¿APROBAR O REPROBAR A AMLO?

POR EZEQUIEL GAYTÁN

Una de las preguntas que nos planteamos millones de mexicanos es si vamos en

el rumbo o la dirección correcta o habría que cambiar la orientación del camino. Es una pregunta interesante y de difícil respuesta, pues en esencia es lo que tiene dividido al país.

Un grupo significativo, poco más de la mitad, aprueba la gestión del presiden- te López Obrador y consecuentemente su desempeño. Otra parte lo reprueba, sostiene que no sabe a dónde nos lle- va y considera que sus decisiones son erráticas, envueltas en el resentimiento social, costosas y, en algunos casos in- útiles como son el caso del tren maya y la refinería de Dos Bocas.

Es difícil evaluar el desempeño presi- dencial durante su administración. En otras palabras, será a la distancia de al menos seis años que se puedan emitir algunos juicios históricos en lo jurídico, en lo político, en lo administrativo, en lo social y en algunos rubros específicos como es el caso de la seguridad públi- ca. No obstante, es posible proyectar algunos indicadores que nos pueden orientar acerca de los aciertos o yerros del tabasqueño.

Uno de los hitos que nos pueden decir acerca del rumbo del país es el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora el Programa de Naciones Uni- das para el Desarrollo (PNUD) que consiste en la medición de tres indicadores: salud, educación y nivel de vida. Respecto al primero evalúa nutrición: tipo de alimentación y mortalidad infantil; del se- gundo mide años de escolaridad y asistencia a la escuela y, del tercero contabiliza combustibles para cocinar, saneamiento, agua potable electricidad, vivienda y bienes. Consecuentemente ocupamos en el año 2022 el lugar 86 de 191 naciones.

Situación de estancamiento si lo comparamos con los últimos dos años. Por supuesto que hay otros indicadores y otros planos que nos orientan acerca del rumbo gubernamental.

Es decir, en materia de política in- terior, exterior, económica y social

De ahí que el punto a debatir es si vamos por el rumbo correcto con las decisiones que se han toma- do en las materias arriba mencio- nadas y si al terminar la gestión de López Obrador habremos me- jorado nuestro nivel de calidad de vida. Además de los indica- dores que deseemos consultar, un gobierno traza dos vertientes, la primera se refiere a las obras de infraestructura que habrá de heredar al futuro y la otra, a los cimientos de sus políticas de Estado que habrán de continuar sin importar el color del partido político que habrá de gobernar. Me refiero a educación, salud y trabajo fundamentalmente.

De ahí que un periodo sexenal también se evalúa respecto a lo que proyecta a largo plazo y lo que deja asentado en los corto y mediano plazos. También hay que ponderar las decisiones es- tructurales y coyunturales que

toma cada gobierno a fin de saber si el rumbo es congruente. Re- specto a las disposiciones estruc- turales (leyes, normas, relaciones formales con los grupos de pod- er y con otras organizaciones no estatales, así como las bases del partido en el poder) que ha asu- mido la presente administración, al parecer, no dan certidumbre de que el rumbo tomado sea el certero.

Tan lo sabe que por eso desvía recursos públicos en favor de que Morena permanezca en el poder. Ese es uno de los motivos más importantes por los cuales los presidentes de Álvaro Obregón a la fecha se apremian por designar a su sucesor. Léase, su deseo de que el siguiente mandatario no cambie de rumbo, sino que en es- encia cambie de forma, pero no de fondo.

Respecto a las decisiones coyun- turales hay que reconocer que muchas de ellas se vieron sujetas a la pandemia y por lo tanto cer- cenaron algunas de sus políticas que originalmente había planea- do. No obstante, hay que señalar cuanto antes que la política es la conducción de la sociedad ob- teniendo el mejor de los resulta- dos en situaciones no elegidas. Por lo mismo no hay excusas ni pretextos.

Un político demuestra su ver- dadera estatura ante las adversi- dades y de ahí podemos observar su visión de Estado. Dicha esa premisa, podemos ya evaluar al menos tres aspectos en el orden coyuntural del rumbo asumido.

El primero es en materia de salud, la cual ha sido errática, subor- dinada a criterios políticos y no sanitario-asistenciales, por lo que los resultados observados por las organizaciones internacionales médicas indican que el número de fallecidos por Covid fue extremad- amente alto en comparación con otros países con condiciones se- mejantes de población e infrae- structura médica.

En materia de educación el presi- dente se ocupó de desmantelar la reforma educativa del presidente Peña Nieto y que no quedara ni una coma. Dicha decisión incluyó las escuelas de tiempo comple- to y, por cierto, en ese renglón ha tenido que recular.

Está convencido de que los planes y programas de estudio tenían un carácter clasista y co- lonialista, pero nunca precisó él o algunos de sus colaboradores en que capítulos específicos se señalaban esos contenidos. Sim- plemente asestó su golpe y ahora los nuevos planes y programas de estudio se han implementado.

Dentro de veinte años, si no hay otra reforma de por medio, se po- drá evaluar el rumbo asumido en

materia de educación.
Empero, la opinión de pedagog- os y expertos en didáctica es que no se trata de un plan acertado y que además no se logró una ade- cuada capacitación al magister- io. Consecuentemente se corren elevados riesgos de que el rum- bo asumido en política educativa no sea el apropiado. Habría que agregar que el presupuesto dedi- cado a la cultura se ha visto men- guado en esta administración y lo mismo ha ocurrido en materia de ciencia y tecnología.

De ahí que es cuestionable el rumbo asumido en educación, cultura, recreación, ciencia y tec- nología. Por lo que respecta a la política laboral y el fomento del empleo apegado a Derecho, es importante señalar que su refor- ma en contra de la contratación por honorarios es plausible.

La eliminación del llamado “outsourcing” si asumió el rumbo correcto, pues la clase trabajadora merece la protección de las prestaciones de ley. También es de reconocerse el incremento a los salarios mínimos. Sin embargo, fue débil en materia de creación de empleos permanentes.

Saber si vamos por el rumbo correcto es difícil, ya vimos que desde el análisis estructural y coyuntural ha sido una gestión errabunda. Si enfocamos el asunto desde lo que se llama una transformación, habría que plantear respecto a lo que comprende esta administración por ese concepto, pues hasta el momento no ha sido ni precisa, ni concreta respecto al uso específico del tipo, cualidades, esencia y objetivos de lo que se propone.

Tal vez se deba a que el presiden- te López Obrador no se ha singu- larizado por ser un hombre con- ceptual, pero tiene un equipo de colaboradores que a estas alturas de su gobierno ya debería haber, por lo menos, acotado qué debe- mos entender por cuarta trans- formación.

Es cierto que el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 contiene doce rubros o principios de su proyecto de gobierno y en ese documento se plasman algunas ideas y características de su marco lógico de actu- ación. Sin embargo, son aspectos generales y llenos de citas y lugares comunes de un discurso alentador y confortador de buenas inten- ciones. Pero no de una idea filosófico-política de transformación. O en todo caso, no más allá de un deseo de combatir a la corrupción.

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