Sin Derecho a los Derechos

Otra Modesta Propuesta:

CARLOS BORTONI*

 

Pocas personas tienen el vulgar valor que caracteriza a Sergio Sarmiento, quien, con un mano en la cintura, y desde el privilegio de su posición privilegiada, no duda en arremeter en contra de aquello que garantiza la supervivencia de la humanidad. Nadie como él, apóstol del apocalipsis, se atreve a decir lo que todos pensamos y no nos atrevemos a decir: ¿Por qué todos deben disfrutar libremente del agua? ¿Por qué el agua es un derecho humano? Si todos la necesitan, el agua debería ser una mercancía de cambio que se pague tan caro como pueda pagarse, ¿eso hará que no todos tengan acceso al agua? ¡Qué pena! Si no pueden pagar por ella, que se muden a la costa o a las orillas de un rio. Punto. Que el agua sea un derecho es igual a regalarla, dice Sarmiento con esa sabiduría propia de quien desde la superioridad se siente superior. Peor aún, es regalarla a gente que habrá de desperdiciarla y pondrá en riesgo su disponibilidad futura para aquellos que no solo pueden pagar por ella, sino aquellos que realmente, por derecho divino, la merecen.

Como si no fuera ofensivo que se considere que los derechos humanos deben ser derechos para todos los humanos y no solo para los humanos privilegiados, buscar que se garanticen por igual para vivir la vida humana en condiciones de plena dignidad, e insistir en que el agua debe ser un derecho, es indignante para todo aquel que entienda el plusvalor de la plusvalía. “El agua es un ‘satisfactor’”, indica Sarmiento en una explicación que no es cantinflesca porque carece de sentido del humor. Y uno puedo vivir con plena dignidad sin agua ¿No? Por lo menos durante tres o cinco días. A demás, si el 60% de nuestro cuerpo está formado por agua, y el 75% de nuestro cerebro también está formado por agua ¿Para qué quieren más agua? De verdad, parece que no se conforman con nada. Habiendo tanta agua, y estando esta no solo al alcance de todos, sino dentro de todos, “debemos impulsar políticas públicas que hagan que el agua se aquilate en todo su valor, tenga un precio adecuado, se administre con prudencia y genere recursos suficientes.” ꟷcomo bien dice Sarmiento. Aquilatar el agua para enriquecer a quien si merece tener derecho al agua y derecho a enriquecerse cobrando por el agua.

Que nuestra constitución reconozca, en el artículo 4, párrafo 6, el derecho humano al agua, diciendo que “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”, bajo el pretexto de que el agua es indispensable para la vida, resulta grosero. Nadie discute que el agua sea indispensable. Lo que se discute es si todo el mudo puede tener una vida digna ¡Evidentemente no! Y si no pueden tener una vida digna, y los derechos buscan que todos vivan una vida digna, para que gastar recursos tan importantes como el agua, en gente que habrá de vivir ꟷcon o sin aguaꟷ de forma indigna. Preferible negar el derecho al agua que regularla. Regular es casi como prohibir y prohibir lo que se dice prohibir solo debe hacerse con la gente que no tiene privilegios. Los demás, que son los menos, deben vivir sin cortapisas a sus privilegios.

Entrados en gastos: Eliminar el derecho al agua no es suficiente. Urge que se ponga en manos del mercado la totalidad de los derechos humanos, de tal suerte que sólo puedan disfrutarlos aquellos que pueden pagar por ellos. Podría crearse un esquema de membresías para el disfrute de los derechos humanos, un tabulador donde se establezca la posibilidad de disfrute de acuerdo con el pago que se realice, de tal suerte que tanto pobres como millonarios puedan disfrutar del derecho a la libertad de expresión, con la diferencia correspondiente al nivel de membresía que adquieran. Así, habrá quien puedan expresarse libremente una vez al año, y habrá quienes pueda hacerlo 24/7, los 365 días del año. Lo mismo debería establecerse con el resto de los derechos, incluso se pueden armar paquetes donde la gente pague por los derechos que le interesa ejercer. Los padres que quieran tener hijos tendrán que pagar por su membresía los primeros 18 años de su vida, llegado a la mayoría de edad, el hijo habrá de cubrir su propia cuota si desea seguir vivo ¿Igualdad? ¿Libertad? ¿Seguridad? Pagar por cada uno de ellos. ¿Transito? Depende por donde quieras pasar el costo de la membresía ¿Libertad religiosa? Pagas o el Estado te impondrá una religión de forma aleatoria ¿Derecho a la verdad? Perdón, ese es demasiado costoso como para que puedan soñar a pagar por él. Mientras, confórmense con las notas infodémicas que los consorcios corporativos entregan gratuitamente y a cambio sólo piden la alienación de sus audiencias.

 

Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es “Historia Mínima del Desempleo”.

*@_bortoni

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