Sistemas Electorales y Formas de Gobierno

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

En el último mes se han llevado a cabo tres procesos electorales muy distintos, los cuales han resultado en un gobierno en funciones y dos que lo serán en un futuro inmediato y dentro de dos meses. Me refiero a la elección al interior del Partido Conservador en el Reino Unido que produjo la llegada del anglo-indio Rishi Shunak para convertirse en Primer Ministro; el segundo caso es la elección en Israel que concluyó con “otro” triunfo de Benjamín Netanyahu que deberá negociar a fondo con los partidos de la coalición derechista y así poder convertirse de nueva cuenta en premier del estado israelí. La tercera elección se acaba de verificar en Brasil con el triunfo de Lula da Silva sobre Bolsonaro: la diferencia aproximada es de 2 millones de votos, lo que significa un poco más de dos veces la diferencia -600 mil votos- que separó el triunfo de Calderón frente a López Obrador en el 2006. Dos elecciones bajo un sistema parlamentario de gobierno, Inglaterra e Israel, y Brasil que como toda Iberoamérica se rige bajo el sistema presidencialista de gobierno.

Desde Londres, los conocidos Tories se han caracterizado por ser disciplinados hasta que los excesos del premier les colman la paciencia, y son ellos, no los laboristas, tampoco las fuerzas armadas, quienes terminan forzando la renuncia de su Jefe y el tránsito a otro gobierno. Así lo hicieron con la todopoderosa Thatcher y con la biliosa Liz Truss. El caso de Israel se ha convertido junto con Italia -por mencionar a dos países importantes- en los ejemplos de tener gobiernos que en promedio duran poco más de un año, una inestabilidad partidista que contrasta con políticas de estado, estrategias económicas e independencia del sector privado/empresarial que sobrepasan el tránsito de tales breves gobiernos. Su empresariado puede vivir y enriquecerse sin tener que estar pegado a la ubre de papá gobierno: caso opuesto al gimoteo de los señores del dinero en México, porque son pocos los auténticos empresarios con mentalidad de un capitalismo moderno e independiente.

¿Qué decir del caso de Lula? Primero, Brasil no es Colombia ni El Salvador, es una potencia regional con necesidades e intereses bien definidos desde, por lo menos, el tiempo del emperador Pedro II, 1831-1888. Los brasileños como otros países hispanoamericanos han experimentado con presidencias liberales, dictaduras militares, regímenes conservadores, gobiernos neoliberales, administraciones de tinte ultraderechista con actitudes y procedimientos que hoy tienen el calificativo de trumpistas, y experimentos de gobiernos de izquierda: los dos de Lula y el de Dilma que no terminó. A Lula lo metieron a la cárcel porque, así lo acusó la fiscalía, se benefició de un departamento de lujo otorgado por concesionarios de la construcción. Los panistas de la Benito Juárez se desternillaban de la risa cuando recordaban lo que ellos han ganado con sus permisos inmobiliarios: la diferencia estriba en que en Brasil han metido a varios expresidentes a la cárcel y nosotros en México nada, luego nos enteramos de que Salinas ahora es español: ¿por qué será?

Respecto a la historia bicentenaria de nuestro país, el Plan de Iguala y luego la Constitución de 1824 establecieron quiénes eran mexicanos, cuáles eran sus derechos y sus obligaciones. A lo largo del siglo XIX, las diversas disposiciones electorales, señalaron que a nivel municipal, estatal y durante los tiempos federalistas, las elecciones eran indirectas: con electores secundarios que elegían a electores primarios quienes a su vez se pronunciaban por un candidato determinado. Por ejemplo, en 1861 Benito Juárez obtuvo (es un aproximado, porque no sé el número exacto) 400 votos electorales frente a 300 de González Ortega y 20 de Santiago Vidaurri. Algo parecido a como hoy se cuentan los votos en los Estados Unidos donde California cuenta con 120(??) electores y el estado de Montana con 6 (??).

Los que votaban en México eran hombres, mayores de edad, propietarios, que supieran leer y escribir; si en el México de 1861 había aproximadamente 7 millones de habitantes, cuántos ejercían su derecho al voto porque completaban los requisitos electorales anteriormente señalados. Muy pocos votaban y paulatinamente, el liberalismo luego revolucionario, pugnó por abrir la puerta no solo a un sufragio universal -sin requisitos censitarios- sino que la franquicia electoral incluyera a las mujeres y se bajara la edad para ubicarla a los 18 años de edad.

¿Y de los partidos qué diablos? En el siglo XIX y como el conservador Alamán lo describió: era la reunión de personas con semejantes proyectos de país e ideas de gobierno. Los particulares daban su dinero para la causa partidista, igual en tiempos de Madero que para la causa Vasconcelista o el accionar de lo que se convertiría en el Partido Comunista Mexicano; los panistas y lo recuerdo perfectamente estaban orgullosos de sus rifas, de sus estrecheces económicas pero de una orgullosa independencia financiera que contrastaba con el PRI y sus partidos satélites: hoy, ese pasado es la peor pesadilla para los adinerados blanquiazules. Las diversas reformas electorales posteriores al lopezportillismo transitaron de una lucha por obtener recursos económicos, certeza jurídica, confianza en los procedimientos electorales a lo que hoy existe después del tiempo de Manuel Clouthier, del mezquino ingeniero Cárdenas y de la inflexible Rosario Ibarra de Piedra, esto es, partidos políticos que cuestan mucho dinero al contribuyente, burocracia electoral tanto a nivel federal, el IFE/INE, como la chiquillada electoral en los estados de la federación, que convierten a México en uno de los países donde se gasta más dinero en los procesos electorales. Lo anterior, aparte de algo que todos saben pero nadie lo dice en público, independientemente de lo presupuestado, la mayor cantidad de dinero que recaudan los partidos políticos viene de afuera, utiliza procedimientos turbios y es indispensable para mantener las campañas.

¿Cuánto le cuesta al gobierno de AMLO y a toda la oposición partidista, con sus adláteres de organizaciones ciudadanas, el golpeteo diario y en todos los órdenes temáticos? Muchísimo dinero que no proviene de los presupuestos anuales de las cuentas oficiales.

Que se debe reformar y perfeccionar los procedimientos electorales en México, es una discusión que viene desde antes de que MORENA existiera como partido político. Y en cuanto a la división de poderes en una república federal, la ya mencionada Thatcher subrayó que ella estaba en contra de lo en México llamamos diputados y senadores de representación proporcional. Estimado lector, se acuerda usted de que en las últimas dos o tres elecciones presidenciales, los partidos políticos ponen a la cabeza de sus listas de RP los nombres de vividores de la política nacional que, no se arriesgan a competir por un determinado distrito electoral. Nuestro sistema de elecciones y sus instituciones no solo se debe tocar sino merece una sacudida, para que mejore.

 

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