NIDIA MARIN
La nueva cuna del presidencialismo se mece… al compás que le toquen desde la Silla del Águila.
Y aunque por allá no tienen ritmo, sino chanclazos a diestra y siniestra, el presidencialismo retornó. Actualmente está en el filo de la navaja y si nos dejamos atacará en las urnas.
¡Ya basta!
Como señalara Jorge Carpizo, el presidencialismo no es otra cosa que la predominancia del Poder Ejecutivo sobre los pesos y contrapesos del régimen político y sobre los mecanismos de decisión política.
Pero en este 2024, comprobaremos si el gusto de haber logrado expulsarlo de la vida política de los mexicanos sólo nos duró unos años…
El gran maestro de la UNAM, Fernando Serrano Migallón, antes de las elecciones de 2006 publicó “Facultades Metaconstitucionales del Poder Ejecutivo en México” trabajo en el cual mencionaba algunas de estas lacras:
“…la atribución para designar a su sucesor en la presidencia; las facultades de designación y remoción de los gobernadores de los Estados; y el control político de los poderes públicos, a través, principalmente, de la “aprobación” de las personas que integraban las legislaturas y la judicatura federal. Tales facultades metaconstitucionales le permitieron al presidente en turno controlar no sólo al gobierno y a la administración pública, sino también a los poderes legislativo y judicial y a los gobiernos estatales”.
Expuso, además:
“Dentro de todas las facultades metaconstitucionales del presidencialismo mexicano el control de la sucesión presidencial constituyó una de las más importantes. La facultad de seleccionar al candidato que habría de sustituirlo y la falta de procedimientos claros y transparentes para la elección interna de candidatos a cargos de elección popular en los partidos políticos, dieron al presidente en turno un poder de facto muy efectivo para controlar a los posibles aspirantes y mantener la disciplina partidista”.
Tal, cual, pues… incluido el nunca bien ponderado dedazo.
SÍ, EL DEDAZO SIGUE
VIVITO Y COLEANDO
Ayer ¿cómo hoy?
“Contrariamente a lo que pudiera pensarse en este sentido, (dijo el especialista Serrano) los presidentes de México no requerían poseer cualidades excepcionales o personalidades arrolladoras, bastaba ser el seleccionado el “destapado”, para que todas las estructuras burocráticas del partido se pusieran a su servicio, bastaba sentarse en la silla presidencial para estar en posibilidad de ejercer el mando absoluto. La disciplina partidista en consecuencia, vendría por añadidura siempre que existieran razones suficientes basadas en el poder o en la tradición”.
(¿Dónde hemos estado viendo eso actualmente?)
Entre las reflexiones el erudito consideraba…
“La transición política en México sigue siendo un proceso inacabado y las elecciones de 2006 serán una prueba de la fragilidad o la fortaleza de sus instituciones y del nivel de la cultura democrática de los ciudadanos, pero principalmente de la clase política.”
Este año también…
Aludía, además, a buena parte de lo que, desafortunadamente en estos casi seis años se destruyó:
“En la actualidad -dijo- el ejercicio del poder presidencial se encuentra más controlado por los poderes constituidos. El Poder Judicial se desempeña de forma independiente y el Congreso de la Unión ya no depende de la voluntad presidencial a partir de la existencia de un gobierno dividido. Además, existen instituciones autónomas que antes no existían o estaban completamente subordinadas al presidente. El Banco de México, el Instituto Federal Electoral, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, son instituciones que limitan las posibilidades de una vuelta al presidencialismo autoritario.”
Sólo revisemos lo que ha estado pasando con estas instituciones, además de que desde Palacio Nacional las violaciones a las normas han sido la constante, así como los cambios para volver al pasado.
Desde luego que entre los hechos de mayor nitidez en la materia está “el dedazo” disparado y decretado por el presidente…
Si nos dejamos, ya saben, ya saben…
En aquel tiempo el jurista Serrano dijo algo que deseábamos y que hoy faltan unos meses para comprobar:
“…el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, junto con el IFE, ha jugado un papel importante en la transparencia de los procesos electorales, en el control del financiamiento de los partidos políticos, así como en la garantía de los derechos político electorales de los ciudadanos y de los militantes de los partidos políticos. Este último aspecto es de gran relevancia para efecto de garantizar la democracia y transparencia interna en los procesos de selección de los candidatos a cargos de elección popular que hagan imposible la vuelta a métodos antidemocráticos.”
Ya falta menos para saber qué sucederá en el próximo sexenio por venir…
No la riegue… Fíjese por quién vota.