«[Los conservadores nacionales] no ven Occidente como la ciudad brillante sobre la colina, sino como Roma antes de la caída: decadente, depravada y a punto de derrumbarse en medio de una invasión bárbara», señala.
De acuerdo con The Economist, políticos de este grupo como Donald Trump, Viktor Orban y Giorgia Meloni han sido capaces de unirse en torno a su hostilidad hacia los enemigos comunes, incluidos los migrantes (especialmente los musulmanes), los globalistas y todos sus supuestos cómplices.
«Los conservadores nacionales también merecen ser tomados en serio por sus perspectivas electorales. Trump lidera las encuestas en Estados Unidos. Se espera que la extrema derecha obtenga buenos resultados en las elecciones parlamentarias europeas de junio. En Alemania, en diciembre, la ultraderechista Alternativa para Alemania alcanzó un récord del 23% en las encuestas», indica el análisis.
También apunta que, anticipándose a unas elecciones perdidas para Rishi Sunak, los conservadores británicos, estridentemente pro-Brexit y anti-inmigración, están conspirando para hacerse con el control del partido. Y en 2027, «Marine Le Pen podría convertirse en presidenta de Francia».
Para la publicación británica, una forma de detener esta tendencia de pensamiento político es tomarse en serio las quejas legítimas de la gente.
«Los ciudadanos de muchos países occidentales ven la inmigración ilegal como una fuente de desorden y una sangría para el erario público. Les preocupa que sus hijos crezcan siendo más pobres que ellos. Les angustia perder sus empleos en favor de las nuevas tecnologías», destaca la revista.
Pero también hay otras quejas entre la gente que ha sido seducida por los conservadores, como creer que instituciones como las universidades y la prensa han sido capturadas por élites hostiles, antiliberales e izquierdistas, señala. «Ven a los globalistas que han prosperado en las últimas décadas como miembros de una casta arrogante y egoísta a la que le gusta creer que han llegado a la cima en una meritocracia cuando, en realidad, su éxito ha sido heredado», afirma el análisis.
Dichas quejas tienen su mérito, y despreciarlas solo confirma lo alejadas que están las élites de la realidad, apunta The Economist.
Según el medio, el liberalismo también puede adaptarse al conservadurismo nacional, pero «ahora mismo, se está quedando atrás».(Sputnik)