ALBERTO F. MENA MALLEN
Cada día los populistas en América van en picada.
El caso de Donald Trump, un populista de derecha, perdió la reelección contra Joe Biden, por su altivez en su desarrollo político y gubernamental, al presumir que es el único que puede sacar adelante a los Estados Unidos de Norteamérica de sus problemas sociales, económicos, políticos e internacionales. Como millonario, su humildad nunca apareció.
Y aunque buscará de nuevo ser candidato, se le complican los asuntos legales que enfrenta, principalmente por el asalto al Capitolio, donde azuzó a sus seguidores para evitar que el actual presidente fuera electo. Hubo un caos el 6 de enero del 2021, ya que se trataba de impedir el conteo de votos, lo que finalmente no se logró, aunque hubo cinco muertos por ese acto violento.
También tuvo que ver la aplicación de políticas públicas en su país y a nivel internacional, donde agarró pleitos con países como Corea del Norte, por el programa nuclear, por lo que aún no hay acuerdos; también con China, con quien tiene diversos diferendos, particularmente el de Taiwán, a quien defienden para evitar que se anexione al país comunista y al que le ha vendido armas para que se defienda en caso de un conflicto entre ambos.
El izquierdista Gustavo Petro, presidente de Colombia, que toma las circunstancias desde su particular punto de vista y una deficiente comunicación personal, -algo así como sucede con Andrés Manuel López Obrador-, tiene un pleito con su fiscal general Francisco Barbosa -nombrado por el gobierno anterior de Ivan Duke-, por una información que le solicitó, pero con un detalle, al afirmar públicamente que él era jefe del fiscal, cuando (como en México) existe separación de poderes. YSQ anda de pleito con los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de México, porque le echaron abajo la primera parte del “Plan B”, con el que pretende destazar al Instituto Nacional Electoral (INE) y a la democracia mexicana.
Las fuertes declaraciones del fiscal, como el que Petro pasaba de ser un demócrata a un dictador y que si así lo deseaba estaba en espera de su destitución o detención por las fuerzas policiales o militares, además de que anunció que sacaría del país a su familia para evitar represalias, se atemperó con declaraciones de Petro en el sentido de que él era jefe administrativo del fiscal, por ser el jefe de Estado.
Cualquier semejanza con la realidad mexicana, es pura casualidad.
El pleito que provocó AMLO con la actual presidenta del Perú Dina Boluarte, a quien calificó de “espuria” y de encabezar un gobierno autoritario y represor -quien sustituyó a Pedro Castillo acusado de un golpe de Estado en su país, detenido y encarcelado- generó un pleito entre ambos mandatarios porque AMLO se negó a traspasar la presidencia pro tempore de La Alianza del Pacífico a esa nación, incluso hasta corrieron al embajador peruano de México.
Y sin decir agua va, Dina Boluarte convocó a una reunión por el XII aniversario de este organismo, donde con el apoyo de sus integrantes, traspasaron dicha presidencia a la peruana, quien aseguró que López Obrador se negaba a entregarla por cuestiones ideológicas utilizadas como excusas, además de interrogarse sobre si AMLO quiere ser dictador. Cualquier semejanza con la realidad en nuestro país es pura coincidencia.
También hay que recordar la exigencia que hizo el presidente mexicano a España, para que reconociera el agravio que los españoles provocaron con la matanza de nativos en la conquista y se disculpara por ello; igualmente las diferencias que tuvo con la empresa de energía Iberdrola, a quien le impidió seguir actuando en territorio nacional, pleito que terminó con la compra de 13 plantas de generación de energía de ciclo combinado por 6 mil millones de dólares. Fue una segunda nacionalización, aseguró AMLO.
Destacan los pleitos que agarró el mandatario mexicano con la DEA, con legisladores y con medios de comunicación estadounidenses a los que ha calificado de mentirosos e injerencistas particularmente porque se ha aseverado que en México se produce fentanilo, -el cáncer que corroe a muchos ciudadanos gringos-, y por querer designar a los carteles mexicanos como terroristas, lo que permitiría a la nación vecina intervenir en territorio mexicano para combatir a los narcos. Esto aún está pendiente de resolverse.
Otro conflicto que desató el tabasqueño fue cuando Panamá rechazó al embajador Pedro Salmerón, acusado por violencia sexual por lo que les dijo que no eran la santa inquisición, por lo que la ministra o canciller manifestó su inconformidad y el presidente de la nación centroamericana le exigió respeto, ya que México tiene el derecho de designar a quien le plazca, pero Panamá también tiene derecho de aceptarlo o no.
Se generaron fuertes críticas cuando López Obrador boicoteo la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), al exigir que asistieran los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, ya que, en caso contrario, él no iría a la misma; finalmente dejó de ir a la misma ante la negativa de no invitar a estos presidentes.
En 2019 México entró en conflicto con Bolivia por dar asilo al ahora expresidente Evo Morales, quien fue traído con muchos problemas, en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana a territorio nacional, lo que fue criticado duramente por el gobierno boliviano; Evo Morales permaneció varios días en México, para posteriormente irse a Cuba y luego asilarse en argentina.
Este es un breve recuento de las muchas situaciones negativas en las que a metido el presidente López Obrador a México en el ámbito internacional y que le ha generado un sinfín de críticas en los ámbitos nacional e internacional, muchas de ellas hasta dan pena por la forma como se retrata a López Obrador, mismas que se difunden principalmente a través de las redes sociales.
Y si se siguen sumando este tipo de hechos y acontecimientos, tal vez nuestro presidente sea recordado en la historia, como aquel que destacó por ser un busca-pleitos con quien se le parara enfrente.
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