ULISES CORONA-
Quien quiera vivir en sociedad, adopta las normas establecidas por la misma sociedad, y también se adapta a vivir en estas, pero ¿eso es todo?
No repararé en disertar qué es primero, la adaptación o la adopción de estas nomenklaturas sociales; la idea en esta ocasión, es dilucidar si a estas actitudes podemos enfrentarnos y cambiarlas, o viviremos sometidas a las mismas, desde luego, sin poder ver para un bien común, para el beneficio de todos.
Si bien la naturaleza básica de ser humano es; nacer, crecer, reproducirse y morir, esta línea hoy ya está superada por muchos autores y necesidades de supervivencia, la dinámica social es amplia y vasta en proyectar nuevas y diversas formas de humanismo y convivencia. Hoy la ‘sociedad abierta’ es “aquella en que los individuos deben adoptar decisiones personales”. (K. R Popper 1902), esto como requisito necesario para la libertad y su ejercicio. Sin embargo ¿no hemos abuzado de la libertad y el libertinaje en un extremo riesgo para la sana convivencia?
Sociedades abiertas y diversas implican apertura de miras y tolerancia de posturas, pero también respeto a las divergencias y más a las condiciones básicas de urbanidad y convivencia; el libertinaje es un abanico de posibilidades extremas, incluso, aquellas que destacan en grupos sociales donde el orden social se rebasa, y con ello puede llegarse al límite, ahí donde está prohibido prohibir, (Francia en 1968), algo más allá de una simple Différand, como controversia, diferencia o disputa. Donde lo racional pasa a la ruptura de la imaginación y nos acostumbramos a su normalidad, ahí donde “El sueño de la razón produce monstruos” (Goya, 1799), y el cuadro social se dibuja de mil maneras divergentes.
Libertinaje y su promotor el libertino, no es el fauno secuestrador de Ninfa alguna, ni el Sátiro de género masculino, el libertinaje es indistinto; no es fortuito que, con estos libertinos o libertinas, (sin llegar al extremo de escribir libertines) se den ahora, adjetivos concretos, como nuevas descripciones discursivas que ya se cuentan: sadismo, pornográfico, masoquismo, safismo, libertad, libertino, liberal, e incluso loquillo y loquilla también, donde el uso y el ejercicio del poder está presente como obligada obsesión y característica, como lo diría Nietzsche, llamará La voluntad de poder, -porque puedo quiero, porque quiero puedo-. (F Nietzsche. 1930).
Sociedades como las descrita anteriormente, no sólo rompen el orden social, también la convivencia en gobernanza pacifica, tampoco determinan una sociedad estable, ni con proyecto social, y menos con un proyecto de nación circular.
No dibujo al infierno, como el fin de la ciudad terrena, (Agustín de Hipona 412), ni como los nueve círculos de Dante en la Divina Comedia; mucho menos los niveles tétricos en S. Botticelli (1480–1495). Las sociedades modernas son reflejo también de la modernidad y complejidad propia de los grupos sociales de libertad y con responsabilidades, funciones y roles específicos que dan actividad y vivencia a la cotidianidad, movilidad en espacios y turnos de acción y actuación que a diario construyen convivencias difíciles y complejas en la enredada cosmovisión de presente.
Es decir, propongo: una muy complicada gobernanza entendida como, “la realización de relaciones entre diversos actores involucrados en el proceso de decidir, ejecutar y evaluar asuntos de interés público” (W. Munévar, 2010), categorías de participación y compromisos diversos donde la competencia y cooperación coexisten en reglas que hacen posible la convivencia natural obligada; donde están inmersas reglas escritas y otras no, rubros de niveles de actuación y operación, instituciones tanto formales como informales, factores reales de poder en un enfoque de sistemas y subsistemas, que dan vida al simple ciudadano a su organización, coexistencia presente y futura.
Una complicada sociedad que, en libertad, hace y decide su presente a diario, cotidianidad que a veces no le da oportunidad de reflexionar o planear más allá de veinticuatro horas, su próximo día que se come en el asfalto sueños y posibilidades y que sólo puede en este contexto: ejercer su libertad.
Un ciudadano librepensador y de acción, que bien pueda determinar responsabilidades y denotar alcances de valores ciudadanos diferenciando ética de moral, que sin miedo pueda objetar las rarezas de la ley y complicaciones de gobiernos tardíos, ciudadanos en sociedad abierta y diversa, sin ser de uso diario, pero sí de vida plena permanente.
Académico universitario-