Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuando los legisladores del Congreso de la Unión votaron a favor para que los médicos incluyeran en sus recetas fármacos genéricos, millones de personas celebraron la medida.
Primero, porque está demostrado que los genéricos cumplen con las dosis de las de patente.
Segundo, porque con el fracaso representado por el INSANI que, presuntamente sería la respuesta a la corrupción del Seguro Popular, los enfermos que eran atendidos y recibían medicamentos, dejaron de tratarse-
Tercero, porque la crisis sanitaria creada por el Covid-19, dejó a millones de personas desempleadas y sin recursos para adquirir los fármacos necesarios para continuar atendiendo sus padecimientos.
Sin embargo, desde hace tres semanas se ha advertido una alarmante escasez de genéricos.
Las cadenas de farmacias que operan en la Ciudad de México, adquirían y producían sus propios genéricos, con lo cual satisfacían las necesidades de los pacientes.
Algo pasó que, de pronto y como por arte de magia, los de mayor consumo e incluso algunos que si bien se vendían más baratos que los de patente la diferencia no era mucha, también desaparecieron de los anaqueles.
Desde que apareció el Doctor Simi y su slogan “lo mismo, pero más barato” millones de enfermos se sintieron aliviados, literalmente, porque podían adquirir sus medicamentos.
Ante el éxito abrumador de la empresa creada por Víctor González Torres, otros propietarios de farmacias se asociaron con distribuidos y productores para tener sus propias marcas.
Sin embargo, los galenos no recomendaban suplir los medicamentos de patente por los genéricos.
Con la decisión de los legisladores, se vieron obligados a recetarlos.
El pero, el de siempre: para tratamientos del corazón, hipertensión y problemas cardiovasculares, no es recomendable dejar los fármacos de patente.
(Quizá haya lógica, porque se trata de enfermedades que ponen en riesgo la vida de quienes las padecen).
Lo cierto, lo real, es que millones de personas que durante los últimos tres años y siete meses no han recibido los medicamentos que tomaban o se inyectaban, recurrieron a los genéricos para evitar que sus padecimientos avanzaran,
Y de pronto comenzaron a escasear.
¿Maniobra de los productores y distribuidores de medicamentos patentados y que no cuentan con genéricos?
Es probable. No deja de ser especulación.
Empero, no parece haber justificación alguna para su escasez y en algunos casos, desaparición.
Aquellos que los consumen pregunta por la Procuraduría Federal del Consumido sin obtener respuesta. Algo está turbio y no son el colesterol ni los triglicéridos.
Deseable, por el bien no solamente de los pobres sino de los aspiracionistas desempleados y por tanto sin seguridad social, que alguien del sector Salud explique la escasez, el racionamiento o desaparición de genéricos.
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