NIDIA MARIN
Es forzoso. El próximo gobierno deberá llevar adelante políticas precisas para evitar que México siga portando inevitablemente el calificativo de sangriento.
Ello, si quiere evitar lo que está sucediendo, al observar cómo por cuenta de los delincuentes corrió la sangre el pasado 2 de junio y sigue corriendo después.
El día de las elecciones sumaron 62 los fallecidos violentamente en 22 entidades de la República, con el Estado de México, Tabasco y Jalisco como puntales de una mayoría: 11, 7 y 6 respectivamente.
Conforme se fueron conociendo resultados electorales en el país, en lo que va de este sexto mes del año (del 3 al 8 de junio) ya sumaban oficialmente ¡más de 500! (hasta el 7 de junio).
Porque a esa cifra, hoy, se añaden ya los más recientes del día 9 del presente, que son 99, es decir tácitamente ya son 600… más los que se acumulen en el resto de este mes.
Ni como negarlo, ha sido un principio de mes muy sangriento. La consideración al respecto es que un alto porcentaje de los crímenes fueron por razones políticas, ya que han asesinado no sólo a los candidatos (perdedores o ganadores), sino a quienes incumplieron con la alteración de resultados, robo de urnas y demás, así como por diversos cobros de facturas.
En esta temporada, pues, la venganza se está cobrando tanto en los candidatos triunfadores que no acataron las órdenes de sus jefes los delincuentes (han sido las menos), como en los perdedores que hicieron el ridículo en las urnas y no pudieron con el compromiso ordenado por sus “patrones”.
De acuerdo a la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana del gobierno federal, las cifras más elevadas de crímenes, hasta el 7 de junio, habrían ocurrido en Chihuahua, Guanajuato, Estado de México, San Luís Potosí, Jalisco, y Michoacán. Sumaron poco más de 500.
Pero, dos días después, hasta el 9 del presente mes, la mencionada dependencia federal reportó otros 99 asesinatos en 22 estados de la República, con Nuevo León a la cabeza, que sumó 13; seguido por el Estado de México y Guanajuato, con 9 cada uno; así como Veracruz, con 7; y Morelos, Sonora, Tabasco, Chihuahua y Ciudad de México, con 6 cada uno. Son, hasta ese día más de 600.
Esto nos lleva a pensar que es mentira que la venganza sea un plato que se sirve frío. En México no es así y en el periodo poselectoral menos.
Todo indica que en la República Mexicana se está aplicando el ojo por ojo y que, somos peores que los vengativos cuervos que retornan en parvada para atacar a picotazos al que los humilló.
Aun no acaban de cobrar sus cuentas los grupos delincuenciales o algunos políticos que financiaron a candidatos derrotados.
Son tiempos de ajuste de cuentas. Tampoco están saldadas las que existen dentro de los partidos. Sólo es cuestión de esperar.
Y mientras, el Tribunal Electoral inicia su peliaguda labor. ¡Uff!
Dicen los estudiosos: “Nuestros tiempos viven bajo los restos de una herencia violenta…”
Mientras, en México “la unanimidad no se alcanza por la convicción: se obtiene, en apariencia externa por el terror; el terror encuentra en la violencia su arma predilecta”.
Y nosotros pensamos:
¡También la justicia es venganza!
Pero la pregunta que nos hacemos hoy los mexicanos es:
¿Otros seis años seguirá corriendo la sangre, mientras la impunidad es la reina del país?
Foto de referencia tomada de la wweb