Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Las oposiciones, por separado, han presentado sus propuestas de reforma electoral. Les interesa más, igual que al presidente y el oficialista Morena y adláteres, lo político que lo social; la dádiva que la generación de riqueza. Se copian unos a otros.
En 2014, con César Camacho Quiroz como dirigente nacional, el PRI buscó llevar a cabo una consulta popular en la que se pretendía reducir el número de diputados plurinominales. Eliminar 100 curules. La Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó la propuesta en base a la Constitución, que precisa que temas fiscales, electorales y de salud no pueden ser sometidos al ejercicio de la consulta.
Esto ocurrió en 2014. Ocho años después, el presidente de la República envió su propuesta de reforma electoral y el contenido, en materia legislativa, no es eliminar a 200 plurinominales sino a 300 de elección en las urnas.
Nada nuevo bajo el sol.
Se advierte que a los dirigentes actuales de los partidos políticos o les ganaron el mandado o simplemente “piensan” como el huésped temporal de Palacio Nacional.
El PAN ya presentó su oferta. Algunos puntos pueden considerarse apropiados; la mayoría, sin embargo, forman parte del mismo costal. La harina es igual.
El PRI dio a conocer su decálogo y hay “coincidencias” con la del presidente. Las diferencias, al igual que la del PAN, se advierten en la “férrea defensa del INE y el TEPJF”.
Tal parece que a quienes están al mando de los institutos políticos con registro nacional están más ocupas que preocupados, por la subsistencia partidista que por lo que al país le pasa.
El ejemplo presidencial de exponer su pensamiento -así lo dijo- y defender a los criminales “porque son seres humanos”, da para más que reforma electoral; la creación de empleos, el reparto de la riqueza, el combate en serio de la corrupción, la atención médica para todos los mexicanos, entre otros importantes asuntos, pasan a segundo plano y quienes tienen la oportunidad de cambiar el rumbo, simplemente dejan ir la oportunidad.
Resulta paradójico observar cómo el país se desmorona, se desintegra su población, se polariza la sociedad en todos sus segmentos, mientras la preocupación de todos los que dicen ser políticos, se estanca en una reforma electoral.
Las oposiciones se quedan cortas en la difusión de propuestas que podrían beneficiar a millones de mexicanos y que son frenadas por la mayoría ficticia de los partidos oficialistas.
No saben promover las ideas, cuando las tienen, y suponen que los medios de comunicación, léase televisión, radio, diarios, revistas e incluso las redes sociales, tienen la obligación de formar parte del bloque que ellas encabezan. No, los medios no formamos una cofradía para enfrentar al gobierno simplemente por el prurito de que no compartimos el proyecto presidencial. La crítica no es ataque.
Las oposiciones tienen recursos públicos asignados para la difusión, la propaganda, de las propuestas. ¿Dónde queda el dinero específicamente destinado para esos rubros?
No entender que es necesario replantear sus políticas y diseños de comunicación para que sus propuestas y mensajes lleguen a mayor número de ciudadanos y conformarse con los panfletos o volantes en los que intentan ser comprendidos, es necedad.
Siguiendo los pasos del huésped temporal. Nunca se equivoca. Siempre tiene razón. Argumentos falsos. Endebles.
Si los dirigentes de los partidos y sus asesores insisten en seguir jugando a la política y no encuentran los caminos que los acerquen a la sociedad, que se den por muertos y respeten su última voluntad.
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