Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Extraña forma de abandonar una lucha que, se decía desde hace tres meses, tendría ganada. Era el premio de consolación que, sin duda, el segundo en la lista de la lotería.
Pareciera que quienes punteaban en las encuestas “olieron a gas” y decidieron no fumar cerca del Antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Primero y de manera sorpresiva, Omar García Harfuch anunció su interés en buscar la candidatura de Morena a la Jefatura de Gobierno. Lo anunciaba el sábado por la mañana y por la tarde había cambiado de opinión. No intentaría la elección y, en cambio, se sumaría al trabajo que habrá de realizar la doctora Sheinbaum.
Ahora es Ricardo Monreal. Directo y en el blanco. No irá por la candidatura porque la correlación de fuerzas en Morena ha cambiado. Dijo textualmente: del fin de semana para acá ha habido un cambio en la correlación de fuerzas al interior del partido, que lo han hecho tomar la decisión de no participar en tal proceso.
Señaló que le queda claro que la toma de la decisión está hecha y por tanto “no quiero generar una actitud inconveniente o de disputa”.
Los dos casos son para el diván. El que fuera secretario de Seguridad Ciudadana aparecía en las encuestas, desde hace cuando menos cuatro meses, en primer lugar. Parecía invencible. La mesa estaba puesta con manjares y oportunidad de seguir creciendo. Optó por las tortas y el chesco que representa estar en una campaña presidencial.
Y quien coordinará la bancada de Morena en el Senado por cuatro años y medio y durante los primeros años era el invitado personal del huésped temporal de Palacio a sus desayunos privados. Solamente los dos. Diálogo constante, cercano, de compañeros de lucha. Pasó del calor de la amistad a la gélida temperatura de un congelador. No lo pelaba, no lo escuchaba, no lo veía. Dos lagos años sin caminar sobre los finos pisos de los elegantes salones de Palacio Nacional.
Desde 2017, Monreal aspiró a ser candidato a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, después de haber estado al frente de la todavía en ese momento Delegación Cuauhtémoc. Participó en la encuesta y fue relegado al tercer lugar.
Sheinbaum le ganó. Martí Batres fue segundo. Estalló en cólera. Hasta su retiro de Morena estuvo en sus respuestas cuando era entrevistado. Lo consolaron con el escaño en el Senado de la República. Y desde ahí tejió su red para participar en la encuesta de encuestas: la presidencial.
También lo derrota la exgobernadora de la Ciudad de México y junto con él quedaron descartados a la candidatura presidencial Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Gerardo Fernández y Manuel Velasco
La encuesta, como primer y seguro paso para ir a la contienda presidencial en 2024, ha dejado huérfanos y heridos de gravedad, uno de ellos, en estado de coma. La crisis es evidente. Se niega, pero está efervescente y es pública.
Ante el retiro de Monreal, el panorama para quién podría ser el candidato, aunque pierda, se abre para Mario Delgado, de quien se afirma dejará la dirigencia de Morena, después del 28 de septiembre cuando se ha cumplido la convocatoria para quienes buscan participar ser legisladores, candidatos a gobernadores y hasta de las alcaldías de la Ciudad de México.
¿Cuál habrá sido el cambio en la correlación de fuerzas dentro de las corrientes morenistas?
No lo dice Monreal. Solamente confirma que estaba interesado en competir. Ante la nueva realidad, optó por tomar la decisión de no seguir en la búsqueda de la candidatura y habrá de sumarse al trabajo del partido y seguir dando cátedra en la UNAM.
Como colofón de un futuro incierto en la política, se descartó para ser integrante del gabinete, porque explicó que toda su vida como político ha sido muy independiente, muy racional y “no he tenido una jefatura política”.
¿Su cercanía con Ebrard lo afectó?… Solamente lo sabe él y quien le cambió la correlación de fuerzas dentro de Morena.
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