*Mario Delgado se Queja de las Medidas del INE
*Y le Responden que el Instituto Hace su Trabajo
Aunque no Guste, en el Organismo la Ley es la Ley
GERARDO LAVALLE
Para quienes diseñan la logística de los eventos que encabeza la señora Claudia Sheinbaum, todo se complica cuando no tienen acarreados, a los que con una dádiva, una amenaza o el clásico “chesco y la torta”, los hacen ir a las plazas públicas que, por supuesto llenan.
No llenar el Estadio Azul hizo que la coordinadora de los comités de defensa de la cuatroté, decidiera plantar a los pocos asistentes. Simplemente no acudió al acto que debería haberse realizado el pasado martes. En su lugar, cómo no, acudió Mario Delgado al que poco le faltó para escuchar los abucheos del “respetable”.
Las medidas cautelares ordenadas por el INE para que los eventos de la poseedora del bastón de no mando se realicen en lugares cerrados y no plazas públicas, no son suficientes para impedir el proselitismo que realizan, con conocimiento de causa que violan la legislación electoral,
La dirigencia de Morena le dio la vuelta a la tortilla y comenzó a realizar los eventos masivos –cuando tienen acarreados- en estadios de futbol. Interpreta que se “trata de lugares cerrados”. Una forma de tratar a los consejeros del Instituto Nacional Electoral de no ser lo listo que presumen. Es decir, Mario Delgado y compañía, tildan de ignorantes, antidemocráticos y todos, a los 11 consejeros ciudadanos.
El títere de Palacio Nacional, uno de los muchos a los que les mueven los hilos para que no se caigan, declaró ante el fracaso del evento: “Hoy ya vimos que lo nuestro son las plazas públicas no los estadios, entonces, hay que tener una logística diferente en la organización (…) Este asunto que el INE nos quita las plazas, nos quiere meter a lugares cerrados, nos enreda la logística”.
Ante la acusación, la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei respondió: “El Instituto hace su trabajo, actúa como tiene que actuar y la opinión del señor Mario Delgado merece todo mi respeto, hay que ahondar con él en ese tema”.
Delgado, siguiendo la línea del huésped temporal de Palacio Nacional, pretende y lo hace aunque mediante subterfugios, ignorar las facultades del INE para fijar las reglas que deben aplicarse en actos de los partidos políticos.
Una de esas facultades es impedir los actos anticipados de campaña –algo con lo que no ha cumplido a cabalidad y solamente aplicó tibias medidas- que tiendan a romper la equidad al anunciar programas de gobierno, defender las acciones del actual, hacer proselitismo, acusar a otros partidos de acciones del pasado y promover programas sociales.
Lo que ahora está prohibido está permitido cuando las precampañas inicien. No antes.
LA FACILIDAD DE
LLENAR LA PLAZA
Desde las elecciones continuas de Porfirio Díaz se inventaron las concentraciones “masivas” que, para aquel entonces, apenas si eran conformadas por cientos y a lo más con unos cuantos miles.
Con el paso del tiempo y con la existencia del partido único, poco se necesitaba la presencia de multitudes. Sin embargo, se “convocaba” a campesinos, obreros y clases populares además de elementos del Ejército para darle “realce” a la popularidad del candidato.
A partir de los años cincuenta, ya con partidos de oposición –real, solamente el PAN-, en las campañas electorales se movilizaba a los sectores de la población para que escucharan –es un decir- y aplaudieran cuando desde la primera fila se les pedía. ¿A cambio de qué asistían? Ya los del PRI sabían que el hambre era canija y más el que la aguantara y comenzó el reparto de las “tortas y refrescos”, una especie de mala copia del bíblico pasaje del “reparto de los panes y los peces”. Medio mundo quería acudir. Saciar el hambre y la sed era prioritario.
Pasando la mitad del Siglo XX se hizo costumbre, era parte del teatro fantástico, convocar a los ciudadanos a los eventos político-electorales. Y después, después se convirtió casi en liturgia.
Por supuesto, hasta antes de 1990 las reglas electorales las fijaba la Comisión Nacional Electoral, órgano de la Secretaría de Gobernación. La caída del sistema en 1988 provocó la ira de las oposiciones y entonces se creó el IFE que comenzó a imponer regulaciones.
Ya en el INE se agudizaron y obligaron a los partidos, a sus dirigencias y a los candidatos o precandidatos, a respetarlas. Aquellos que no lo hicieron pagaron las consecuencias. Recordar a Raúl Morón y Félix Salgado, no es ocioso. Aplicando la ley, el INE les quitó sus candidaturas a los gobiernos de Michoacán y Guerrero.
LA LEY ES LA LEY,
AUNQUE NO GUSTE
Los anteriores regímenes, a partir de la existencia del IFE y hasta antes del inicio del actual gobierno, procuraron que los partidos políticos que los llevaron al poder: PRI, PAN y PRI, respetaran las reglas y descubrieron los caminos subterráneos para violar la ley. No es casual la millonaria multa, la más alta hasta ahora impuesta, por haber recibido 500 millones de pesos del Sindicato Petrolero y no manifestarlo. El PRI pagó el doble de lo “donado”. En 2000, el PAN y Vicente Fox recibieron dinero ilegal proveniente de una agrupación llamada “Amigos de Fox” y la multa no se hizo esperar. La oposición, ahora formada por el PRI, el PRD, el PT, exigía la anulación de las elecciones.
En 2006, Andrés Manuel López desconoció la victoria de Felipe Calderón y se proclamó “presidente legítimo”. No pudo demostrar el “fraude” y terminó por ser obligado a levantar el plantón que duró 46 días y causó enormes pérdidas económicas.
Sin embargo, aunque hubo reforma electoral y se endurecieron las sanciones para quienes violaran la legislación electoral, no fue sino hasta 2014 que nació el INE con más dientes, más armas legales y consejeros mejor preparados.
Aunque al huésped temporal de Palacio Nacional y su teatro guiñol no les guste la aplicación de la ley, el INE impuso la verdad jurídica: la ley es la ley.
Y entonces, Morena tiene que acatar la medida cautelar de realizar los eventos de la precandidata presidencial –es cosa de un mes para oficializarlo- en lugares cerrados y solamente con la militancia.
¡La ley es la ley! … no hay vuelta de hoja.
