*Enrarecido Ambiente Electoral por Acciones del Presidente y de la Delincuencia
*En Juego más de 20,000 Posiciones en Entidades con un Gran Número de Electores
*Actual Sexenio: más de 180,000 Homicidios, 110,000 y Casi 800,000 Muertes por COVID
*Hay Frentes: Oficialismo u Oposición, Continuidad o Cambio; Confrontación o Reconciliación
*Pero, Además: la Cerrazón o el Dialogo la Imposición o la Pluralidad
ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO
Las campañas para la presidencia están marcando un hito histórico sin precedente alguno en el país, empezando por considerar que la contienda se centra entre dos mujeres, aspecto relevante por ser la primera ocasión en que ocurre, máxime que es posible anticipar que una de ellas será quien obtenga el triunfo.
A esto le sumamos que la competencia no se presenta de la manera tradicional, pues la postulación de las candidatas proviene de bloques partidistas, que se coaligaron haciendo alianzas, incluso algunos de ellos con antagonismos y rivalidades de muchas décadas.
Ahora, si bien esa es la campaña principal, no obstante, resulta también importante destacar que están en juego más de veinte mil posiciones electorales que de forma concurrente se disputan, entre otras nueve gubernaturas en entidades con un gran número de electores, como en el caso de Puebla, Ciudad de México, Veracruz y Guanajuato, por decir algunas.
Con esos números nos damos cuenta de la gran cantidad de candidatos que andan en busca del voto, recorriendo a lo largo y ancho del país todos los rincones para obtener simpatías y apoyo.
Es peculiar, por decir lo menos, la intromisión y papel protagónico con el ánimo de favorecer a su partido que ha tenido el Presidente, quien sin recato alguno y de una manera descarada se ha metido intentando inclinar la balanza, rompiendo todas las formas, lo que ha provocado un clima de confrontación y una lluvia de denuncias.
Si a esto le agregamos la participación de la delincuencia organizada, nos coloca en un escenario impredecible, pues el conjunto de todos esos elementos trae consigo un enrarecimiento del ambiente con múltiples variantes, sin embargo, existe un sentimiento común: se requiere un cambio.
Es natural, han pasado más de cinco años desde que llego esta administración y, en el país ronda la violencia y muerte. Más de ciento ochenta mil homicidios en lo que va del sexenio; ciento diez mil desaparecidos; aunado a las casi ochocientas mil muertes por COVID, pandemia que fue manejada con total negligencia.
Ante esa realidad, vivimos en un mundo de terror: con miedo. Esta situación ha permeado por todas partes, la violencia nos ha puesto contra la pared, es el principal problema que lejos de aminorarse ha subido de tono.
Así, en esas circunstancias, tenemos una división política con dos frentes: el oficialismo y la oposición; la continuidad o el cambio; la confrontación o la reconciliación; la cerrazón o el dialogo; imposición o pluralidad.
Algo que se reconoce es que México cambió, no es el mismo de hace cinco años cuando se hizo la promesa de la unidad nacional y ahora estamos divididos; el combate a la corrupción: un verdadero fracaso. Las políticas de austeridad se fueron al bote de la basura; los privilegios solo cambiaron de manos y la ley se aplica a los adversarios, a los amigos, contratos e impunidad.
Ante ese panorama nos encontramos en el periodo electoral, todo se registra, la historia se escribe y da cuenta de los acontecimientos, seguimos aferrados a la esperanza de un México mejor: sin violencia, sin mentiras, sin división.