ULISES CORONA*
Si bien prometer no empobrece, sí entristece y de paso deslegitima el ser político. Los procesos electorales tienen por condición, la búsqueda del voto y con ello el ofrecer mejores condiciones de vida y generar simpatías nuevas que atraigan votantes.
La política es suma de vanidades, como lo dijera el predicador, vanidad de vanidades todo es vanidad; nada cambia bajo el sol, sexenios van, sexenios pasan y todo sigue igual. Los políticos hombres y mujeres, ofrecen nuevos estadios de vida, perlas novedosas, brillantes formas de convivencia y sólo hasta pasada la fecha de la elección podemos dar cuenta del acierto a su falsedad.
Para que una propuesta de campaña sea concreta, debe de vislumbrar resultados igualmente concretos y tangibles. La política pública tiene en el mejor de los casos ocho pasos que rigurosamente deben de cumplirse para su éxito. (Bardach 2020)
De estos los más significativos son: Definir con exactitud el problema social a solucionar, obtener información y construir alternativas. Si bien esto conlleva un proceso de análisis y estudio, sin embargo, los candidatos y candidatas, no se pueden tomar tiempo para esto, ante el enorme universo de problemas sociales, por lo que, ante las demandas, todo quieren solucionar y no siempre todo lo pueden atender. Por lo que en excesos de vanidades las promesas de campaña son las iniciantes desilusionadoras de las acciones de gobierno, y desalentadores del arte de la política.
Considero que antes de ofrecer una primera solución como oferta política, el candidato en turno hombre o mujer debe plantearse si esta propuesta a emitir, responde al qué del problema, y de ahí partir en responder cómo se implementará, dónde se instaurará, cuándo se podrá llevar a cabo, cómo estructuralmente se podrá ejercer, cuánto costará y si este costo podrá tener un intercambio/beneficio real y concreto para con la sociedad.
Lo anterior traería muchos ahorros económicos, así como también desilusiones de ilusionados votantes que suponen que la oferta política es petición de deseos a un cometa, que sólo pasará dejando su estela de propaganda y quizá no se le volverá a ver en el futuro inmediato.
La construcción de políticas públicas tiene que ver con el éxito de la administración pública y la evidente generación de un gobierno de resultados. Lo anterior deberá de ser la mejor carta de presentación y oferta a proponer en tiempos de campaña, un ejercicio de gobierno efectivo, eficaz y de verdaderos resultados en beneficio para ti y tu familia.
Quizá por ello que el arte de la política y de la gestión pública gubernamental, no sea tan fácil de ejercer, ni improvisar, y sí se requiera de profesionales de la política pública con experiencia y pulcritud en el ejercicio.
Hoy el político independientemente de su género, “debe luchar contra la vanidad, ese enemigo ‘trivial y demasiado humano’ que los lleva a preocuparse de la imagen, del aplauso fácil y no de las consecuencias de sus actos o de su deber republicano” (Weber 2000). Y atender con responsabilidad el tamaño de sus propuestas y respuestas en función de sus capacidades, que no les gane el frontal: es decir, que no les gane la vanidad y partir de un razonamiento más racional, muy necesario para mediar entre lo que pueden prometer, lo que pueden realizar, y lo que podrán, a partir de ello gobernar justa y efectivamente logrando resultados.
La dimensión de la sociedad tendrá siempre una gran diversidad de temas a resolver, estos se harán diferenciados y complejos conforme la complejidad de los grupos sociales siga segregándose y particularizando los conflictos. Los problemas de cuarta y quinta generación ya están presentes, no será con promesas como se podrán enfrentar y resolver.
La gente no sólo pide agua, ahora la quiere potable y con menos cantidad de sales. De igual manera, no le es suficiente escuela, hoy quiere educación de calidad. Ya no quiere chamba, ahora exige trabajo digno; en entender estas diferenciaciones está la dignificación de la política, está igualmente el ejercicio de resultados y si me permiten abonar: Una gran capacidad de humildad.
*Académico Universitario
