o ganadora.

 

La historia registra disciplina entre los perdedores en la época dorada del PRI, con las excepciones, tal vez de Manuel Camacho ante Carlos Salinas y de Roberto Madrazo ante Ernesto Zedillo. En el panismo también hubo línea y disciplina. Así que ahora, con el partido Morena en el poder y con una contienda desgastante, sin reglas claras y sin piso parejo cuatro personajes y sus respectivos equipos viven cotidianamente un desgaste brutal ante la opinión pública, por lo que las preguntas

que surgen son ¿qué hará y cómo logrará el presidente López Obrador realizar exitosamente la operación cicatriz entre su equipo y, a la vez, que la maquinaria electoral no sufra algún desperfecto? El tiempo nos lo dirá. Será una de las pruebas de fuego de su gestión y de su proyecto político transexenal.

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