La Importancia del Relato en lo Político

Jorge Lago y Pablo Bustinduy. Política y ficción. Las ideologías en un mundo sin futuro. Ediciones Península, Barcelona, 208 páginas. 2024


DAVID MARKLIMO

Política y ficción podríamos decir que son, en principio, conceptos antagónicos: no se puede cambiar la realidad a través de relatos falsos o incompletos. La política pretende solucionar o abordar los conflictos reales y la ficción es todo lo contrario, habla de lo irreal. Si bien estas definiciones son importantes, constantemente vemos que los relatos falsos o incompletos son materia prima de lo que llamamos el discurso político o, peor aún, la ideología política. 

Precisamente, el estudio de la relación entre ideología y relato es lo que nos cuentan Jorge Lago y Pablo Bustinduy en el libro Política y ficción. Las ideologías en un mundo sin futuro, un análisis sagaz de la crisis de los relatos y las narrativas políticas contemporáneas. Para estos españoles, pegados desde su nacimiento al partido Podemos, vivimos un tiempo de crisis profunda de las ficciones políticas tradicionales. El ciclo ideológico posterior a la crisis financiera ha dado lugar a una sensación general de agotamiento que, con el auge global de la extrema derecha, el cataclismo de la pandemia, la crisis climática y la guerra de Ucrania, amenaza con teñir de pesimismo cualquier idea de futuro.

Es así que es importante preguntarse qué relación guarda la política con la ficción. ¿Por qué decidimos creer en ciertas ideas políticas en lugar de en otras? ¿Cómo influye la ideología en nuestra forma de imaginar el futuro individual y colectivo? Hoy, mientras se expanden los relatos catastróficos y étnicos, cuesta pensar nuevas formas de emancipación o de futuro compartido distintas de la defensa de una idea mínima de bienestar o de la mera supervivencia del planeta. De esta forma vemos que no existe la política sin la ficción y que toda política, por lo menos hasta ahora, y sobre todo las ideologías, se relacionan con lo real, a través de la ficción. Todas las formas ideológicas que hemos ido conociendo necesitan de la ficción para hacer lo que los autores llaman ficciones resolutivas. Es decir, resolver los conflictos del presente que no tienen una solución adecuada como, por ejemplo, la desigualdad, el género, el cambio climático… En realidad, las ideologías lo que hacen es imaginarlos resueltos en un futuro. En resumen: construir un relato.

Pensemos esto un poco más lento: la mayoría de las ideologías que existen desde el surgimiento del Estado moderno tenían algo de poción mágica (pensando asá, tenderemos así). Cuando se demostró que, pese a servir para soportar las contradicciones de la realidad, el futuro prometido nunca llegaba, el momento populista llegó.

Por un lado, la derecha presentó un pasado idealizado, donde la nostalgia que sirve para reforzar la identidad. La izquierda, por contra, reelabora la identidad colectiva, nos habla de un “nosotros” —el pueblo— que se siente desencantado y expulsado de los beneficios del sistema por la casta, la élite, los otros. El caso es que el propio populismo se acabó sumiendo en el descrédito y provocando una gran frustración ante la incapacidad resolver problemas complejos como la migración, el cambio climático, la pobreza y demás. Es decir, la construcción de otro relato. Lo que vemos hoy en día es sólo propuestas que aspiran a administrar los problemas, ganando pequeñas batallas, que en nada inciden en el día a día de la gente. ¿Cómo escapar, entonces, de esta relación entre relato y política?

Los autores invitan a buscar nuevos imaginarios para un nuevo contrato social colectivo que potencia la libertad, en el marco de una sociedad compuesta por sujetos autónomos. Solo eres libre si puedes decidir por ti mismo, sin condiciones. Es decir, sin la presión de empleos mal pagados, condiciones económicas impuestas (pensemos, por ejemplo, en los créditos de las tarjetas) y demás estamos abogando por una sociedad de unos pocos a costa de la de muchos. He ahí la paradoja y la moraleja de este libro: la sensación de que no hay futuro sólo se resuelve mediante formas de imaginarlo.

En fin, este libro se plantea por qué hemos llegado a paradoja, invitándonos a producir nuevas ficciones que den forma a horizontes políticos diferentes.

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