GERARDO LAVALLE
Debatir es exponer ideas contrarias. Demostrar con solidez qué se hará de llegar a convertirse en Jefe de Estado de cualquier país medianamente democrático. El debate debe servir para que los ciudadanos se enteren de quién y cómo pretende gobernarlos.
En el primer “debate” -debacle lo definió director general de Misión Política- estuvo concentrado en la riqueza de acusaciones y la pobreza extrema de propuestas concretas. Para las dos candidatas y el candidato, lo importante fue exhibir la corrupción en la que han incurrido durante su vida política y empresarial.
Preguntas enviadas por los ciudadanos de todo el país, parecieron formuladas por la misma persona lo que significa la conciencia sobre los temas torales que el gobierno ha ignorado y, de ganar la candidata oficialista, se mantendrán y serán mayores hasta que la liga se reviente y el hartazgo pase a ser desesperación y más adelante…
Durante dos horas, los moderadores del “debate” realizaron con pulcritud la encomienda para la que fueron elegidos y contratados. EL planteamiento de las preguntas fue correcto, aunque sumamente larga la exposición. Quienes las enviaron, trataron de explicar la razón de su cuestionamiento. Las respuestas, pobres, sin contenido, sin solidez. Esbozos de lo que quieren hacer. Cuchas y deshilvanadas, obligaron a tratar de entender qué se quiso decir.
(Faltó un Rubén Aguilar para aplicar su técnica: el presidente quiso decir…).
El debate era el foro adecuado para mostrar altura de miras. Se convirtió en un lavadero en donde el “chisme”, la diatriba, la acusación -alguna con prueba con documento oficial- sin presentar el sustento. Las propuestas se eclipsaron.
Es verdad, nadie esperaba que en el debate surgiera el o la Jefa de Estado que México necesita para reencauzar su destino.
Era claro que Claudia Sheinbaum llevaría en sus archivos -físicos y mentales- la continuidad del programa impulsado e impuesto por el presidente de la República, a quien obedece, admira e idolatra. Ha sido su mentor político. La ha guiado desde hace 24 años rumbo a la meta fijada desde entonces. Ausente del ejercicio político durante 18 años, su figura no representaba el ideal del mexicano. Creció al ganar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México no sin pasar amargos tragos por su trabajo como jefa delegacional en Tlalpan y por la negligencia, la ausencia, para participar físicamente en la zona del desastre por el terremoto de 1997. Es su talón de Aquiles como lo es el ocultamiento de la información del costo del segundo piso… el anterior. Imaginar qué hará con el símil en la cuatroté, causa escozor.
Por supuesto que Xóchitl Gálvez tenía el papel principal, el que no cuesta, el que se aprovecha para ratificar, no denunciar porque todo mundo lo sabe, las malas decisiones gubernamentales desde antes de tomar protesta el señor Andrés Manuel López. Se quedó corta. Olvidó hablar del abuso de poder, del ataque para desmantelar el sistema electoral nacional, de la ausencia del Estado de Derecho y de la violencia. Se entiende que serán temas para ser abordados en los próximos dos debates.
La primera mujer opositora con fuerza para derrotar el estatus quo del poder presidencial, del Estado, en una contienda electoral, se conformó con presentar sus tarjetas color rosa. El de la salud, para que todas las personas tengan medicinas. La propuesta ya conocida por su presentación en los mítines, está dirigida a cumplir con la entrega de fármacos y la atención médica hasta en hospitales y farmacias privadas si en el sector -el destartalado- salud integrado por la Secretaría de Salud -cabeza-, el IMSS, el ISSSTE y el IMSS-Bienestar.
A CONFESIÓN DE PARTE…
Han sido cinco años en los que la administración del presidente López ha desmantelado el sistema de salud, modificado el educativo y cuatro manipulando la información sobre la pandemia de Covid-19. Sí, aquella que afirmó “nos cayó como anillo al dedo”.
En su lucha contra la corrupción, expresión solamente, carente de resultado, provocó la mayor escasez de fármacos en décadas.
El tema lo abordan las candidatas y Sheinbaum propone reconstruir lo que en el pasado destruyó el neoliberalismo. Es la cantaleta presidencial en las matinales. Sin embargo, suponer que con la titulación de enfermeras y médicos especialistas mediante la creación de Universidades de la Salud se corregirá la desviación en el sector, es generar esperanza, sí, a largo, larguísimo plazo. Quizá 12 años.
La admisión de la mala calidad del sector, no deja duda. Al presentar una lámina con datos del INEGI presumió que el 56 por ciento de los pacientes atendidos, está satisfecho en comparación con los que estaban inscritos en el Seguro Popular. No reveló si ese 56 por ciento corresponde a los 52 millones de personas que no cuentan con IMSS e ISSSTE y sí tenían el SP. El programa IMSS-Bienestar no está siquiera a la mitad de lo prometido.
Del otro lado del río, Gálvez mostró que un país en donde no se mejora la educación, no se aplica la tecnología, el avance no llegará. Su propuesta para recurrir a la tecnología, a la inteligencia artificial, a la digitalización de los servicios para impedir la corrupción en las llamadas ventanillas únicas, merece ser examinada, pero suena adecuada en tiempos en los que hoy los niños no aprenden siquiera la tabla del 10.
Ah, Jorge Álvarez Máynez también estuvo en el debate y en su participación, virtualmente inexistente, no presentó cuál es la tercera vía que tiene la ciudadanía para las elecciones del 2024.
Decir que él no pertenece a la vieja política -como Sheinbaum y Gálvez a quienes señalaba con el dedo pulgar- sino a la nueva, no basta para saber qué haría para que México tenga educación de calidad, atención en salud de segunda, ya no de primera sino atención.
Los participantes llegaron con legajos de fotografías las que utilizaron para atacarse mutuamente.
Al final de la jornada el balance es claro: riqueza en acusaciones de corrupción y pobreza extrema en las propuestas.
