Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El Valle de México y las cinco Zonas Metropolitas, en donde se agolpa la población estimada en 26 millones de personas, aunque se encuentren en regiones distintas en cuando al clima y altura sobre nivel de mar, padecen la misma enfermedad: CONTAMINACIÓN.
Un “invento” de Manuel Camacho Solís como regente y Marcelo Ebrard como secretario de gobierno, pusieron al “servicio de los habitantes del Distrito Federal” que, con el paso del tiempo, ha demostrado que ha sido superado por las nuevas concentraciones de vehículos, industrias y comercios.
La Contaminación no la generan los autos como se afirma, tampoco las industrias. Lo que produce las partículas de PM2, que los científicos han detallado de la siguiente manera: son partículas que pueden provenir de todas las clases de combustión, como la de los automóviles, camiones, fábricas, quemas de madera, quemas agrícolas y otras actividades.
Sin embargo, nunca han determinado que de “todas las clases de combustión” las gasolinas y el diésel, las más contaminantes.
Las industrias generalmente utilizan gas que es menos dañino, aunque se corre el riesgo de envenenamiento al respirarlo sin protección y durante lapsos de tiempo considerables.
La generación de energía a base de plantas de ciclo combinado y las antiguas que trabajan con combustóleo, porque a Pemex ya nadie se lo compra y entonces el cliente principal es la CFE, que de manera irresponsable utiliza carbón, prácticamente prohibido en el mundo, forma parte de la producción de polución.
Según las autoridades, la amenaza más grande la representan los automotores.
¿Los motores producen contaminación?
¡NO!
Son los combustibles con los que se mueven.
Las industrias, adquieren filtros que reducen notablemente la generación de las partículas señaladas: los fabricantes de automóviles hacen lo propio y cuentan con programas sumamente avanzados y para evitar las crisis ambientales, se han enfocado en la producción de autos eléctricos que, no consideran que la energía con la que se mueven proviene de plantas eléctricas contaminantes. Las energías limpias, eólica y solar, todavía no alcanzan a generar las cantidades que se requieren.
Eso en México, en donde por decisiones caprichosas y no sustentadas en la ciencia y en aras de “rescatar” a Pemex y la CFE de la “privatización impulsada por el neoliberalismo”, la ahora gobernadora de Veracruz, en funciones de secretaria de Energía, “decretó” la cancelación de concesiones a privados que dedicaban el esfuerzo en construir parques solares y eólicos.
De acuerdo con estudios de especialistas, las gasolinas contienen plomo y los aditivos que se aplican deberían reducir el daño, pero al parecer en aras de la “austeridad republicana”, se le pone menos cantidad de la necesaria.
Los motores eléctricos no contaminan. Usted lo observará cuando trabaja el refrigerador, el taladro, la bomba de agua.
El “combustible” que consume no contiene plomo, no requiere de refinación y comprueba que son las gasolinas las contaminantes.
¿Qué ha hecho México para impedir la contaminación?
Tomar medidas de prohibición: hoy no circula, doble hoy no circula, disminución en 40 por ciento del trabajo en industrias contaminantes, paralización de pavimentación a base de asfalto y algunas más.
La prohibición no ha funcionado, porque cuando se adoptaron las medidas no existía la cantidad de automotores que hoy circulan en las Zonas Metropolitanas.
La solución propuesta por Heberto Castillo hace tres décadas, no se tomó en cuenta, pero parece ser, con el correr de los años, que nunca fue descabellada.
Perforar los cerros que rodean el Valle de México para la circulación del aire, probablemente sea la respuesta para que, en la Ciudad de México, por lo menos, no comencemos a caer como moscas que respiraron el temible DDT.
Sin embargo, en base a que la “solución somos todos”, las refinerías mexicanas, pasadonas de moda, deben mejorar la calidad de las gasolinas y el diésel.
Claro, es mucho pedir, pero al inicio del año todo se vale. ¿O no?
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