Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Aferrado, por no decir emperrado, en destruir al Poder Judicial de la Federación, festinó el “triunfo”, diríase pírrico, por la aprobación por el Congreso de la Unión –la parte de los legisladores oficialistas- para la extinción de 13 de los 14 fideicomisos administrados por el judicial.
El banal argumento de que la medida obedece a “pegarles a los de arriba” y acompañado de las descalificaciones cotidianas sin sustento ni verdad, llevó a la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del PJF, que agrupa a más de mil 400 impartidores de justicia a pronunciarse en contra de las reformas aprobadas. En un breve comunicado señala:
“Se comunica que con la representación legal de JUFED se promoverá, en nombre de todas y todos los titulares asociados, la correspondiente ACCIÓN DE AMPARO EN DEMANDA ÚNICA, contra la aprobación del Decreto de reforma y adiciones a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación y otros ordenamientos, una vez publicada en el Diario Oficial de la Federación”.
El señor López disparó primero, actuó como terrorista y ordenó fuego a discreción.
La respuesta no se hizo esperar: la responden los “adversarios” con un misil que dará en el blanco.
Sabedor de que su orden tendría consecuencias, dejó que el agua corriera por el río envenenado sin tomar las precauciones legales necesarias.
La lluvia amparos le harán más daño al tabasqueño que Otis a los acapulqueños. La tragedia que vivió la madrugada de ayer la otrora Perla del Pacífico, no tiene con qué compararse en su existencia. Ahí se requieren recursos, cuantiosos, para rescatar lo que quedó en pie. Pero al igual que lo que pretende con el Poder Judicial y en aquella ocasión lo consiguió, extinguió el Fonden, el Fondo de Desastres Naturales cuyos recursos se dispersaban de inmediato para reconstrucción de instalaciones sanitarias, carreteras, pavimentación, puentes entre otras acciones. Hoy los acapulqueños están abandonados y en manos de los criminales que ha permitido el gobierno federal y avalado el gobernador de facto.
Amparos, acciones de inconstitucionalidad, controversias constitucionales serán las herramientas jurídicas con las que la victoria se volverá derrota y el sabor de gloria se convertirá en azufre.
Este es el choque entre poderes más grave que se haya registrado en la historia después de la sacrosanta Revolución Mexicana. Es una crisis de gobernabilidad que pone en riesgo el pacto Federal, la SEPARACIÓN DE PODERES, la autonomía e independencia de los mismos y no tiene otra salida que la aplicación de la ley.
El laberinto construido por el huésped temporal de Palacio Nacional con la “asesoría” de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República y su ejército de abogados no constitucionalistas, arrincona la legalidad jurídica e impone la ley del más fuerte.
Nada fácil desenmarañar al conflicto. Difícil, podría decirse, que el señor López entienda que LA LEY ES LA LEY y en el momento en que deje de serlo, la anarquía tomará las calles, las instituciones, el país.
Quizá esta sea la estrategia presidencial para declarar el “estado de excepción”, desaparecer al Poder Judicial y crear un tribunal de cuentas sin sustento.
Los ataques, no amagos, desde Palacio Nacional en contra del Poder Judicial de la Federación y en especial contra 8 ministros –el presidente no toma en cuenta a sus empleados: Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel y Arturo Zaldívar, quienes también reciben los beneficios de los fideicomisos- han tenido solamente un objetivo: que el “pueblo se informe y se inconforme” y, de ser necesario, “tomen todo lo relacionado con el independiente poder”.
¿Cómo repeler la aplicación de la ley?
No hay camino dentro de la legalidad.
Lo hay con decisiones autoritarias, dictatoriales, de tiranía.
México está en riesgo como país, como nación DEMOCRÁTICA.
Por ello, el presidente López perderá la guerra después de ganar la batalla.
El que dispara recibe respuesta. Los magistrados y jueces federales lo imitan: no se quedan callado e inactivos. Tienen parque suficiente para derrotar al que se vanagloria de ser el segundo presidente más popular… nadie lo califica por su eficiencia, honradez y hablar con la verdad, porque no conoce ninguna de las tres acepciones.
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