Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Sorpresivo y sospechoso resultó el secuestro de 66 personas, en Culiacán. Hasta ahora, se informa, han sido liberados 58. Son familias completas que, de manera extraña, no denunciaron formalmente los hechos y el levantón, todo apunta, quedará impune.
Tres días después, en los municipios de al menos 17 personas fueron secuestradas en sus casas por grupos armados en los municipios de Salinas Victoria y Ciénega de Flores, Nuevo León, reportó el diario Reforma.
En ambos casos, se desconocen los móviles.
¿Es el nuevo negocio de los criminales?
¿Alguien tiene en mente crear un esquema de temor?
¿Por qué ahora y en lugares tan distantes?
Ello hace suponer que se trata de grupos criminales diferentes, si lo fueran.
Porque en Culiacán, los jefes del cártel, Los Chapitos, en mensaje de Iván Archivaldo Guzmán, señalaron que ellos cuidan a los ciudadanos y no se meten con ellos. Al mismo tiempo, rechazó la afirmación presidencial de que se trata de una disputa territorial entre grupos criminales.
Si no fueron ellos ¿quiénes entonces?
Desde el momento en que se generó el secuestro masivo, en este espacio se publicó que resultaba sumamente sospechoso que fueron los captores quienes liberaran a las víctimas y no se conociera la exigencia de un rescate o un intercambio de criminales por los civiles. Han transcurrido 5 días del levantón y faltan 8 por ser liberados. Ese lapso, no se conoce el móvil y el silencio de los afectados alimenta la sospecha de que se pudo tratar de un montaje en tiempos electorales.
Ahora es Nuevo León. El mismo modus operandi. Se les identifica como “grupo criminal”, están encapuchados, portan armas de alto calibre e irrumpen en las residencias que, presuntamente tienen vigilancia, y se llevan a las familias completas.
¿Qué razón tendrían los grupos criminales, por la distancia entre uno y otro hecho son distintos, para actuar de manera similar?
Lo de Nuevo León es una calca al carbón.
Los levantones masivos no fueron para solicitar rescate por la vida de los secuestrados.
Tampoco se advierte un interés político-ideológico. Los izquierdistas no actúan de esa manera. Los derechistas, tampoco.
¿Algunos están fingiendo ser criminales?
Como fuere, comienza a respirarse el miedo, el terror.
Y todo indicaría, de seguir los hechos en otras entidades, que se trata de una “pandemia” contra la que no hay vacuna, porque en lugar de localizarlos, detenerlos, encarcelarlos e incluso dispararles en el enfrentamiento, reciben abrazos y, en una de esas, dinero por sus actos criminales.
¿En qué país estamos viviendo?
Desde el púlpito presidencial o más allá, en La Chingada, salen los mensajes políticos para responder a Javier Milei, pero nada que permita suponer una acción preventiva para impedir que los levantones continúen.
El sospechosismo está presente.
De eso, no hay la menor duda.
¿Qué se ganará con infundir y extender el miedo en todo el país?
A lo mejor los otros datos podrían darnos pistas.
Por lo pronto, familias residentes en Sinaloa y Nuevo León, han vivido los secuestros. La duda prevalece: ¿reales o montajes?
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Foto: rensaLibre