Recursos Naturales, Tipos de energías y Dominio Estratégico

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Para los que se rasgan las vestiduras y sufren…como el Señor, por determinadas posturas que respecto a los recursos naturales, tipos de energías, esquemas educativos y otros temas medulares está llevando a cabo el gobierno del presidente López Obrador, vale la pena subrayar y exponer las dos posturas que desde la internacionalización del mundo moderno (1492) se han aplicado en las regiones periféricas dominadas por los poderes metropolitanos léase históricamente Europa, luego se agregó Estados Unidos y recientemente la influencia determinante de China y otras economías emergentes de Oriente y el sureste asiático.  

Tomando como referencia nuestro mundo cultural hispano-occidental-indígena, desde las crónicas novohispanas elaboradas por religiosos dominicos, franciscanos, agustinos y jesuitas, luego por la dieciochesca literatura política/económica de raigambre francesa en Francisco Quesnay o la del escoces Adam Smith, para terminar con los importantísimos textos de Simón Bolívar o Servando Teresa de Mier, para el contexto de la Gran Colombia, la Nueva España y del entonces recientemente independizado Estados Unidos Mexicanos (1824), la élite ilustrada de nuestro país había leído, procesado y comenzaba a exponer la realidad de una bisoña república decimonónica, que de tres siglos atrás había sido conquistada, luego colonizada -aunque fuera virreinato- por el Imperio Español, el cual, cronológicamente, pronto fue superado por Holanda, Francia y la Gran Bretaña. La monarquía española como las políticas de los tres países mencionados vieron en América y en particular la Nueva España, un lugar privilegiado para obtener de manera constante y a bajo costo, las riquezas argentíferas, agrarias y humanas del Septentrión Americano, hoy México: en ello consistió y consiste el imperialismo mercantilista, luego capitalista, hoy llamado neoliberal o de la globalización. Este diagnóstico no es una originalidad de la 4T, sino una doble vuelta de tuerca de lo, repetimos, originalmente señalado por los ilustrados novohispanos quienes vislumbraron en el movimiento independentista la aspiración de poder ser los ciudadanos y los gobiernos americanos, los legítimos y soberanos directores de las políticas para que la Riqueza Americana (con mayúsculas) sirviera para promover el desarrollo modernizador de las entidades hispanoamericanas y pueblos que lo conforman. Sin embargo, el resultado de dos siglos, 1821-2021, es un inmenso subcontinente con las mayores desigualdades sociales del mundo contemporáneo, dependiente de la ciencia y la tecnología producida en los países metropolitanos y sin capacidad para influir en los precios, políticas y producción de artículos manufacturados. Léase precios del petróleo, trigo, café y plata; políticas respeto a los flujos migratorios, agenda medioambiental y en las telecomunicaciones; artículos de alta tecnología como las baterías de litio, producción de satélites, sistemas de internet. En el siglo XIX exportábamos barras de plata y comprábamos casimires y loza francesa y en el tránsito entre siglos (XX y XXI) exportábamos petróleo y comprábamos gasolina, turbosina. Por ello ha dicho AMLO que las políticas priistas y panistas de las últimas décadas, en cuanto al desmantelamiento de la industria petrolera mexicana terminaron siendo muy decimonónicas y dependientes: “es como si exportáramos naranjas y compráramos jugo de naranja embotellado” porque se encargaron de destruir la maquinaria para exprimir las naranjas y envasarlas en botes de Tetra Brik (tecnología sueca pero producida en México).

Cuando el actual gobierno lleva adelante una defensa y en mucho casos revocación de contratos leoninos en cuanto a la producción de energía eólica, a la renovación de la industria petrolera, a los impuestos que deben pagar los inversionistas en la industria minera, al debate en torno al tipo de maíz que se debe producir en México, los alcances del TLCAN y otros asuntos medulares, los opositores a ultranza de todo cuanto hace y deja hacer la actual administración, deberían leer -porque seguramente no lo hicieron en sus formaciones profesionales- toda la historiografía que a lo largo del siglo XX y en temas como la economía, energía, política, educación y dependencia tecnológica, subrayó la responsabilidad de las élites latinoamericanas en fomentar, de la mano con el capital extranjero, todo tipo de subordinaciones respeto a aquellos. Sumisión, la de la pseudoburguesía hispanoamericana que no produce tecnología de punta, se contenta con trabajo gerencial de compañías metropolitanas, comete muchas fechorías en el tema del no pago de impuestos y está contentísima de implementar actitudes de moderna servidumbre entre sus empleados, sean directores de área, jefes de departamentos especializados, como operarios y personal de limpieza: toda la cadena de trabajo. Con semejantes formas de concebir el mundo laboral y con semejantes formas de plegarse a los intereses del capital extranjero se entiende su rechazo a políticas -aunque muchas se queden en el papel- que promueven la soberanía en la producción y/o administración de recursos esenciales para el país. Sería perder privilegios y por ello la burguesía mexicana procede a combatirla en todos los frentes.              

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