Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Aunque existe un cúmulo de problemas por atender y mediamente resolver, el de hoy tiene nombre: Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Once ministros, 7 varones y 4 mujeres, deberán elegir quién estará en la presidencia del Poder Judicial Federal y, si bien la elección nunca ha sido tersa, la de ahora se antoja imborrable.
Para la justa que hoy llega a su meta, se inscribieron 2 ministras y 3 ministros, quienes, por reglamento de la Suprema Corte, deben presentar sus proyectos de trabajo para los siguientes cuatro años.
Alfredo Gutiérrez, Javier Laynez, Alberto Pérez Dayán, Yasmín Esquivel y Norma Piña, buscan suceder a Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien hoy entrega la estafeta a quien obtenga 6 de los 11 votos.
Aunque, como le señalé antes, los relevos del presidente de la SCJN no son miel sobre hojuelas y como muestra estaría la de hace 8 años en la que en la recta final estuvieron Luis María Aguilar y Arturo Zaldívar y hubo necesidad de realizar decenas de rondas para llegar al nombramiento que, recayó, en Aguilar.
Sin embargo, el Pleno de hoy tiene aristas nada fáciles de salvar.
De entrada, el affaire de la ministra Yasmín Esquivel Mossa por haber plagiado, las coincidencias alcanzan 90 por ciento, la tesis de Edgar Ulises Báez, la han llevado a vivir en el infierno durante 12 días. Hasta ahora, sus alegatos no han tenido la fuerza jurídica necesaria para evadir la acusación que surgió del trabajo periodístico de Guillermo Sheridan. Por espacio de 10 días, la ministra fue la única que apareció en el escenario y tomó las armas de su defensa y comenzó a disparar contra todos aquellos que la acusaron de plagio. Llegó el momento en que presentó un documento ante el Comité de Ética de la Facultad de Estudios Superiores de Aragón, presuntamente avalado por un notario cuyo nombre se mantiene en privado, en el que Báez acepta haber sido el plagiario. La versión se vino por tierra cuando el propio Báez, en entrevista publicada en el diario Eje Central, que dirige el reconocido periodista Raymundo Rivapalacio, desmintió haber estado en una actuación frente a algún notario. El reportero confirmó que se encuentra enfermo, operado de cataratas y apenas saliendo de la neumonía. Es ese estado es imposible haber salido de su modesta vivienda para atender un llamado notarial. Y al confirmar que no recibió a ningún fedatario en su domicilio, poco queda que decir.
Al desvelar el tema que se convirtió en escándalo, el presidente López salió en defensa de Esquivel Mossa y señaló que el error de juventud no hizo tanto daño como el hecho por los llamados intelectuales orgánicos.
No calló. Siguió con el tema y osó acusar a los conservadores de preferir al “ministro más rico” de los 11, para presidir la Corte.
El último día del año, el rector Enrique Graue, firmó un comunicado en el que revela el análisis del Consejo de Ética y en el cual se concluye que hay 90 por ciento de coincidencia entre ambas tesis, lo que llevó a confirmar que existe el plagio.
Después del comunicado, el silencio acompañó a la ministra.
Sin embargo, no se sabe si se retira de la liza por la presidencia de la Corte o insistirá en alcanzarla para servir los deseos presidenciales, reconocido por el mismísimo huésped temporal de Palacio Nacional, al comentar en sus mañaneras: nos ha ayudado mucho, votó en contra de la inconstitucionalidad de la Ley de la Industria Eléctrica…
El calor que se siente en las instalaciones de la Corte, rompe el frío que azota en la Ciudad de México. Es más denso que el registrado en el infierno.
¿Arderá la Corte durante estas siguientes horas?
Diría el clásico: poco vivirá el que no lo vea (aquí sería lo sufra).
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