*¿Dónde? En la Zona Rosa de la CDMX
*Allá, Además, se Ubica el Área Neutral en la Revolución Mexicana: el Hotel Geneve
*Y Están Otros Museos Inolvidables: el De Ripley, el De Cera, el Del Chocolate
*Es Posible ver las Pertenencias de Charles Lindbergh y “un Vuelo de Buena Voluntad” a México
*También Observar Sitios Donde Estuvieron Winston Churchill, Marlon Brando y Sophie Loren
*También Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Franz Mayer y Decenas de Presidentes
SUSANA VEGA LÓPEZ
Algunos señalan que fue el pintor José Luis Cuevas quien le puso el nombre porque en la noche era roja y en el día blanca; otros dicen que se nombró en honor de la actriz cubana Rosa Carmina; unos más afirman que el periodista Agustín Barrios Gómez la bautizó así: la Zona Rosa.
Un lugar lleno de historia y leyendas que es considerado como un área comercial de suma importancia en donde abundan oficinas, comercios, tiendas, escuelas, iglesias, galerías de arte, boutiques, salones de tatuajes, barberías, estéticas, cafeterías, restaurantes, hoteles, plazas, discotecas, antros y bares. La primera zona llamada “de tolerancia”, donde sobresalen banderas de colores que indican aceptación plena de la comunidad LGBTTTQ.
Por demás interesante resulta el recorrido de la Zona Rosa en tranvía, un nuevo producto turístico que se suma a otros circuitos como el de Coyoacán, Centro Histórico, Roma-Condesa y Polanco. Una experiencia que permite dar a conocer a visitantes nacionales y extranjeros, parte de la historia de la colonia Juárez, sus calles, sus casas, sus hoteles, sus edificios dotados de modernidad y vanguardia.
Durante el paseo se visita la Zona Rosa con su Plaza del Ángel, el mercado de artesanías, hoteles emblemáticos, las oficinas centrales del INAH, el Museo de Ripley, el de Cera; más allá, el del Chocolate; la Parroquia del Santo Niño de la Paz; el Paseo de la Reforma, con sus glorietas del Ángel de la Independencia, la Diana Cazadora y La Palma, ahora Glorieta del Ahuehuete.
La Zona Rosa se asienta en terrenos de lo que fue la Antigua Hacienda de la Teja, que se fraccionó porque no se podían pagar los impuestos; los terrenos se ofrecían con un sólo atractivo: “desde aquí se ve el Castillo de Chapultepec”, -ahora ya no-. La gente adinerada comenzó a comprar; el lugar comenzó a poblarse.
Hacia 1840 en esta zona se fundaron varias colonias: Americana, Del Extranjero, Del Paseo, la de Bucareli. Había casas de diversos estilos y tamaños: villas, casas señoriales, mansiones, palacetes y algunos chalets. Fue en 1906 cuando el presidente Porfirio Díaz le da el nombre de Colonia Juárez. A finales de los años 40 las construcciones se fueron adaptando y los comercios comenzaron a abundar.
Hay 250 inmuebles de valor cultural, histórico y arquitectónico, afirma Óscar, uno de los guías del tranvía de la Zona Rosa. El recorrido inicia en la calle de Londres, afuera de la Plaza del Ángel, donde locatarios realizan una expo-venta de antigüedades.
Más adelante está, con sus torreones y su nave central, el Hotel Genéve, principal promotor de turismo extranjero en México entre 1909 y 1953. De estilo clásico europeo, considerado el primero de gran hospedaje que recibía a mujeres que viajaban solas. También fue el primero en contar con elevador, teléfono y baño privado en cada habitación, operadora (de teléfono), servicio de taxi, tintorería y peluquería.
Durante la Revolución Mexicana fue declarado zona neutral por lo que se hospedaron embajadores y sus familias, así como algunos revolucionarios. En 1922 el Hotel Genéve fue fundador de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles.
Aquí se encuentra el Museo del Teléfono, donde se puede escuchar una grabación de Porfirio Díaz quien le deja un mensaje a Tomás Alva Edison. Por cierto, una habitación lleva el nombre del Mandatario Mexicano, que gobernó de 1876 a 1911.
En otra área se exhiben algunas pertenencias del coronel Charles Lindbergh, piloto aviador que en 1927, a los 25 años de edad, cobró fama al cruzar el Atlántico sin escalas; partió de Nueva York en su avión “Spirit of St Louis” rumbo a Paris. Le dieron las llaves de la Ciudad cuando visitó la CDMX en diciembre de ese mismo año en lo que se llamó “un vuelo de buena voluntad” para mejorar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y México. Aterrizó en el aeródromo de Balbuena y el entonces el presidente Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y algunos pilotos mexicanos volaron en la nave de Lindi, como le decían.
Así como Lindebergh, otros famosos se hospedaron en el Genéve: Winston Churchill; Marlon Brando, Jack Palance, Sophie Loren, Luis Barragán, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Franz Mayer y decenas de presidentes de otros países.
También sobre la calle de Londres se encuentra una hermosa casona construida en 1904, de estilo ecléctico, para ser la residencia de quien fuera dos veces rector de la UNAM: José Natividad Macías Castorena. Desde 1979 alberga el Museo de Cera, donde se exhiben, en sus 14 salas, más de 260 esculturas realizadas por manos expertas que moldean caras y cuerpos de políticos, artistas, deportistas y personajes de ficción, con una apariencia realistas.
En esta residencia también se encuentra el Museo Ripley, el único de su género en América Latina toda vez que te enteras de hechos sorprendentes, difíciles de creer, que conoció el periodista estadounidense LeRoy Robert Ripley en sus más de 200 viajes por el mundo como son: personas con habilidades especiales e increíbles, animales y objetos con características únicas. Su frase “Aunque usted no lo crea” lo hizo famoso.
Una atracción más en este sitio es Viaje Fantástico, cine en 4D que presenta efectos especiales de movimiento de agua, aire y nieve.
Otro lugar que se puede observar durante el trayecto es el Museo del Chocolate, en la calle de Milán esquina con Roma, una linda casa construida en 1909. En el “Mucho” se entra a un universo donde confluyen la vista, el olor, el gusto y el tacto. Por supuesto que hay venta de chocolate y artículos varios, además de contar con una chocolatería y cafetería.
Al pasar por la Columna de la Independencia, obra del arquitecto Antonio Rivas Mercado, impresiona su altura: casi 95 metros contando las escaleras. Una obra de bronce bañada en oro que representa la victoria alada a punto de volar. En la mano izquierda sostiene una cadena rota que simbolizan los tres siglos del virreinato español y en la mano derecha sostiene una corona de laurel, la corona del triunfo, de la libertad.
Y qué decir de la glorieta de la Diana Cazadora, que resulta no ser la original pues, dicen, se encuentra en Tulancingo, Hidalgo, porque “fue donada en 1970”. Una escultura realizada por Juan Fernando Olaguibel; una fuente inaugurada en 1942. Cabe señalar que la identidad de la modelo fue una incógnita durante 50 años. Ahora se sabe que la joven Helvia Martínez Verdayes, de 16 años de edad y secretaria de Petróleos Mexicanos, fue quien posó “por vanidad” y se casó con Jorge Díaz Serrano, ex director de Pemex.
ANECDOTARIO
Otras personalidades que frecuentaban la Zona Rosa: Pita Amor, los actores Enrique Rocha, Julián Pastor, los directores de teatro Juan José Gurrola, su esposa Pixie Hopkins, los hermanos José Luis y Juan Ibáñez, el cantante Alejandro Algara, entre otras figuras del espectáculo y de la intelectualidad de la época, se reunían y se hicieron autonombraron “La Mafia”, cuya actividad era fortalecer la vida cultural de México.
En el pasado existieron lugares como el bar La Ronda, donde se presentaba la cantante internacional Gloria Lazo, española que llegó a México después de la Guerra Civil. Cabe señalar que una de las más asiduas concurrentes a escucharla era María Félix, y fue fama que una vez que ella entraba, ponían la cadenita y nadie más podía tener acceso; en tanto que en el Zafiro, del extinto Hotel Presidente, se presentaba el famoso cantautor Cuco Sánchez, por mencionar sólo alguno de los lugres que ya desaparecieron de la Zona Rosa.
Hay mucho qué contar y, como dijo José Luis Cuevas: “en toda obra de arte hay un proceso de magia” como en esta zona que representa un crisol de historias que merece ser reconocida y que todo visitante que llega a la Ciudad quiere conocer.