RAÚL MONDRAGÓN von BERTRAB
“Será imperativo discernir que la admiración legítima a personas, a los íconos empresariales [deportivos, etc.] del país, no debe sustituir la remodelación del capitalismo disfuncional que los ha creado. En el futuro, México debe abocarse a crear verdaderos campeones empresariales, [deportivos, etc.] producto de mercados competitivos y no de gobiernos [dirigentes, etc.] coludidos. Héroes reales que triunfen gracias a la innovación que logran fomentar y no gracias a los consumidores que pueden postrar.”
– Denise Dresser, El País de Uno.
involución
Del lat. involutio, –ōnis ‘circunvolución’, en lat. tardío ‘acción de envolver’.
- f. Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica,[deportiva] etc.[…]
– Real Academia Española
“Quien siga pensando que nombrar un buen entrenador, uniformar once futbolistas, ponerles el nombre de un país y hacerlos jugar con cierto estilo, será suficiente para competir con los grandes equipos del mundo, los próximos años, está muy lejos de entender el vínculo, cada vez más estrecho, que existe entre una liga saludable y una selección natural.”
– José Ramón Fernández
Después del Mundial de 2014, en Brasil, redacté las ideas que aquí vierto de nuevo, dos mundiales después, por ser tan vigentes hoy como lo fueron entonces. Anotaba entonces que el campeón argentino Jorge Valdano dijo algo una vez más como nunca se había dicho, en su papel de comentarista para la televisión mexicana: “La media clase del futbol se ha acercado a los ricos”. En efecto, hubo partidos en esa copa -y los ha habido en ésta- que parecía que podían definirse para cualquiera, sin embargo, hacía notar entonces, este es el gran “pero” que separa a los comunes de los históricos, se definieron para el favorito. No esta vez, por cierto, donde Japón venció a Alemania, a quien dejó fuera del mundial, y a España, a la que Marruecos derrotó después haciendo lo mismo.
Hace 8 años, los primeros cuatro lugares se disputaron entre Alemania, Argentina, Brasil y Holanda: los ganadores de siempre, los siempre presentes y, entre ellos, el “perdedor” de siempre. Al parecer, ganar por sistema sí es un privilegio de “los ricos”. Hoy, en Qatar, en cuartos de final, todo pinta a que los 4 semifinalistas sean Francia, Brasil, Holanda o Argentina, y Portugal.
Alemania hoy quedó fuera de manera prematura, pues vive una transición natural, un cambio generacional que se da de tiempo en tiempo y ajusta las tuercas de una máquina en movimiento perpetuo que, parafraseando a Gary Lineker, juega el juego que inventaron los ingleses, juegan once contra once y siempre gana Alemania. Así fue hace 8 años, cuando ni el Käiser Beckenbauer, con su cuestionable actuar en relación con la pugna sobre Qatar 2022, pudo opacar la genialidad de un equipo que nunca soltó el mango del sartén.
La Argentina de 2014 no fue la de Maradona y de Valdano, ni siquiera fue la de Batistuta, ese portento que como nuestro niño «héroe» ausente, Vela, decía no gustar tanto del futbol, sino sólo sentirlo natural -a ninguno le creo, por cierto-. Argentina fue la fea, la hosca, la marrullera, pero fue La Argentina, la que es muy digna de respeto porque nunca ve imposibles. Y aunque Brasil en su casa no fue Brasil, Holanda sí fue Holanda. Y México, ayer y hoy, desafortunadamente fue México.
La Argentina de 2022 pretende ser la de Messi y ha ido creciendo, como suelen hacer los italianos en los mundiales. Brasil lejos de casa se ve como el mejor Brasil, Holanda va bien y México, otra vez, ha sido México.
Basta repasar la historia de la Copa del Mundo para notar que México ha sido un invitado entusiasta… y nada más. En Uruguay 1930, el D.T. andaluz Juan Luqué de Serrallonga, alentó al “Tri” de entonces evocando a nuestra Guadalupana querida y a mi General Zaragoza, pero a diferencia de lo sucedido en la Batalla de Puebla, en Montevideo los franceses nos apalearon 4 a 1 y terminamos últimos de la justa. Primeros en la historia en fallar, Believe It Or Not!, un penal. Bonito debut para un pueblo que debería haber pensado en los olmecas, en el juego de una pelota que nos debería ser más natural y a la que deberíamos tratar mejor, porque la conocemos desde que la derrota se pagaba con la vida.
Mi primer recuerdo de la Gran Justa es del 82, cuando la Italia soberbia de Dino Zoff, de Gentile y del Paolo Rossi quien le hizo tres “pepinos” a Brasil, la Italia de Conti y de Cabrini, a quien mi abuelo Othon, que ni antes ni después dijo una “mala palabra”, bautizó a mi oído como “Cabroni”, superó en la final nada menos que a una Alemania siempre combativa. En México 86 ya tenía yo 12 años y seguí cada partido y uno, el México-Paraguay, desde la tribuna del Azteca, con mi padre, sintiendo como nunca después que sí se podía, porque línea por línea, Larios, “El Capitán” Quirarte y Miguel España, Manuel Negrete y Cristóbal Ortega, “El Vasco” Aguirre y Hugo Sánchez Márquez, la hacían “chica”, la hacían fácil. Y debimos saltar de locales a las semifinales, pero Alemania, esta vez la de Schumacher y Rummenigge, la enamorada de nuestro país que vistió de verde en la final contra la más grande Argentina de la Historia, nos dejó fuera a punto de turrón, como Holanda en Brasil y como Chile en la Copa América Centenario, agravada derrota esta última por el 7 (sie-te) a 0 (ce-ro) za-pa-te-ro.
Por absurdo que parezca, tras tantos años y a pesar de tantas oportunidades y tantos recursos malgastados, el desarrollo del futbol mexicano ha retrocedido hoy aún más, esto es, ha involucionado, a las caricaturas de unas selecciones nacionales que no figuran en nada y de una liga que premia la mediocridad.
El deporte mexicano, no solo el futbol, ha sido de logros excepcionales, pero tanto por su mérito como por su esporádico acontecer. Hay 1 Joaquín Capilla, 1 Sargento Mariles -montado curiosamente en 1 Arete-, 1 Hugo Sánchez, 1 “Toro” Valenzuela, 1 Raúl Ramírez, 1 Raúl Alcalá, 1 Lorena Ochoa, 1 Ana Gabriela Guevara, 1 Carlos Gracida. Las excepciones son el boxeo, con Chávez, “El Púas”, Sal Sánchez, el “Finito” y ahí sí tantos otros; y quizá la caminata, con Raúl González, Ernesto Canto y algunos más.
De lo sucedido con México en este mundial nada es rescatable y todo es inaceptable. Por eso lo que sucedió no debe olvidarse. Por ello es menester hablar, una vez más, de sacudir al futbol mexicano para no perpetuar la ilusión agónica de cada mundial o ese circo sin grandeza que es la Liga MX. Porque si ya el Italia 90 de los cachirules había dado un atisbo del corrupto relajo que es la FeMexFut, Brasil 2014 y su aftermath hasta la Copa del Mundo que se juega en Qatar han hecho más evidente que nunca que el principal problema futbolístico mexicano no es la carencia de materia prima, sino la nula materia gris aplicada al interés nacional y a la planeación estratégica, entre quienes manejan esa federación y han amafiado el balompié nacional.
Rumbo a la Eurocopa que se jugó en Francia en 2016, el delantero alemán André Schürrle fue cuestionado sobre el retiro simultáneo de Lahm, Klose y Mertesacker: “Eran muy importantes, así que tenemos que encontrar un nuevo sistema con [los] nuevos jugadores entrantes”, respondió. Si hay equipos que ganan por sistema y se adaptan a un sistema tras otro, ¿no podrá México diseñar, definir, ¿copiar! al menos uno? ¿Estamos condenados a la mediocridad eterna? Mientras el interés imperante no sea el futbol como deporte, las respuestas son de sentido común y significan seguir perdiendo, por sistema.
Que el futbol de un país es el reflejo de su sociedad lo han dicho muchos. La discontinuidad, la poca, nula o mala planeación, la opacidad en sus manejos, la ausencia de líderes, son males que nos aquejan en la cancha y en el Congreso de la Unión, en las aulas y en los estados y municipios, en el gobierno y en la oposición y en sus partidos todos. Dicen que el Senador Monreal se acorraló con la Reforma Electoral, a revisión en el Senado. Tiene un tiro a balón parado. Veremos si mete el gol que tanta falta nos hace… o la falla.