Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Para una persona cuya única misión en la vida es poseer el poder a plenitud y que sus órdenes sean cumplidas a cabalidad, es difícil aceptar que, entre el “pueblo malo” haya quienes lo dibujan como “dictador” o “narcopresidente”.
Con el paso del tipo, suponía que millones de los que no lo llevaron al cargo al que se aferra como náufrago de un remo cuando el barco hizo agua, y ahora se da cuenta de que no “todos los aman”.
Recordar cómo reciben el elogio los dictadores no es ocioso. Nadie osa mirarlo a los ojos. Osadía sería darle una palmadita en la espalda. Crimen que merece castigo, ser adversario a las decisiones de aquel que llegó al poder por la vía democracia y después destruyó el andamiaje para que, como afirmó Lorenzo Córdoba, no tenga escalera para llegar a la cúspide.
Si lo que se ha dicho, publicado y difundido del huésped temporal de Palacio Nacional, tiene un mínimo de verdad -el imaginario colectivo considera que tiene un mucho-, debe estar preocupado. O debería. Decir que esta blindado contra los señalamientos de haber recibido millones de dólares y de pesos para sus campañas anteriores -y también en la que resultó ganador-, parece una fantochada.
Negar el valor acusatorio de “testigos protegidos” que no “presentan pruebas” y son escuchados por los integrantes del jurado que sacan conclusiones después, es un contrasentido a sus posturas cuando se realizaba el juicio contra de Genaro García Luna.
¿Por qué son válidas las informaciones en tratándose de “criminales” del pasado y sin valor alguno en tratándose de su persona?
Se entiende que niegue todo. Cuando hay arreglos entre autoridades y gobiernos, no firma un contrato de “prestación de servicios”. Es a “la palabra” y las “buenas intenciones”. Si alguien supone que existe un documento que reconozca la recepción de millones de dólares y pesos, se quedará con las ganas de observarlo. Es posible, claro está, que haya videos y grabaciones de las reuniones entre criminales y enviados especiales, porque personalmente nunca acude la cabeza del grupo que recibe las “donaciones”.
Son especulaciones, se diría ahora mismo. Sin embargo, las declaraciones de “testigos protegidos” no se toman como aquellas sino como pruebas que son confirmadas mediante investigaciones reales, no manipuladas.
En la búsqueda de cambiar la narrativa, ahora el señor López se presenta como “víctima” de sus adversarios y se llama a sorprendido porque lo llamen como lo llaman ahora.
No fuimos los comunicadores los que lo etiquetamos. Fueron los testimonios de investigaciones serias de un periodista cuyo perfil no obedece a ninguna filiación partidista y menos aún a nexos con el crimen organizado.
Compungido, con el rostro descompuestos y no por el tutupiche que le afectó el ojo derecho, sino por sentirse desilusionado, sorprendido, de la forma en que se expresan de él. Habría querido que lo aplaudieran, lo llamaran salvador de la Patria, escuchar el canto de las aves que le alegran la vida.
Jamás había previsto ser etiquetado como “dictador” y “narcotraficante”, admitió durante la realización del show de los monólogos obradoristas.
¿Dónde quedó la prospección?
Abandonada, olvidada por las “ovaciones” del pueblo bueno.
Ahora queda el refrán: el que la hace la paga. ¿La pagará el tabasqueño?
Sería la vergüenza nacional.
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