Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Instalar el Grupo amistad México-Rusia, sin duda, fue un error. Tiempo y forma. Quizá en otro lugar, espacio o foro, no habría tenido mayor trascendencia. Hacerlo en la sede de uno de los TRES PODERES de la Unión, se interpreta como una posición oficial del gobierno mexicano.
Horas después, no pasaron 24, el embajador de Estados Unidos acudió al mismo escenario, para recibir el trato igualitario al ofrecido a su colega ruso y allí mostró su inconformidad: “Tenemos que estar en solidaridad con Ucrania y contra Rusia”. Por si fuera poco, le cargó el tanque de energía nuclear para responder a su colega ruso: (…) estuvo aquí -en la Cámara de Diputados- y dijo México y Rusia son cercanos, “eso nunca puede pasar”.
Un enfrentamiento entre Víctor Koronelli (Rusia) y Ken Salazar (EU) que muestra las posiciones político-económicas que no ideológicas, que separan a las dos de las potencias nucleares.
¿Es México el ring para una disputa de alcances inconmensurables?
Todo apunta al SÍ.
Ayer, cuando se iniciaba la cumbre de la OTAN y en la que el presidente Joe Biden se juega el liderazgo de Estados Unidos con sus aliados e insistió en expulsar a Rusia del G-20, el jefe del Comando Norte estadounidense, Glen VanHerck, desveló que la agencia de espionaje militar de Rusia (GRU) “tiene en estos momentos desplegados en territorio mexicano más oficiales de inteligencia que en cualquier otro país del mundo con el objetivo final de influir en las decisiones que toma Estados Unidos”.
Hacía buen tiempo que, presuntamente, los “espías” no actuaban en México. Y espías de todo el mundo.
Ante la denuncia de VanHerck hay que suponer la presencia no solo de los rusos sino de los estadounidenses, chinos, israelitas, iraníes, coreanos del norte, venezolanos, brasileños, cubanos y de otras agencias de sus países, lo que permite presumir que el gobierno federal ha permitido su estancia en México y les ha otorgado el “placent” para que “sirvan a sus naciones y gobiernos”.
¡Grave!
Probablemente desde la década de los 90tas. México había dejado de ser el “ombligo” del espionaje internacional. Porque en los 70tas. abundaron y hasta restaurantes de lujo, con micrófonos instalados en los floreros colocados en las mesas o cercanas a ellas, para escuchar lo que hablaban los políticos oficialistas de su tiempo o los adversarios que buscaban interferir en las decisiones gubernamentales que beneficiaban o perjudicaban a sus países.
¿Por qué han vuelto los rusos, los gringos, los chinos?
Una hipótesis, quizá descabellada y por tanto equivocada: México se ha convertido en la nación que le interesa a los adversarios de Estados Unidos y el gobierno lo ha permitido.
No podría haber otra explicación. Se presume que los extranjeros que llegan al país como turistas o con visa de trabajo, son aprobados por el Instituto Nacional de Migración y se comprueban sus reales intenciones. Es una presunción, no una realidad.
Lo revelado por VanHerck no puede ser ignorado. Si manipula la información, debe averiguarse y desmentirse. Si se comprueba su afirmación, entonces México es el ring para las disputas de tres potencias que buscan el control global con el interés supremo de arrancarle el título de “policía del mundo” a Estados Unidos.
Al cierre de esta entrega no había ninguna declaración de la cancillería, en donde cobra como titular Marcelo Ebrard.
¿Acaso aplica aquello de que el que calla otorga?
PD: ¿Usted sabe si el presidente López dijo algo importante, sustancioso y oportuno ante los conservadores y fifís banqueros?
Si tiene información, le ruego me la haga saber.
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