Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
¡Linchamiento!… ¡venganza!…
Ninguna novedad. Menos el nuevo ataque en contra del Poder Judicial de la Federación.
Se tardó en responder y dejó los espacios suficientes para que en las redes sociales los “adversarios” los llenaran con nuevos datos que, guste o no, colocan en la picota el expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación.
Al huésped temporal de Palacio Nacional no le pasaron bien los datos. Afirma que en la denuncia en contra del “abogado íntegro” se le acusa de corrupción. La palabra, salvo que esté en letra chiquita, no se observa. Lo que está clarísimo es el señalamiento que se reproduce textualmente:
“(…) mediante presiones, haber vulnerado la autonomía e independencia de operadores del sistema judicial para satisfacer intereses personales o de terceros”.
Si también está la mención de actos de corrupción, algo habrá.
Se advierte con diáfana claridad la relación presidente-exministro.
Después de la férrea defensa que hiciera a su favor el presidente López, el ahora integrante de la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum, publicó:
“Agradezco al presidente López Obrador su apoyo y amables conceptos sobre mi persona ante la persecución política y linchamiento mediático armado desde el grupo conservador. El pueblo está despierto y no se deja engañar. ¡Gracias, Presidente!
Ahora resulta que el señor Zaldívar sabe que hay un grupo conservador en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y es el que provocó la persecución política y el linchamiento mediático.
¡Vaya que es lentito”
Convivió con los conservadores por espacio de 14 años y nunca pronunció descalificativo para alguno de sus pares. Todo era miel sobre hojuelas, hasta que el diablo metió la cola.
¿De dónde cree usted que el presidente López tenía información de lo que ocurriría con las sentencias para sus reformas legales?
Si alguien conoce y muy bien, los sótanos del poder Judicial de la Federación, es el señor Zaldívar. Se movió como pez en el agua al lado de los conservadores, porque tiene la misma educación, los mismos conocidos, los mismos amigos.
Como el resto de los que estuvieron al lado del exministro, disfrutó de los manjares servidos en el comedor de la Corte; acudió a los más elegantes restaurantes con cargo a la Corte. Se trasladaba en auto blindado, con cargo a la Corte. Tenía dos choferes a su disposición, con cargo a la Corte.
¿Dónde se habrá reconvertido y pasó del cómo hábitat a la “austeridad republicana”?
Es verdad que cobra una pensión de 198 mil pesos mensuales. Y la tiene bien ganada. Forma parte de los privilegios que hoy se condenan desde Palacio Nacional o salen de la garganta de la corcholata preferida.
Cuando el presidente de la República acusa la existencia del linchamiento -jamás dijo político, pero el señor Zaldívar se lo añadió- y de una venganza, la duda aflora: ¿quién encabeza la venganza y qué razones tendrían las personas para querer vengarse?
A Zaldívar se le comenzó a hacer bolas el engrudo cuando su relación con el vecino del norte -la Corte apunta para el sur y Palacio Nacional a los 4 puntos cardinales, pero el departamento en donde habita temporalmente, mira hacia el norte- pasó de lo meramente profesional a una personal amistad.
La admisión presidencial de que se hablaba con él cuando se trataba de “asuntos de Estado”, confirma plenamente que la justicia se aplicó a modo.
¿Cuáles fueron los temas de Estado que obligaron al señor López a llamar al señor Zaldívar?
Si encarcelar a algún ladrón de cuello blanco -usted conoce los nombres- o extraditar a un sanguinario criminal es “asunto de Estado”, en qué poco se valora el país.
Para concluir, es necesario esperar la sentencia y que se conozcan los agravantes que determinen si es perseguido político o delincuente. Caso similar al de Jorge Glas, el de Ecuador.
Y si el control de daños, funciona, de todas maneras, el señor Zaldívar vivirá con la ceniza en la frente: tiznado.
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