Sí fue Juzgado

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Leer en las redes sociales que Luis Echeverría Álvarez “murió si ser juzgado por los asesinatos del ’68 y el 71”, demuestra que se ha enconado un rencor sin conocimiento. Se advierte que quienes opinan lo anterior no conocieron la historia que se escribió a partir del 2 de julio 2002 y culminó el 26 de marzo de 2009. Durante 7 años estuvo en prisión domiciliaria. Y no porque la autoridad fuera sumisa o blandengue. Su estado de salud y la edad, le daban la protección de la justicia de no pasara en una cárcel el resto de sus días.

Sin duda, Echeverría fue un presidente de claroscuros muy marcados. Si bien era enemigo del rock, que prohibió se difundiera en la radio y cuestionó las “páginas de sociales” de los diarios y derrocó a Julio Scherer de la dirección de Excélsior, además de enfrentar al poder económico principalmente el del Grupo Alfa encabezado por Eugenio Garza Sada y también se convirtió en el primer presidente en ingresar a la UNAM y recibir una pedrada en la cabeza, realizó acciones que pusieron en alto el nombre de México.

Junto con su, diría enfermiza obsesión por el tercer mundo, fue el impulsor del turismo en México. Ideó y llevó a la práctica Cancún, hoy la joya de la corona de la llamada industria sin chimeneas. Al lado de ese gran proyecto, que incluyó Tulum, Cozumel e Isla Mujeres, inició Huatulco, desarrolló Vallarta, engrandeció Manzanillo y Mazatlán; llegó a Puerto Peñasco y siguió hasta La Paz y Los Cabos.

Hoy todos y cada uno de esos destinos generan captura de divisas por más de 11 mil millones de dólares anuales.-

Acapulco y Zihuatanejo eran los únicos lugares de playa que se conocían en el mundo.

En materia de puertos, inició y culminó Lázaro Cárdenas, quizá en su momento y hoy, es más importante del pacífico mexicano. Ahí, la siderúrgica Las Truchas se convirtió en un emporio industrial. Fijó la mirada en Altos Hornos de México e hizo una gran empresa acerera. 

En materia internacional, superó y con creces lo realizado por Adolfo López Mateos, a quien por sus constantes giras al extranjero le decían López Paseos. Recorrió los 5 continentes del globo terráqueo y por su decisión de ser el líder de los países del Tercer Mundo, tuvo cercanía con personajes como Yasser Arafat, Josip Broz Tito, coqueteó con la Unión Soviética y se convirtió en el segundo presidente del Continente en visitar y dialogar con Mao Tse Tung, apenas superado por Richard Nixon. 

Identificado plenamente con Salador Allende y Fidel Castro, dirigió la política exterior con una marcada tendencia socialista. Pretendió la secretaría General de la ONU, organismo ante el que presentó la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, un compromiso entre naciones de todo el mundo en respuesta a una situación económica coyuntural cuyas consecuencias habían demostrado ser mayores entre los países más pobres. Después haría la propuesta de las 200 millas de mar patrimonial. Ambas adoptadas por los miembros de la Organización de las Naciones Unidas. SU proyecto no tenía límite alguno. Pretendió el Premio Nobel de la Paz.

Quizá el mayor error político en su gestión haya sido pretender regresar al caudillismo, lo que generó aquel famoso desplegado: ¿También tú, Luis? y enseguida fue nombrado embajador de México en las Islas Fiji.

Hombre polémico, sin duda. Personaje de férreas ideas, aunque no fuera las mejores. Su posición no cambió cuando se registró una ola de secuestros, la mayoría de ellos cometidos por la guerrilla, la más conocida, Liga 23 de Septiembre. Cuando su suegro, José Guadalupe Zuno fue privado de la libertad, en su informe de gobierno, Echeverría planteó con firmeza: Pueblo y gobierno de México no pacta con criminales”. (Hoy sería saludable poner en práctica esa expresión con acciones concretas).

De Echeverría se ha contado todas las historias posibles. Siempre han resaltado aquellas en las que presuntamente estuvo involucrado para mal: Tlatelolco en su función como secretario de Gobernación del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y el “Halconazo” ya en su mandato. 

¿Mano dura? Sí. ¿Asesino y genocida desalmado? No.

El más longevo de los presidentes de México desde que es Independiente, llegó a su fin. Pero su pasado lo perseguirá no por bien que hizo en algunas coas sino por el grito ¡2 de octubre no se olvida!

Será difícil, si no que imposible, borrar dos acciones que, en su conjunto, desvanecieron las acciones positivas.

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por el 760 de Amplitud Modulada

 

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