De Obispos, Líderes Sindicales y Otras Lindezas

Las Revueltas de Silvestre

Silvestre Villegas Revueltas

Cuando se viaja a Toledo, España y visita uno la catedral de la misma, que ha sido la sede cardenalicia más importante del país desde los tiempos de la Reconquista, existe la leyenda de que al interior de la enorme iglesia están colgados los capelos utilizados por los diversos cardenales que han ocupado la sede. Cuando uno de los capelos con todas sus ínfulas cae al piso, significa que finalmente, a dicho cardenal se le han abierto las puertas del Cielo. 

Pocos se han caído y uno se pregunta qué si dicha tradición existiera en la sede obispal de Ecatepec, cuánto tiempo tardaría la mitra episcopal de Onésimo Cepeda en caer al suelo y sucediese el milagro. La trayectoria burocrática del obispo (porque la existente en la Iglesia Católica es milenaria y con vicios semejantes a la civil) fue el vivo 

ejemplo de lo que no debiera ser: un jerarca eclesiástico inmiscuido en turbios manejos de la política 

mexicana, de la política existente en el Estado de México que se caracteriza por su corrupción, en una vida 

personal totalmente opuesta a la morigeración evangélica.

La Iglesia Católica en México ha recibido muchas críticas desde el siglo XVII hasta la actualidad, las cuales han sido formuladas por clérigos y religiosas adentro de su propia organización, por parte de seglares en los siglos XVIII y XX los cuales, a partir de diversas posturas ilustradas, señalaron las incongruencias en la forma en que 

actuaban alto y bajo clero respecto a las necesidades de una feligresía poco educada en el dogma del catolicismo y por ello mismo, muy dada a lo que se conoce como religiosidad popular, que en diversos casos y en fechas determinadas del calendario religioso, sus manifestaciones pueden ser consideradas idolátricas. 

Como parte de la realidad ya señalada y a lo largo de 500 años de cristianismo en estas tierras de 

Huitzilopochtli y Tláloc, la jerarquía eclesiástica muchas de las veces no ha sido digno ejemplo para una grey necesitada, hoy más que nunca, de una educación en valores morales, cívicos y religiosos que no moralinos. 

El accionar del obispo Cepeda correspondió en más de una faceta, a las degradantes situaciones cotidianas que se pueden ver en las llamadas “telenovelas” que producen las dos compañías televisoras más influyentes del país, o peor, en la cultura y procedimientos que las plataformas streaming reproducen en series y películas acerca de la 

influencia del narcotráfico en nuestro país. Sabemos que ni todos los obispos, ni una multitud de clérigos y religiosas tienen algo que ver con diversas conductas delictivas, pero lo más preocupante es que han sido malos elementos de la Iglesia Católica en nuestro país quienes la han dirigido, representado, hablado por 

ella y han sido consentidos por los intereses políticos/económicos de quienes han visto en ellos una herramienta de influencia y control popular.

El mal accionar, de una parte del clero mexicano, ha provocado que las iglesias protestantes avancen con paso firme; el señalado 80% de población católica en México es incorrecto, pues sumando a los no 

creyentes, a los de credos diferentes al cristiano y a los evangélicos podríamos bajar el porcentaje en 

unos treinta puntos. Ojalá el trabajo pastoral en la sufrida Diócesis de Ecatepec mejore sustancialmente, 

libre de nefastas influencias que todavía pesan en la sede obispal. Hará unos diez días atrás en las páginas 

de Misión Política se señaló que el gobierno de AMLO estaba detrás de la inminente elección en la dirigencia del sindicato petrolero; yo polemicé en el sentido de que ello era una costumbre presidencial desde tiempo del general Cárdenas, y de que hoy por hoy la democracia sindical era un cuento de hadas como pasa en Disneylandia. 

Sucedieron dos importantes elecciones que resultaron en el triunfo de los independientes adentro del sindicato de General Motors frente a las formulas de la CTM y CROM, y en sentido totalmente opuesto el triunfo del continuismo Deschampiano con Ricardo Aldana en la dirigencia del sindicato petrolero. En el primero ganaron los opositores porque el caso de General Motors México era una prueba de fuego para el 

cumplimiento de los requisitos del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá. 

En cambio, en lo que respecta al sindicato de PEMEX se nota la negociación con los intereses gubernamentales, se nota que los candidatos opositores no despertaron simpatías entre los petroleros, y en el peor de los casos pudiera interpretarse que los trabajadores de la paraestatal no tienen remedio, están coludidos esencialmente y se merecen la dirigencia por la cual votaron. El país no. 

Debemos subrayar que el sindicalismo en sus inicios fue una necesidad frente al capitalismo industrial de los tiempos victorianos y hoy es otra necesidad frente a “los contratos basura”, como dicen en 

España, que son el resultado de despachos que tienen contratos 

de trabajo bajo el esquema de outsourcing. En el siglo XIX trabajaban 12 o más horas con sueldos  miserables, sin ningún tipo de seguro ni de prestaciones; hoy existen miles o millones de puestos de trabajos que no tienen seguridad, tampoco estabilidad y el sueldo  devengado es una miseria frente a las ganancias que tienen empresas tipo Oxxo, Sanborns, Walmart y un desagradable etcétera. Pero hemos de conceder que quienes  hemos trabajado en el sector oficial nos hemos topado con la perversión y lo que NO DEBERÍA ser un sindicalismo, donde empresa y trabajadores deben colaborar para beneficio de uno y otros.

Lo primero son los sempiternos líderes sindicales.

Estimado lector busque en su memoria algún sindicato grande donde los liderazgos cambien cada cuatro o 

seis años: yo creo que ninguno lo ha hecho por la buena. 

Por otro lado, el sindicalismo mal entendido se traduce en solapar a malos empleados, aún a despecho e integridad de los propios agremiados; existe una magnífica película italiana dirigida por Federico Fellini, titulada “Ensayo de orquesta”, donde se retrata las dificultades personales, financieras y sindicales, en los trabajos cotidianos 

tendientes a concretar un concierto. 

No nos da tiempo y espacio para hablar de los sindicatos blancos que, por ejemplo, existen en diversas universidades privadas y que obran más bien para favorecer al centro educativo que a sus sindicalizados. 

En fin, es un tema no resuelto en el mundo del capital, especialmente en países retardados y donde impera la corrupción. Ello no quiere decir que, por ejemplo, en Estados Unidos no existan también dichas prácticas de 

continuismo, de exclusión entre trabajadores no agremiados y de solapar ineficiencias.

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