Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El reclamo principal del gobierno de México al de Estados Unidos en materia que coadyuvaría a frenar el avance de la violencia propiciada por el crimen organizado, ha sido el de frenar el tráfico de armas. Incluso, el excanciller Marcelo Ebrard presentó una demanda contra los fabricantes de armamento en la Unión Americana reclamando 10 mil millones de dólares. Hasta el momento la respuesta de los jueces ha sido negativa.
En un excelente trabajo publicado por El Sol de México y firmado por el periodista Alejandro Arturo Villa con datos proporcionados por la Secretaría de la Defensa Nacional en virtud de una solicitud de acceso a la información, se presentan datos reveladores del porqué los criminales siguen mejor equipados que el Ejército.
Dos párrafos bastan para sacar conclusiones:
“En cinco años de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) decomisó dos por ciento menos armas que en el mismo periodo de Enrique Peña Nieto y 70 por ciento menos que en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, informó el Ejército a El Sol de México a través de una solicitud de acceso a la información.
“De acuerdo con la información proporcionada, en cinco años (2019 a 2023) las Fuerzas Armadas decomisaron 29 mil 836 armas de fuego, mientras que en los primeros cinco años de la administración del priista Enrique Peña Nieto (de 2013 a 2017) fueron 30 mil 249, y de 2007 a 2011, en el gobierno del panista Felipe Calderón Hinojosa, la Sedena sacó de circulación 106 mil 31 artefactos”.
Frente a la admisión de culpa si es necesario exigir pruebas de las razones que orillaron al descenso alarmante en el decomiso de armas. (Aquí no opera el relevo de pruebas).
Para nadie es un secreto que el crimen organizado y los grupos de narcotraficantes, además de haber expandido sus actividades a la extorsión, formación de empresas formales, secuestro e injerencia en elecciones estatales y municipales principalmente por la política seguida por este gobierno que ha propiciado la impunidad abierta, están fuertemente armados.
Cuentan con cohetes tierra-aire, drones explosivos. Ametralladoras calibre .50 capaces de perforar blindajes del 7 y carros blindados, forman parte del arsenal de los criminales.
En los últimos cinco años, se ha informado de dos temas alarmantes: la reducción de decomisos de droga y ahora de armas.
Es poco comprensible que militares, elementos de la Guardia Nacional y marinos que, conjunta o separadamente enfrentan al narcotráfico y al crimen organizado, no hayan detectado en dónde se encuentra el armamento que utilizan para cometer sus fechorías.
Se presume la destrucción de laboratorios clandestinos –no podían estar en las plazas comerciales por elemental lógica- en los que se han destruido los equipos y decomisado “millones” de pastillas de drogas sintéticas incluido el fentanilo. Sin embargo, de armas no se había dado a conocer hasta ahora.
La violencia crece en el país y cada día son más las zonas controladas por los criminales. Las ejecuciones se multiplican ya sea entre grupos rivales o de los “chivatos”. Se utiliza armamento para uso exclusivo del Ejército –que ya no es limitado a calibre .38 súper o .45- y en los enfrentamientos que se han sostenido entre las fuerzas castrenses y los criminales, no se conoce qué tipo de armamento recogen al término de las refriegas.
Despierta sospecha que el decomiso de armas no se privilegie y se le dé la importancia que tiene.
¿Dónde está la cooperación de Washington para detener el tráfico de armas?
¿Dónde comienza y termina la responsabilidad de las aduanas de ambos países?
¿Fracasó la estrategia?
¿El decomisó se lo queda la Sedena sin hacerlo público? Son preguntas, no afirmaciones.
El reportaje de Villa merece atención. Los datos son oficiales y el reconocimiento de la baja en el decomiso de armas, no se explica.
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